Valerie Ghill.Presioné el control para abrir el garaje de mi casa, no sabía ni como había llegado a ella, la pequeña Jordana, había pasado una noche muy intensa con sus coliquitos; le dije a mi cuñada por parte doble que pensara bien lo de las gotitas anti cólicos, no era Jordan, el que estaba sufriendo los espasmos por el dolor. Abigail, solo se carcajeó cuando le dije que agarrara la polla de su marido y se la retorciera, hasta que el dolor lo desfalleciera, haber sino iba buscar luego un analgésico o un anti inflamatorio, para seguir usándola. No entendía este doctor de mierda, que no aceptaba un anti cólico para la bebé. Apagué el vehículo dándome cuenta que el de Samuel, ya no estaba, quizás ya hasta había llevado a nuestro hijo a sus clases. ─ Buenos días, ─ saludé a Maigualida, ella era la señora que me ayudaba en la cocina y en los deberes de la casa.─ Buenos días, señora Valerie. ─ Saludó sonriendo.─ Huele rico, ─ le dije acercándome hasta la cocina y revisando
Valerie Ghill.Me sequé y vestí apresurada haciendo a un lado mis pensamientos, salí casi corriendo de la habitación, preguntándome ¿Cómo haría Ashley? Sonreí, pensando que la juventud es gloriosa.─ ¿ Y si de verdad Samuel, me estaba engañando con una mujer mucho más joven que yo? ─ Pensé con nerviosismo.─ ¡Dios mío¡ debía despejar mi mente o me volvería loca, ─ pensé apresurando me y saliendo corriendo de mi casa.Llegué al colegio de mi hijo, ya solo faltaban tres niños, porque los buscaran.─ Mamá ¿Por qué llegas tan tarde? ─ Preguntó mi hijo, subiendo al automóvil.─ Lo siento, tesoro. Me he quedado dormida, tú primita sigue malita con sus cólicos y tú tía Abigail y yo, pasamos la noche en vela tratando de calmarla, ─ le dije ─ ¿Por qué nació con ese problema? ─ Preguntó mi hijo, con un tono de voz un poco preocupada.─ En realidad no es tan grave tesoro, le sucede a casi todos los bebés, en las primeras semanas de nacimiento. Ellos no están acostumbrados a una aliment
Valerie Ghill.─ Ni en vacaciones, puedes negarte a planificar un evento, ─ sonríe Samuel. Me desvisto e ingreso con él, en el Jacuzzi, así me hubiese duchado anteriormente. Compartir el baño con mi esposo, siempre ha sido excitante. Tomo una esponja y comienzo a frotar su cuerpo, siempre era muy dedicada a él, recorro cada parte de su piel, no solo con la esponja, sino con mis manos. Deseaba eliminar todos los estragos, de esa espantosa pesadilla y dejar la paranoia de una vez por todas. Samuel, me quita la esponja cuando culmino con su cuerpo y comienza a frotarla por el mío. Estos momentos de placeres son los que me despejan las dudas, aunque después vuelvan. Tomo su miembro y lo acaricio, noto que está semi erecto, algo que me extraña, sobretodo, porque no es la primera vez que sucede, ya esta es la quinta vez y eso me descontrola; me hace pensar que ya no me desea tanto como antes. Lo estímulo, buscando más dureza. Samuel, busca mis pechos llevándose uno a su boca, mientr
Valerie Ghill.─ Ya casi vamos a cenar, para después marcharme a casa de tú tío, Jordan. ─ Le dije a mi hijo.─ Yo me quedo, prefiero aguantar a papá, ─ mencionó después de bufar. Pasé a mi habitación, para vestirme. Samuel, estaba viendo televisión, apenas se dio cuenta de mi presencia buscó mi mirada. Parece mentira, que mi pecho latiera tanto, solo por ingresar a mi habitación y saber que allí estaría él, y que en toda la tarde no había salido de la habitación, ni siquiera para darme una explicación coherente, ni para decirme que teníamos que dialogar. Me vestí silenciosamente, preparé un pequeño bolso con una pijama y otra muda de ropa, para mañana mi encuentro con el dueño de la voz telefónica.─ En cinco minutos cenaremos, ─ le dije a mi esposo, una vez vestida y cruzando el umbral de la puerta. Me dirigí a la cocina, para ayudarle a Maigualida, a servir. Una vez listo todo en la Isla de la cocina Maigualida, se dirigió para llamar a los hombres de la casa. Así le decía el
