MarkEllos tenían que lograrlo. Miré de refilón para que mi fe creciera. Allí estaban ellos, corriendo a la par, tratando de encontrar aquello que Sara estaba buscando. Tenían un objetivo, podía sentirlo. Estábamos un poco más cerca de hallar una cura, algo que rompiera eso que hacía que mi mate estuviera muriendo y que su destino fuera terriblemente trágico.El aroma era lo peor de todo. Porque a medida que ese tal pálido de hiel se movía, iba destilando una pestilencia que hacía que mis ojos lagrimearan. Era como si expidiera un olor nauseabundo a su voluntad. Sus poderes siempre serían un maldito misterio para mí. Cada uno de ellos parecía tener habilidades muy diferentes. Malditas criaturas.—Joder, estás cansándote, bestia. —dijo Friederich, con los ojos fijos en mí.No se había limitado a atacarme en este segundo. Porque los otros tres caían sobre mí como balas, al instante, eran muy veloces. No parecían cansarse jamás.Yo jadeaba, mi respiración se entrecortaba. Solté un bufido
—¿Qué demonios haces? —pregunté, al tiempo en que me cubría del ataque del pálido que intentaba clavarme las uñas cerca del cuello.Mis reflejos apenas si estaban al cien por cien, pero estaba sacando fuerza hasta de donde no tenía para seguir haciendo tiempo. Era de vital importancia extender esas horas, esos minutos, en los cuales mi manada encontraría lo que habíamos venido a buscar con tanta urgencia.Zem me miró incredulo.—Vine a matar a un par de idiotas. —soltó, al tiempo en que apuntaba con la ballesta.Pero no había matado al sujeto al que le disparó. Era diferente, estaba agonizando. Al menos no se había vuelto a levantar, lo cual era positivo, parecía que los malditos nunca se cansaban, nunca perdían fuerzas. Por ello me hacía sentir que estaba peleando contra seres que ni siquiera estaban vivos y, por ende, no podía vencerlos. Zem apuntó la ballesta, Friederich apareció ante él. Fue una escena demasiado extraña.Friederich se quedó de pie justo delante de la ballesta, com
SaraTiempo, Mark no estaba dando tiempo. Al verlo saltar solo hacia todos los vampiros, haciendo un foco en el ataque. Equilibró la balanza, cargando con todo el peso. Las lágrimas me rodaron por las mejillas. Ardía, mi piel ardía fundiéndose con las lágrimas. A el no le importaba morir, no, solo yo y Hawk le importábamos.Corrí, con el instinto a flor de piel. Al verlo, mi corazón pareció recobrar la lucidez que habían intentado esconder. Porque yo lo amaba, el amor que sentía era más fuerte que cualquier hipnosis, que cualquier cosa en este mundo.Adren me cubría, para que pudiéramos comenzar a buscar aquel libro. Ahora estaba segura de que era un objeto en especifico y podía sentirlo. Sentía su presencia allí, tan fuerte. Un objeto de vampiro, incluso el olor a sangre se filtraba por mi nariz.—¿Cómo es? —preguntó Adren, obedeciendo mis órdenes. Estaba a mi lado, como Beta de la manada.Ahora me eran leales, estaban respondiendo a mi ayuda. Estábamos coordinándonos para lograr un
Narrador—Joder, niño, ¿Qué has hecho esta vez? —preguntó un hombre, que ingresó al cuarto con una bandeja con un sándwich.—Lo he arruinado. —murmuró el pequeño Zem, con los ojos clavados en el suelo.Otra persona ingresó al cuarto estrecho. Era una mujer de unos cincuenta años, de contextura robusta, tez pálida y ojos almendrados. Tenía la mirada severa, apretaba los dientes con rabia. Estaba molesta.—Deja de proteger a ese mocoso. Solo sabe molestar a todo el mundo. —dijo ella, farfullando con un tono molesto.El niño solo miraba el suelo, como si pudiera atravesar el piso con su mirada. No quería levantar la vista.—Mírame, Zem. —ordenó la mujer, con el tono cada vez más severo. —¡Ahora! —gritó y las paredes parecieron temblar.—Yo voy a pagar. —dijo Zem, tartamudeando por los nervios.El niño trató de meterse bajo la cama, pero ella lo detuvo. El hombre buscó dialogar, tenía pena por el pequeño.—¿Cuánto es? Digo, de cuanto es la deuda… —empezó a preguntar.—Ya es suficiente, Hu
