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¿Mejores amigos? +18
¿Mejores amigos? +18
Por: AliceJeune
Capítulo 1 - Su voz

      Capítulo 1 - Su voz

      (Alice Thompson)

Sus labios húmedos recorren lentamente mi cuello, siento su respiración con suavidad, logro escuchar como susurra mi nombre de tal modo en que, creo me pierdo en sus instintos; —no te detengas—, exclamo en voz baja mientras sus manos se posan sobre mí, escucho cómo logra soltar el broche de mi vestido, acaricia mi espalda de arriba hacia abajo, los minutos siguen transcurriendo y el deseo se hace fecundo.

―¡Ya dime quién eres! ―susurro mientras muerdo despacio mi labio inferior de la excitación a la que me está llevando en este preciso momento, su rostro me es difuso, pero aún no entiendo cómo es que le tengo tanta confianza, el lugar tiene luces bajas no logro reconocerlo como quisiera.

—Alice. —Me estampa de un solo beso, lo hace de una forma apasionada que logra que mi piel se erice al escucharlo y sentirlo; mi deseo empieza  a hacerse incendio, mis manos acarician su pecho desnudo y de a poco siento cómo su voz se me hace familiar pero..., repite mi nombre de una forma tan apasionada que creeré que se viene..., lo dice de nuevo, la habitación se vuelve testigo de lo que nos esta pasando, sí, una vez más, en medio de jadeos...  —¡Alice! ¡Alice!

—¡Alice, Alice, despierta tu amiga ya te vino a recoger, está esperándote en la sala!

—¡Maldición! ¿Es en serio? ¡Justo ahora! —A lo lejos escucho un murmullo, hasta que mi realidad se asoma, me llevo una mano a la cara, lamentando. Me levanto ruborizada, al escuchar a mi madre interrumpir mi sueño, mi más preciado sueño con su grito fuera de mi habitación.

—Ya voy. —respondo con voz adormitada. —Me siento al borde de mi cama mientras me pierdo por unos segundos en la nada; tanteo con mis pies las zapatillas que se confunden entre la alfombra de felpa y la cerámica del piso, tomo el móvil que esta debajo de mi almohada, le doy una ojeada. —No hay llamadas ni mensajes.

Rasco mi cabello en un primer intento de despertarme completamente, mientras trato de no pensar en el sueño; pero, por un momento mis ojos se cierran; sus labios, su piel, su voz tan masculina se cuelan en mis pensamientos una vez más, agito mi cabeza para despabilarlo, así que mejor reacciono y me levanto de la cama de una buena vez para seguirme alistando.

—¡Cómo es que no pude ver su rostro! —Me reprocho por un instante. 

—Mierda, ya estoy delirando. —Pienso.

Minutos después, bajo las escaleras con algo de prisa, veo a mi madre platicando con Camila, quien es amiga mía y también casi que vecinas.

—Hola hija. ¿Te quedarás a desayunar? —cuestiona con calidez, su mirada se vuelve hacia mí a la espera de una respuesta desde su sillón de cuerina café que se encuentra en una esquina de la sala.

—No creo mamá, voy de salida, me lo comeré en el camino. —digo mientras me acerco a Cami para saludarla.

Camila aprovecha el momento y al disimulo me hace un gesto con la mirada, recordándome que debemos retirarnos pronto, menos mal mi madre no lo nota, observo que se levanta de su sillón, aproximándose a la cocina para servir mi desayuno para llevar. Cuando quiere ser linda, es un amor en definitiva.

La mañana es algo soleada, los destellos del sol se atraviesan por la ventana de la sala, hay un alumbrado excepcional que adorna el lugar. —¡Este sol es de lluvia!—, admito.

—Ni lo menciones, al menos hoy no. —contesta Cami, se pone de pie enseguida, noto que le da alcance a mi mamá, hoy luce elegante, además de acompañarle una enorme sonrisa.

—Parece que hoy esta de buen ánimo. —Pienso.

—Sra Patterson, en la próxima seguimos charlando un poquito más. Cuídese. Ya nos tenemos que marchar.

Camila se despide amablemente de mi mamá y se retira, mientras yo me robo al apuro un bocadillo que me está sirviendo en la vianda, entonces me descubre y me da una palmada de regaño en la mano como quien dice "no toques esto, traviesa". Niego divertida, veo que termina de enroscar la tapa del termo, colocándolo de manera impecable en un empaque.

—¡Toma hija, vayan con cuidado! —Me lo extiende y lo tomo enseguida, la beso en la frente, ella me abraza y se despide.

—¡Gracias ma! —Tomo mi cartera, el desayuno y salgo de casa enseguida.

 Me dirijo al auto de Cami que esta aparcado en frente, pero me llevo una mano a la frente al recordar que no cargaba las llaves de mi casillero.

—¡Rayos! —Me regreso, entro, y mamá parece ya estar en su habitación, subo a mi cuarto rápidamente, busco en mi velador desordenado de labiales, perfumes y monedas.

—Definitivamente debes hacer limpieza Alice Thompson. —Me repito mientras que con la mirada sigo repasando el lugar.

—¿Dónde pude haberlas dejado?

Abro los cajones y nada, reviso las carteras pequeñas que cuelgan detrás de la puerta de mi cuarto, y ¡bingo!

