Alergias

Preparo algo sustancioso, no entendía porque el imbécil no pedía servicio a la habitación, aunque algo le decía que lo hacía solo para molestarla, miró lo que había preparado y se mordió el labio dudosa, cocinaba bien, lo sabía, había aprendido desde pequeña y aún con la falta de ingredientes se sabía defender, pero el imbécil era el heredero de la segunda cadena de restaurantes más prestigiosa del país y casi mundialmente conocida, allí cocinaban los mejores chef del mundo, ella no podía compararse con eso por más que supiera cocinar, jamás podría hacerlo pero aun asi le tenía que cocinar, acomodó los alimentos en una bandeja para llevársela.

Había preparado algo simple, pero era lo que mejor le quedaba e hizo un gran esfuerzo con lo poco que tenia, todo le había quedado bastante bien o eso esperaba, suspiro y tomo la bandeja para ir a la habitación deseando que el joven estuviera de mejor humor que en la mañana o tendría que volver a ponerlo en su lugar si intentaba cumplir con su amenaza, esperaba que si tuviera hambre de alimentos esta vez o lo mataría por hacerla cocinar para nada.

La verdad ella no era del tipo que se arriesgaba así, no le gustaba molestar cuando le decían que no lo hiciera y creía que quizás se molestaría más que otra cosa tomando en cuenta el humor que tenía cuando llegó pero no podía evitarlo, no había desayunado, o por lo menos no que ella supiera, no había abandonado la habitación desde que se había encerrado allí a las seis de la mañana, ya iban a ser la una y aún no había rastros de él, cosa que no le gustaba, el imbécil no le agradaba pero tampoco quería que muriera de hambre, caminó con la bandeja en las manos hasta la habitación, la dejó en una mesita junto a la puerta y tocó suavemente.

— Joven, la comida está lista —aviso, pero no recibió respuesta por lo que toco un poco más fuerte —¿Joven comerá ahora o lo hará más tarde? —nada, no escuchaba ni el golpeteo de las teclas en la portátil y eso la inquieto por lo que abrió la puerta aún sin recibir el permiso —joven esta... ¡JOVEN! —exclamó asustada y corrió hasta él.

Cedric estaba tendido en el piso bocabajo, inconsciente y cuando lo toco para darle la vuelta notó que estaba hirviendo, al verlo al rostro la preocupación y el susto crecieron aún más, tenía las mejillas rojas, mucho, los labios pálidos, las ojeras se veían negras bajo sus ojos cerrados.

— ¡Joven... joven despierte! —pidió sacudiéndolo un poco pero no funcionaba, intento moverlo más, pero le era muy difícil.

Algo casi imposible para ella debido a la diferencia de estatura y por ende de peso, ella era baja, de 1,65 y aunque estaba un poco pasada de peso, no era gorda, en cambio él media casi dos metros sino más, y era una mole de músculos de más de cien kilos, por lo que al final desistió de hacerlo, corrió hasta el teléfono y llamó a recepción.

— Recepción, buenas tar…

— Megs, soy Jessie, necesito que por favor me mandes con urgencia a dos de los chicos y a un médico, el huésped Cedric Powell está enfermo y se desplomó en medio de la habitación.

— En seguida los envió…

— Megs, que sean de seguridad... Los más fuertes —pidió y corto la llamada.

Diez minutos después, Cedric ya estaba tendido en la cama y el doctor lo examinaba, mientras el gerente caminaba de un lado a otro en la estancia y Jessie disimulaba en la cocina preparando cualquier cosa, los chicos de seguridad ya se habían marchado, cuando le estaba entregando una taza de café al gerente, el doctor salió de la habitación y este ignorándola se abalanzó sobre el hombre.

— ¿Cómo está? —preguntó angustiado, claro que Jessie sabía que toda esa angustia no era por el huésped sino por él mismo y la reputación del hotel, Jessie dejo la taza de café sobre la mesita y se dispuso a buscar otra para el Doctor.

— El joven se encuentra bien, el colapso se debió a que, por su mala alimentación, el estrés y el poco descanso... gracias —sonrió con amabilidad a Jessie aceptando el café —sus defensas bajaron y se resfrió, por el momento no es nada grave y con medicamentos, buena alimentación y descanso estará bien, pero si no se cuida el resfriado podría empeorar y entonces tendrá que ser hospitalizado —informó el médico con calma —en lo que despierte, tiene que tomar dos de estas y luego una cada cuatro horas, también debe comer algo ligero y tomar mucho líquido —recetó dejando sobre la mesa de centro unas pastillas, el gerente lo miraba sin saber qué hacer —Si la fiebre no baja con el medicamento que se bañe con agua no muy fría hasta que el cuerpo se enfrié, esta noche no puede permanecer solo debido a la fiebre, hay que monitorearla y darle el medicamento a sus horas —y tras decir eso se terminó su café y se fue.

Tras él, el gerente también se marchó dejándola sola nuevamente en aquella enorme estancia, sin saber muy bien qué hacer, se puso a ordenar de nuevo, Cedric seguía dormido y las pastillas junto al récipe estaban ahora en la mesita de noche junto a la cama, al terminar lo que estaba haciendo pidió una sopa sencilla y cuando esta llegó la dejó en la cocina y se dirigió a la habitación para verificar la temperatura de Cedric, suspiro con calma al notar que la fiebre había bajado un poco, se aseguró de que estuviera cómodo y se dispuso a salir para ver que más hacer.

— Tengo sed —escucho un murmullo débil por lo que volteo viendo que intentaba sentarse, se acercó rápidamente y le entrego el agua junto a las dos pastillas que había dicho el doctor.

