Había pasado mas de una semana desde que había escuchado de los hermosos labios de Jaqueline que la muy despreciable e infame Luciana Berlusconi estaba de vuelta en Palermo, hasta ese momento no había tenido el disgusto de verla, sin embargo, esperaba que eso terminaría ocurriendo tarde o temprano…después de todo…ellos tenían algo en común, algo que llevaba nombre y unos hermosos ojos color zafiro.
Apolo sabia bien que la bella y pequeña Zinerva Berlusconi era su hija, aquella que engendro con la mujer más frívola y despreciable que existía…sin embargo, no tenia nada en contra de la pequeña que, al parecer, o ignoraba o no recordaba que su padre era el y no Ares…no tenia aun el valor de decirle la verdad a la pequeña, además, de que no se consideraba un buen hombre, no alguien digno de tener a una hija tan hermosa como era ella, después de todo,
Miraba por fuera del gran ventanal que había en el balcón de su lujosa habitación, la vista de la ciudad era inigualable y privilegiada desde las alturas, su padre, era un hombre poderoso, eso ya lo sabía, no se necesitaba en realidad saber demasiado para adivinar el tipo de negocios en los que se encontraba, era más que obvio.A Zinerva no le agradaba mucho Palermo, prefería su vida en Estados Unidos siendo la hija de un médico y una violinista famosa, sin embargo, entendía que había muchos asuntos sin resolverse que los tenían allí, su “madre” biológica, era uno de ellos…Luciana Berlusconi, la recordaba demasiado bien, apretando sus puños, la niña en su pubertad con solo 12 años, sabía bien que llegaría el momento de volver a verla…honestamente, no quería hacerlo, no podía perdonarla a un por haberla traicionado, era
Tomando de un coñac bastante bien añejado, miraba por el ventanal de su bonita casa de campo, había regresado a Italia después de demasiados años en los que había triunfado como un artista, tenor entre tenores con una fama y renombre a nivel mundial, cualquiera podría decir que un cantante de su talla, tenia todo a sus pies, la fama y el dinero aun en esos días en que era ya un viejo, eran algo que aun conservaba, todo buen conocedor sabia quien era el, aunque, por supuesto, el prefería ahora mismo llevar una vida tranquila y tan solo meditando lo que le quedaba de ella, después de todo, para ello existía ahora mismo, nada mas para vagar entre recuerdos de un ayer que aun le dolía, era ya un hombre entrado de años, que una vez fue gallardo y un galán que le había entregado su corazón solo a una…una que le fue arrebatada por un hombre infame que la alejo para siempre de su lado. Se había comprado aquella casita que había pertenecido a sus abuelos y la cual, había sido la prot
El vaivén que el ritmo del hospital exigía la mantenía ocupada y eso, era muy bueno pues no deseaba pensar en nada…ni mucho menos en alguien…no se había atrevido a llamarlo aún, ni tampoco había respondido ninguna de sus llamadas, mensajes o demás, incluso, se había negado a recibirlo en el hospital…estaba nerviosa, demasiado nerviosa desde aquel beso que ella había recibido y correspondido, no le gustaba nada aquello, no quería pensar ni ver a Apolo D´Angelis de esa manera, era una mala idea, la peor que cualquier otra que jamás hubiese tenido…Antonella Ferrara había sonreído de manera extraña cuando le conto aquello, como si de alguna manera aprobara aquello y la tranquilizara, ¡pero no! ¡De ninguna manera! Apolo era el hombre que una vez, hacia demasiado tiempo ya, su padre y abuelo habían elegido para ser su esposo, y ella, por supuesto, los había bajado de aquella nube de ensueño en la que emparentarían con semejante familia negándose a contraer matrimonio…era bastante irónico