—Las encontré. —Escucho a Camila tocar el claxon para que me apure, bajo corriendo las escaleras, salgo enseguida, y me subo al auto.

—¿En qué andas pensando que se te olvidan las cosas? —interroga sutilmente, mientras abrocha su cinturón de seguridad.

—Mas bien yo debería preguntar ¿En qué te hallas con tanta elegancia hoy? —interrumpo. Ella luce un maquillaje tenue,  sus ojos azules le combinan de una forma agradable con sus largos rizos color castaño oscuro, además viste una blusa de ceda color conchevino, un tono igual al de sus labios, una falda beige de tela sobre la rodilla, sus tacos quedan a un costado porque le es imposible conducir con ellos puestos. Siempre lo hace con sandalias planas. ¡El glamour viene cuando baja del auto!

Ella arranca el vehículo rumbo a la facultad, llevamos música en la radio, es "Bad Habits" de Ed Sheeran.

—Hoy tengo el último evento de la carrera de Psicología en el auditorio de la Facultad, Sebas y yo somos los coordinadores, así que todo debe salir extraordinariamente bien, debo llegar antes de lo previsto para ultimar detalles de la logística con el personal, y esas cosas, ya sabes. —responde sin perder la vista del volante.

—Eso significa que hoy trabajarás con tu crush. —Sueno sarcástica y graciosa a la vez. Camila es amiga mía desde el colegio, incluso pienso que es con la que más frecuento de mi promoción, siempre la molesto con sus pretendientes, eso ya es innato entre nosotras.

Ríe con sutileza. —¡Qué dices! Claro que no, tú sabes que por ese lado ambos tenemos diferentes enfoques en cuanto a lo sentimental.

 —¿Por qué lo dices?

—Él está concentrado en su maestría, y yo en mi proyecto de consultoría...ya hemos conversado en algunas ocasiones respecto a eso, ya sabe que no tengo planes serios y los ratos pues no van con él,  así que olvídate de mi famoso “crush” —afirma, esto último lo dice imitando mi voz con algo de presunción.

—¿No pasa nada entre ustedes, luego de las salidas y miraditas que he visto? —replico con sigilo.

—Okay, okay admito que hubo una química interesante en los semestres, pero hay relaciones que sencillamente no deben darse, y ésta es una de ellas. —comenta, mirando el retrovisor para cambiarse de carril. 

—¡Qué mala onda, con lo bien que se ven juntos!

—Mmm supongo, aunque él es tan..., —eso lo suelta sin filtros, trata de detener sus palabras pero parece que se ha delatado.

—¿Tan qué? —lanzo una mirada interrogativa que ella no nota por su concentración en el volante, disfruto de su franqueza, abro mi bolsa y saco el termo para darle un sorbo a mi jugo con cuidado.

—Pues no sé, Sebas es elocuente, atractivo, inteligente, respetuoso, se viste bastante bien, es atento. ¡Es perfecto! —Lo dice convencida, escapando un leve suspiro al final.

—¡Así que perfecto, eh! —al escuchar esto, Camila reacciona como quien se aterriza de los pensamientos furtivos.

—¡Eh! Es una simple admiración, nada más. —comenta frunciendo el ceño.

—Yo no he dicho nada, sólo estoy escuchándote, —Niego divertida; mientras ella se ve descubierta, ambas reímos.

Doblamos la calle, y esperamos a que la roja del semáforo cambie.

—Mmm pero a veces su mirada transmite misterio, y no tengo ánimos de buscar lo que no se me ha perdido, me conozco Alice y no quiero verme envuelta en enredos sentimentales, debo centrarme en mis proyectos, el amor no es prioridad. —Esto último lo dice decidida, mirando en mi dirección, arqueando una ceja.

Los autos de atrás pitan, avisando que el semáforo ya se puso en verde, Camila arranca, su concentración está en la vía de nuevo.

—En fin, no me cambies el tema, me dirás por qué se te andan olvidando las cosas, Srta.Thompson. —lo dice fingiendo una voz de madre, veo que toma la palanca de cambio, su mirada esta al frente pero esta atenta a mi respuesta.

—Sabes, volví a tener ese maldito sueño. —Eso lo digo luego de mordisquear un pedazo de sándwich, le extiendo un poco a Cami pero niega enseguida.

—Déjame decirte que si es el mismo que me contaste la última vez en donde no ves el rostro de tu chico, pero que ves el resto, no creo que sea maldito sueño ¡eh! —suelta una risa de complicidad y yo una carcajada inevitable con la que casi me atraganto el pan. 

—¡Qué chistosa! —Niego mientras termino de masticar.

—Te parecerá gracioso, pero sí, volví a soñarlo ¿No te es raro compartir con alguien en esas escenas, sin saber quién es? —replico con curiosidad, ella aclara su garganta.

—No lo sé, la última vez que soñé algo así fue con Patrick, el joven profesor de Psicología, pero a él sí le vi el rostro. Obviamente. —explica con algo de sarcasmo.

—¡Hablo de algo real Cami! —exclamo y aprovecho para darle otro sorbo al jugo.

—¡Oye! Patrick también fue real en mis sueños. —responde guiñando un ojo.

—¡Tú no cambias! —interrumpo con una sonrisa en lo que termino mi jugo de naranja.

—Ya casi llegamos. —advierte.

—¿Lista para ver a Sebas? 

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