—¿Estás seguro de que todo está en orden? —preguntó Ava mirando por el ventanal de su habitación en el hospital.
—Todo como lo has solicitado. No quedó nada legible en la oficina de Dasha Petit, según mis hombres destruyeron todo y el sobre fue quemado con el contenido —respondió Aiden.
El hombre no estaba de acuerdo con ciertos métodos, pero el fin justificaba los medios. Ellos necesitaban la fortuna de los Collins o de lo contrario las deudas los ahogaría en menos de seis meses.
—Gracias, sabía que podía confiar en ti. Estamos solos en todo esto papá. Andrew parece haberse ablandado con los años. ¿Por qué no me dices el secreto que le guardas?
—No es algo que pueda ir divulgando por ahí, como si fuera cualquier cosa, Ava. Tu tío está implicado y los secretos de la familia, debería
—Te dije Michael, te lo repetí muchas veces y no quisiste creerme ¡Era tu hijo! Y esta mujer lo mató deliberadamente para apartarte de mí —sollozó la mujer.Natasha tragó el nudo formado en su garganta y esperó a que la policía entrara por la puerta para llevarla a prisión. Su mirada viajó del rostro serio de Michael al rostro complacido de Ava, aunque la mujer era una actriz consumada y sollozaba, sabía perfectamente que su mirada era de satisfacción, porque ella misma le había confesado la verdad.—¡Llama a la policía, papá, no quiero ver a esta asesina nunca más! —gritó Ava y Aiden caminó hacia la puerta.—Me parece perfecto que la policía llegue, veremos como explicaras esto —respondió Michael con acero en su voz.—¿Qué más hay que explicar, Micha
Natasha bajó los escalones con la ayuda de Michael, agradeció ese brazo fuerte sobre su cintura o de lo contrario estaría deslizándose por el suelo. Las piernas le temblaban y el corazón le latía fuerte dentro de su pecho.La situación había sido la más difícil de su vida y ver a Ava caminar por el bordillo le hizo recordar el momento en el que ella sin pensarlo había estado cerca de lanzarse por el precipicio en Francia. Los motivos eran distintos y tenía la seguridad de que Ava trataba de manipular la situación a su favor.—¡Natasha! ¡Tasha! —el grito de Michael se fue perdiendo y sus ojos se cerraron junto a la espesa oscuridad que se adueñó de su cuerpo…—¡Mamá! ¡Mami! —gritó Emma corriendo por el pasillo.—¡Emma, cariño ven aquí! —Gerald la tom&oac
Natasha abrió los ojos, no recordaba el momento en el que se había quedado dormida la noche anterior luego de ceder ante la petición de Emma. Miró hacia su derecha y el pequeño y cálido cuerpo de su hija estaba en medio de los dos. Era lo único que la separaba de Michael.La mujer cerró los ojos, esto era lo que siempre había deseado. Desde que puso los ojos en Michael y se había enamorado perdidamente de él.Suspiró porque nunca pensó que sería de esta manera, dormir en la misma cama sin ser nada. Él era el padre de Emma y ella la madre, podían ser amigos, pero en cuestiones de amores debían trabajar mucho.Ella seguía amándolo y luego de todo lo que Michael había hecho por ella, estaba segura de que él también la amaba. Pero las cosas no eran más fáciles ahora. ¡No! Era todo lo contrario.<
Michael observó desde la distancia a Natasha, se veía realmente hermosa, enfundada en ese vestido rojo pasión. Suspiró sin poder evitarlo y su corazón martilló fuerte dentro de su pecho. ¡Estaba enamorado y feliz! Los últimos días en compañía de la mujer amada y de su hija habían sanado los años de ausencia y no cambiaría por nada del mundo lo que tenía ahora.—¡Es hermosa! ¡Una verdadera princesa! —suspiró Emma al ver a su madre moverse con la elegancia y el porte de una reina por los salones del Museo.—Es lo más hermoso que mis ojos han visto mi pequeña Campanita —convino Michael embobado.Emma ahogó una pequeña y traviesa risita detrás de sus manos.—¡Pero eres lento papi! —exclamó la pequeña mientras le hacía una seña a Michae
A la mañana siguiente, fue Michael con la ayuda de Emma quienes se ocuparon de preparar un delicioso y nutritivo desayuno para los tres.—Esto huele delicioso, estoy segura de que a mamá va a encantarle —dijo Emma mientras se ocupaba de estrujar las naranjas.—Cariño usa el extractor —le recomendó Michael, al ver las manitos de Emma aferrarse a la mitad de una naranja.—No, a mami le gustan las naranjas estrujadas, así —dijo empleando su otra mano para apretar la naranja y ver como el jugo caía directamente al vaso.Michael asintió, recordaba que era así como le gustaba a la muchacha beber el jugo en las mañanas, pero jamás pensó que su hija prestara atención a las pequeñas cosas. Pero era una niña muy observadora y consentidora, no podía esperar menos de ella.—Quítale las orillas al pan, a mam&a
Michael tomó captura al mensaje de Richard y guardó la copia en su driver. Su enemigo no iba a cogerlo desprevenido. Viera por donde lo viera, ese hombre le acababa, no solo de amenazar con la vida de Emma, sino también le estaba declarando la guerra.—¿Vas a quedarte a dormir esta noche? —preguntó Natasha, volviendo a la sala vestida únicamente con su bata de seda.Michael la miró, pensó si decirle o no sobre el mensaje era una buena idea. Optó por guardar silencio, al menos por esa noche. No deseaba arruinar el momento y la felicidad que recientemente habían disfrutado.Mañana sería otro día y él tendría el valor para explicarle que seguían estando en peligro gracias a Richard Lewis, pero primero hablaría con Ryan, contrataría un par de guardaespaldas y hablaría con su abuelo.—¿Michael? —Nat
Michael entró a la oficina a la espera de Ryan, su abogado y mejor amigo, estaba de camino para llevarle los documentos del divorcio. Él contaba los minutos y segundos que le faltaban para ser un hombre completamente libre y proponerle matrimonio a Natasha, como debía ser. Como tuvo que ser desde el principio.—Michael —dijo Ryan a modo de saludo. Le extendió la mano y Michael la estrechó.—¿Hiciste lo que te pedí? —preguntó, invitándole a Ryan a tomar asiento.—Todo listo, no tienes que preocuparte. En el colegio de Emma y en la Galería se ha montado guardia. He contratado casi media agencia para tu tranquilidad y seguridad de tu familia —le dijo.Pero aquellas palabras estaban lejos de tranquilizar a Michael, a la luz del día el peligro se sentía más denso que ayer.—No estaré tranquilo, Ryan. Richard no es u
Michael observó a su abuelo y de repente no supo con exactitud qué sentir por él. Cómo padre quizás entendiera su postura, pero él no sería capaz de arruinar la vida de Emma, únicamente para encubrir sus propios secretos. En este caso, era distinto. No era su padre, sino su abuelo quien trataba de proteger la memoria de su hijo. Y lo peor de todo es que se segaba rotundamente a decirle de lo que se trataba. No había manera de ayudarlo a cargar con aquel secreto.—Tengo que irme, le dije a Emma que pasaría por ella —anunció Michael sin ánimos de continuar con aquella conversación. Se sentía cansado, realmente cansado de discutir y que él no comprendiera sus sentimientos hacia Natasha.—¡Espera Michael! —pidió el anciano, poniéndose de pie.—Ya te dije todo lo que quería decirte abuelo, te comprendo. Pero