Ashley FreetmanCulminé mi exposición, el profesor siniestro, me dejó de última, según él, fue llamando al que tenía las peores notas de primero, eso era para irlo avergonzando en clases; por eso se había ganado la fama del profesor siniestro.─ Felicitaciones, señorita Freetman. Ojalá su dedicación se hiciera un virus en la universidad, ─ espetó observando a mis compañeros, como si de verdad fuesen un virus muy contagioso. ─ Gracias, profesor. ─ Mencioné con debilidad. Caminé hasta la mesa que compartía con Mariluz, ya que Alexander, desde que se había enterado de mi relación con el profesor gruñón, se había alejado un poco, estando a estas alturas todavía disgustado.─ Te espero en la cafetería, ─ le dije a Mariluz, tomando mi morral y saliendo del aula de clases. Mi amiga, tenía que quedarse con tres compañeros más, que el profesor había nombrado para quedarse después de las exposiciones, respiré profundo deseando comunicarme con Noah, estaba muy preocupada y avergonzada del e
Ashley Freetman─ ¿Ya culminaron tus clases? ─ Preguntó mi novio.─ Sí, tengo clase nuevamente a las dos, ─ le respondí. ─ Espérame cinco minutos y saldremos almorzar, ─ propuso, aunque todavía era muy temprano para almorzar y yo, apenas hacía unos minutos había comido una torta, que no culminé en su totalidad. ─ Te espero afuera, ─ le susurré, el asintió, al llegar al umbral de la puerta, di el último vistazo hacia los profesores, observando a la coqueta profesora Black, quien casi le coloca las tetas a mi novio en su boca. Quedé asombrada, al notar que la profesora, no le importaba para nada los presentes, a la hora de coquetear. Noah, salió ocho minutos después, rodeó mi cintura sin importarle nada y nos dirigimos a la salida de la universidad.─ Este año académico finalizará con las pasantías en el hospital, ahora eres cuasi médico ─ sonrió al mencionar esa palabra.─ Las pasantías cubrirán la carrera de medicina y la especialización en pediatría, luego iniciarás a cumplir
Ashley Freetman─ Mariluz, deja ya el teléfono, ─ le dije un poco furiosa, ya eran las dos de la tarde y no habíamos culminado. Noah, estaba más gruñón que nunca, para completar el jueves y viernes había salido muy tarde de sus consultas y estaba disgustado, porque no me quise quedar en la casa de su padre, a pasar la noche. ─ Vamos, Ashley. Dime que tú no estás igual que yo, con ganas de salir corriendo a los brazos de nuestros galanes, ─ murmuró haciendo un puchero. ─ Y si sigues pegada en el teléfono nos tardaremos más, ─ la contradije, ella soltó el teléfono desanimada, tomó su portátil y yo, seguí en mi computadora de mesa; tenía la ventana abierta, pero no había tenido ni tiempo de asomarme, también era que no deseaba que Mariluz, se diera cuenta lo que sucedía frente a mi ventana. ─ ¿Cómo surgió la relación entre el gruñón y tú? ─ Preguntó mi amiga, desviando la mirada de la pantalla de la portátil. ─ Hace un poco más de un año, nos besamos, ─ le respondí.
Ashley Freetman─ ¿Cómo puedo contentarlo, profe? ─ Pregunté mordisqueando su cuello.─ Entonces piensa en como deseo que me consientas, ─ siseó y estaba segura que sonrió. No podía observar sus ojos, pero su bulto me indicó que le gustaba lo que le hacía.─ Te amo, ─ volví a su oído susurrándole, llevando mi mano hacia su entrepierna y acariciándolo por encima del vaquero. ─ Ashley, estoy conduciendo, ─ expresó con voz enronquecida.─ Sigue haciéndolo, ─ le propuse, mordiendo su cuello y bajando el cierre de su vaquero, metí mi manito y busqué el miembro erecto dentro de su bóxer, lo observé y estaba bastante crecido. Comencé a mover mi mano por inercia, sobre su pene caliente. Noah, hizo un suspiro ronco, mordí su cuello, moviendo mi mano con un poco más de ritmo. Unos minutos después Noah, estacionó el vehículo, reclinó el asiento del conductor y desabrochó su pantalón, dando más libertad a su miembro, rodeó mi cintura acercándome a su cuerpo.─ Móntame, ─ pidió con voz j