Blancas paredes prístinas podían apreciarse en toda aquella imponente mansión, un vaivén de sirvientes iba y venía en su trajín diario, era lo normal, después de todo, aquello era parte de sus muchas exigencias, todo en orden, perfección y opulencia, así debía ser en la mansión D´Angelis.Zeus caminaba por los extensos jardines de aquella demasiado lujosa propiedad suya, los mismos en los que una ven, corrieron sus hijos en medio de los juegos y ensoñaciones típicas de la infancia, Apolo y Ares lo habían rechazado, sabía bien lo mucho que lo odiaban...en realidad, aquello no le importaba, ambos eran hombres, no podían ser como débiles mujercitas que se quebraban con sus emociones...y aun así, exactamente eso había ocurrido...sus dos hijos eran un completo fracaso, atormentados por el recuerdo que su madre había dejado en sus corazon
Caminaba con premura hacia los juzgados, le habían informado por teléfono que su proceso se había iniciado nuevamente, aquello era una sorpresa, aun cuando se decía a si mismo que si podría, y acudía a los juzgados casi diariamente para presionar a los malditos abogados de oficio que tan solo lo hacían dar vueltas como un completo imbécil, sabia bien que nunca podría contra el infame Ares D´Angelis. Antonella Ferrara había sido su esposa, y ahora mismo, la mujer que una vez fue suya, se había convertido en una afamada pintora y violinista, incluso salía en entrevistas y programas de televisión, había sido un completo idiota al abandonarla, pero la forzaría a estar de vuelta, Dante era la clave para lograr separarla del maldito delincuente con el que ella se había casado, dándose prisa, llegaba hasta el edificio donde un hombre ya se encontraba esperándolo. – Buenos días señor Pines, pase por favor, su abogado lo está esperando – dijo un hombre al que ya había visto c
La melodía del violín resonaba en aquel estudio, el delicado sonido embriagaba los sentidos de todo aquel que lo podía escuchar, con los ojos cerrados, Antonella tocaba el maravilloso instrumento con verdadera maestría recordando momentos de su mas temprana infancia cuando descubrió el fascinante mundo del arte que adoro desde el primer momento, siempre fue una niña curiosa que nunca se quedaba conforme con lo que sus padres y profesores le explicaban, siempre busco ir más allá haciéndose preguntas que un niño normalmente no se haría, quizás, había nacido con alma filosófica, en la televisión, las novelas que veía o leía su madre, las cosas que solía contarle su hermana mayor que siempre se hallaba embelesada por diferentes muchachos, el amor, el odio, sentimientos de los que siempre estuvo consciente que existían pero que siempre busco entender mas allá, todo mundo, incluida su familia de nido, la habían considerado demasiado extraña, Agatha solía burlarse de ella por el tipo de pe
La naturaleza humana puede ser muy extraña, ya que muchas de las veces sólo nos damos cuenta de cosas que pueden ser muy obvias cuando algo verdaderamente trascendental nos las pone en frente.Ese día, mientras el cielo plomizo dejaba caer una lluvia tristemente fría, veía a muchas personas que están estimadas, incluso amado, a una persona especial reunidas.Quizá … Quizá en ningún otro momento se habrían reunido allí por todos los muy probablemente distintos motivos que existiesen, porque otros tenían rencillas unos con otros.Porque en algún momento la amistad había terminado y tomado caminos distintos.Porque había habido siempre algo mucho más importante o placentero que hacer.
El aroma delicado del vino embriagaba sus sentidos, gustaba mucho de él desde que había tenido edad suficiente para probarlo, y es que se consideraba a si mismo como una persona de culto, siempre se había esforzado en refinar su talento con el piano y las artes en general para complacer a su padre, aquel al que casi no veía jamás ya que siempre se encontraba de gira, además de eso, también había cultivado su mente con todo tipo de libros, podía hablar prácticamente de lo que sea, desde tener una charla común y corriente hasta hablar temas tan sofisticados y complicados que muy pocos realmente comprendían, ninguna mujer lograba satisfacerlo, tampoco ningún hombre lo hacía, y no hablaba del cuerpo, de hecho, el repudiaba el contacto físico y solo lo hacia con aquellas personas que consideraba a su altura, no era un cuerpo hermoso el que había estado buscando, mas bien, era u