— El doctor dice que debe comer un poco, por lo que me tome el atrevimiento de pedirle una sopa del restaurante ya que aquí no tenía para…

— No la quiero —la corto entregando el vaso.

— Pero joven, debe comer algo, el doct…

— Tiene cebolla —afirmó recostándose en la cama con los ojos cerrados, se veía agotado —no la quiero.

— Sin ofender joven, pero debería dejar de ser tan infantil al menos en este momento, tiene que comer, el doctor dijo que tiene las defensas bajas y… —su voz se fue apagando al notar que la miraba con una ligera sonrisa.

— ¿Estás preocupada por mí?

— Por supuesto que no, es solo que sería un problema para el hotel si usted muere aquí…

— Entonces no tengo porque hacerte caso —afirmó cerrando los ojos.

— Déjese de tontería y coma, cuídese un poco al menos ¿De qué le sirve trabajar tanto si luego no va a disfrutar los resultados?  —él sonrió nuevamente mirándola.

— Si estas preocupada —Jessie bufo.

— Si le digo que si ¿Comerá?

— Puede ser…

— Entonces le traeré la sopa, porque me muero de preocupación por usted joven.

— Ya te dije que eso tiene cebolla, no puedo comerla.

— Por dios, son solo cebo…

— Soy alérgico a ellas —la corto divertido sentándose, sonrió aún más al ver su cara de sorpresa que poco a poco se convirtió en vergüenza.

— Lo siento, no lo sabía —se disculpó en seguida.

— No tenías porque —se encogió de hombros restándole importancia —Es una de mis múltiples alergias.

— ¿Es por eso que no pide servicio a la habitación? —él asintió.

— Todos creen que son niñerías de mi parte, pero debo mantener una dieta un poco estricta si no quiero morir, ya sabes cosas sin importancia, simples tonterías —firmó divertido.

— Lo siento —volvió a disculparse apenada, lo había juzgado sin conocer sus motivos.

— No hay problema, no es un tema del que suela hablar, prefiero dejar que piensen lo que quieran.

— Igual debe comer algo —sentencio decidida. —Veré que puedo prepararle, pero necesitare una lista de sus alergias y de la dieta que debe seguir —esa petición lo sorprendió, nadie le había pedido eso, ni se habían interesado, muy pocas personas sabían de sus alergias de hecho, solo los trabajadores de sus restaurantes y sus médicos por su puesto, quizás un par de personas más, pero ni sus padres se habían preocupado por estar al pendiente.

— No creo que…

— Se quedará aquí tres semanas y yo tendré que atenderlo durante dos de ellas, debo saber esas cosas si le voy a coci…

— ¿Solo dos semanas?

— Tengo asuntos familiares –, respondió con calma —no cocino muy bien, pero me puedo esforzar... Solo necesito saber qué es lo que podría matarlo para evitar usarlo.

— O para hacerlo —sonrió divertido, ella solo bufó.

— Si lo quisiera muerto joven, no estaríamos hablando en este momento —amenazo y él solo alzo una ceja.

— Una mujer peligrosa —sonrió coqueto. —me gusta.

— La lista, ahora.

— En mi Tablet —antes de terminar la frase ya tenía el aparto en sus manos, busco rápidamente el documento que le había enviado su doctor y se la entrego, Jessie al ver la lista abrió los ojos sorprendida.

— Pero, si está vivo de milagro —casi grito horrorizada —por dios, es alérgico hasta al aire que respira, creo que mejor le compramos una pelota para hámster gigante y lo mantenemos vivo con nueces y agua... —afirmó aun mirando la Tablet, Cedric rio divertido —olvídelo, serán pasas, acabo de encontrar las nueces en la lista.

— Odio las pasas.

— Pues por lo visto son lo único que puede comer.

— Claro que no, hay muchas cosas que puedo comer.

— Seguro esa lista es más corta ¿La tiene por aquí? Se me hará más fácil memorizarla.

Luego de bromear un rato más Jessie salió de la habitación dispuesta a preparar algo para que comiera, no le sería tan difícil, ya lo había hecho antes, tras mirar lo que le quedaba en la nevera se decidió por una crema de calabaza con pollo y espinacas que a según el huésped le había encantado y luego de comer volvió a dormirse, aún se veía mal y según había afirmado se sentía peor por lo que Jessie estuvo el resto de la tarde pendiente de él, midiendo la fiebre, dándole el medicamento a su hora y mucha agua, a las cinco de la tarde le llevó la cena, estaba despierto.

— El doctor dijo que esta noche tiene que quedarse con alguien que lo pueda atender ya que la fiebre no ha bajado por completo y vuelve a subir... Si me da el número de alguien…

— Estaré bien solo.

— Pero no puede, si la fieb…

— Se cuidarme solo.

— Pero joven si llama a sus padres o a algún amig…

— Nadie vendrá —casi grito, dejo caer el cubierto en el plato y la miró molesto, apretando los puños con fuerza, al notar la expresión de Jessie se relajó y forzó una sonrisa —seguramente tendrán cosas más importantes que hacer y yo solo tengo una simple gripa, no hay de qué preocuparse —afirmó tranquilo —ya es tu hora de salida, vete de una vez o se te hará más tarde.

— Pero joven…

— Estaré bien, solo tengo que dormir, estoy cansado y con alguien aquí no podre descansar —le sonrió con calma mientras Jessie retiraba la bandeja de sus piernas y se acomodó dispuesto a dormir, aún le dolía la cabeza aunque no tanto como durante el día, en comparación era solo un eco del anterior, pero aun así molestaba, estaba empezando a sentirse mal nuevamente y aunque se había bañado y tomado el medicamento, la fiebre no había bajado del todo y en ese momento de seguro iba en aumento otra vez, pero no le importaba, solo quería estar solo y dormir, dormir mucho.

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