Julius llevaba un traje de terciopelo color negro, sin corbata ni moño, solo una camisa de color rojo debajo del saco. Tenía un peinado hacia atrás, parejo, el cabello le llegaba cerca de los hombros. Me pareció que se veía un poco distinto, si lo observaba bien, que había cambiado sutilmente su apariencia en estos años. Supuse que fue por elección propia, porque los pálidos no solían cambiar con frecuencia.Algo estaba a punto de suceder y lo sentía en mi cuerpo. Sentí escalofríos. Pero por sobre todas las cosas, sentí un miedo terrible de lo que estaba por sucederle al niño. Porque pensé en él como si fuera mi hijo, que aún ni siquiera había nacido y haría cualquier cosa por protegerlo.Sentí la necesidad de ir corriendo a ayudarlo. Mis pies estaban clavados en la tierra, aquello no era real, era solamente un recuerdo al que accedí por conectarme con Zem, con aquel cuaderno. Era algo que no comprendía y me daba rabia no poder hacer nada…El niño recogía el cultivo con total orgullo,
El niño estaba en el suelo, Julius se había quedado paralizado. Fue entonces cuando llamó a alguien, lo supe porque estaba cerrando los ojos, concentrado. Friederich hizo su aparición.—No debías irte lejos a comer hoy. —advirtió Friederich, con los ojos severos fijos en el escenario.Julius señaló a Zem. Era algo impresionante. La sangre de Zem parecía contener algo muy extraño, algo que no podía entender. Mi conocimiento era casi nulo comparado con el de ellos. Yo no era una pálida antigua, esta clase de saberes escapaban a mi control. Los sonidos disminuían, ambos vampiros parecían permanecer en silencio. La apariencia del Friederich del pasado era igual que la del futuro, él no había cambiado prácticamente nada.—No… No comprendo… Acaso… —empezó a decir Julius, con los ojos en el suelo, la vista baja significaba que sentía que la situación lo superaba.—Quizás, quizás. Puede que hayas escogido para alimentarte a uno de los dos vampiros predestinados que existen. Sería una mala for
Lo que vi cuando llegamos a la sala principal era un caos total. Las paredes impecables desmoronadas casi en su totalidad. Escombros por todas partes, impregnados con manchas de sangre. Los objetos de la casa estaban completamente esparcidos por doquier sin control. La pelea habría sido dura. El olor de la muerte estaba por todas partes.Pero cuando busqué a Mark, alguien nuevo estaba allí. Zem estaba peleando a su lado, lo cual me provocó escalofríos que me recorrieron el cuerpo entero.—¿Qué demonios está haciendo él aquí? —preguntó Adren, olfateando y gruñendo.Mark y Zem estaban defendiéndose de los ataques de dos vampiros. Friederich, estaba en el suelo, en una escena totalmente grotesca. Tenía el cuello desgarrado, la cabeza prácticamente separada de su cuerpo. Estaba muerto, algo que jamás creí contemplar.Me quedé sin palabras, helada ante ese panorama. Adren y Tanya se lanzaron a atacar junto con Mark. Los tres montaron una posición defensiva.Cerré los ojos, maldición, había
La presencia de Zem estaba generando una tensión horrible en la manada. Era tan incómodo tener que ponerme en medio para defenderlo. Pero solo el cielo y la luna sabían que sería necesario. No quería tener problemas, ahora yo era la luna de la manada y no esperaba que pensaran mal de mí.Y mi relación con Zem había sido demasiado confusa en el pasado. Era difícil de digerir que ahora quisiera defenderlo.Lo que más temía, era que Mark no estuviera de acuerdo. No quería pelear con él, no lo soportaría.—Estás defendiéndolo. Sara. Mírame bien, tu sabes lo que ha hecho. —Kily me miró fijamente, escudriñándome con la mirada.Habíamos hecho las paces con ella, pero nuestro pasado era turbulento. Ella me odió con todas sus fuerzas. Yo la lastimé mucho, las dos habíamos estado en una guerra constante desde que nos conocimos. Ahora que estábamos en paz, la turbulencia volvía a acechar.Miré a Adren, también estaba oscurecido, el rencor iba colmándole lentamente la mirada. Porque ellos odiaban