Suceso doloroso

—Debes dejarme ir… No puedo… —empecé a decir, al ver que Zem no tenía la intención de detenerse.

—No quiero, tu eres mía y no quiero el olor a lobo en tu interior. —farfulló, con desprecio.

Me aparté de su lado y utilicé la daga para amenazarlo. La sostuve entre mis dedos con fuerza y apunté. Arrojé la daga con todas mis fuerzas y llegó a su brazo izquierdo.

—Te mueves rápido. —dijo, abriendo los ojos como platos. Sonrió.

La daga había perforado parte de su piel, desgarrando ese punto y haciendo que sangrara. Tomé valor para empujarlo nuevamente. Podía leer sus movimientos, tenía la fuerza de pálido en la sangre y también la velocidad de un lobo. Supuse que era porque había estado con Mark, como si hubiera potenciado mis poderes al estar a su lado.

—Loba y pálida, que bonito. Eres una caja de sorpresas. —dijo él, caminando hacia mi lado.

—Apártate, no podrás hacerme daño. —advertí, mirándolo fijamente.

—Lo sé. —contestó con tranquilidad. —Solo quería probarte.

—¿A que te refieres? —pr
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