Monk era el único amigo que Knut nunca rehusaba ver, aunque las actividades sociales le aburrían al joven CEO. Solo él tenía el privilegio de convocar al exclusivo grupo de amigos de Knut, que siempre acudían a sus invitaciones. Una de ellas llegó a la casa Meyers, donde Astrid contemplaba el traje sobre la cama. Sin darse cuenta, se mordía el interior de la mejilla con nerviosismo.Astrid se preguntaba qué camisa y traje le quedarían mejor a Knut. ¿La camisa vino con el traje negro, o la camisa blanca con el traje vino? Solo podía esperar a que él llegara para ver cómo le quedaban los colores. Pero si no le gustaban, seguro que le haría un escándalo y le echaría la culpa de arruinarle la boda de su mejor amigo. Porque sí, eso era lo que decía en la invitación, era sobre la boda de Monk y Natalia. ¿Quién pensaría que una pareja que se creó en la adolescencia, en el último año de escuela, iba a llegar tan lejos? ¡Incluso ahora se están casando! ¡Por amor! ¡Eso es muy fascinante y raro
Knut se sentía fuera de lugar en esa boda soporífera. Por supuesto, se alegraba por Monk y Natalia, pero él no era de esas celebraciones. Le costaba mucho soportar las reuniones sociales, incluso las que tenía que asistir como CEO de Energy Corporation. Así que esto era un suplicio para él.Su esposa, en cambio, parecía disfrutar del momento. Tenía una copa de champagne en la mano y una sonrisa en los labios.Astrid miraba con indiferencia a los demás invitados. Algunos bailaban con suavidad, otros picoteaban los aperitivos de lujo. Un ambiente bastante agradable, si te gustaba ese tipo de cosas.—¡Astrid! ¡Knut! ¿Qué tal la fiesta?Natalia se acercó a ellos tan rápido que Astrid estuvo a punto de derramar su copa, pero logró recuperar el equilibrio y le devolvió la sonrisa a la novia.Knut la saludó con una sonrisa forzada y un leve movimiento de cabeza, recordando el altercado que casi le cuesta caro, antes de salir de la mansión.—Estoy muy bien, Nat. La fiesta es increíble, la com
El nombre de Marietta golpeó a Astrid como un rayo, haciéndola temblar de pies a cabeza. Sus oídos se pusieron alertas, buscando alguna explicación.—¿Marietta? ¿Le diste cien de los grandes a Marietta? —preguntó con voz entrecortada, después de un largo silencio de incredulidad.Knut la observó con extrañeza, sin entender por qué su enemiga estaba tan alterada. Pero no tuvo tiempo de indagar más, pues su esposa ya se había lanzado con sus tacones altos y su vestido deslumbrante hacia la salida del lugar, al darse cuenta de la situación. Él la siguió a prisa, sin perderla de vista. Al llegar junto a la pareja de recién casados, Astrid se pintó una sonrisa falsa en el rostro.—Perdona, Natalia, pero creo que el pavo asado me ha sentado fatal…Astrid sintió una punzada de rabia al ver el destello de compasión en los ojos de la mujer, como si supiera algo. ¡No tenía ni idea! Así que no le dejó tiempo para decir nada.—Dale un beso a Monk de mi parte ¿Sí? ¡Hasta luego!No se molestó en mi
Knut sintió un tierno cosquilleo en el pecho cuando Astrid se aferró a la punta de la manga de su traje, como si no quisiera soltarlo nunca. Ojalá pudiera ir a buscar a Marit y sacudirla hasta probarlo a su esposa y que entendiera que él era inocente, pero su corazón se rompía al pensar en dejar a Astrid, peor cuando estaba llorando de esa manera.Astrid logró calmar su corazón agitado en el cálido abrazo de Knut y escondió la tristeza en sus ojos. Mientras sentía el suave balanceo del automóvil sobre la carretera.—¡No hay nadie llorando aquí! ¡O quizás seas tú!—Se separó de él y canturreó. Sus ojos brillaban con lágrimas no derramadas, pero su voz era suave como la seda. Parecía una niña traviesa que buscaba consuelo, y Knut se rió como un tonto.Astrid era una esposa adorable y una enemiga temible cuando se ponía caprichosa. Knut no podía resistirse a su encanto, por lo que en su interior, en su mente le suplicó con voz ronca: "Por favor, no me mires así, o... o me voy a enamorar d
Ella se revolvía en la cama, incapaz de conciliar el sueño. La rabia que sentía por Knut y sus tonterías le hacía dar vueltas en su mente, como si estuviera atrapada en un carrusel sin fin. Se recordó a sí misma que debía relajarse y dormir algo, pues al día siguiente tenía que ocuparse de las tareas domésticas y preparar el almuerzo para Klas.Pero apenas logró cerrar los ojos unos minutos, cuando se despertó de nuevo, empapada en sudor y con el rostro en llamas. Fue entonces cuando se dio cuenta de que su malestar no era solo por el enfado con Knut, sino por la fiebre que la consumía.Con un jadeo, se incorporó en la cama y miró a su lado, sintiendo un dolor punzante en las sienes. Knut seguía durmiendo plácidamente, roncando como un oso.Ella se sintió abrumada por las ganas de llorar, no solo por el malestar físico que la aquejaba, sino también por la indiferencia de su esposo. Antes, Knut la mimaba y la cuidaba cuando se enfermaba, siempre atento a sus necesidades y dispuesto a p
Knut acarició el cabello de su esposa mientras que con la otra le colocaba una pastilla gris seca en la boca. No esperó a que ella rechistarara, rápidamente le acercó un vaso de agua. Astrid bebió el agua y la medicina, haciendo una mueca de disgusto.—Knut, qué amargo es esto…—susurró—. Es horrible.Knut dejó el vaso a un lado y no pudo resistirse a besarla en los labios, saboreando el amargor para liberarla del sufrimiento del gusto feo. Se separó solo cuando estuvo seguro que nada más incomodaría a su esposa.El doctor Katzenbach se sonrojó y apartó la vista avergonzado. ¡Él había venido como médico, no como testigo de su amor rebosante! Es de mala educación comer frente a quien está hambriento…Knut sentía una profunda angustia en su alma y ya no recordaba que la mujer que abrazaba era su enemiga ni alguien con la que tenía que mantener la guardia alta. La estrechó contra su pecho y le dio varios besos en la frente.Astrid ya no sentía el amargor en la boca, y se relajó en los bra
—Muy bien, muchas gracias, doctor—Knut despidió al médico en la puerta luego de recibir las instrucciones de como reaccionar si Astrid volvía a tener síntomas—. Voy a llevarla al hospital en donde trabajas si no tengo más opción o si no mejora.—Sería lo mejor—coincidió el doctor mientras quitaba un folleto de la maleta y se lo entregaba al joven CEO—. Aquí hay más información sobre lo que sospecho que es y números de teléfono para emergencias. Nos vemos, señor Meyers.—Adiós, gracias de nuevo.Lo que tiene Astrid, según el doctor Katzenbach, no es grave, pero si molesto. Por lo que la recuperación debe ser larga.Knut movió el cuello, haciéndolo crujir satisfactoriamente. Uf, es fin de semana pero aún así tiene que trabajar en un proyecto de largo plazo de la empresa. Según estadísticas, si el proyecto comienza a más tardar dentro de dos semanas, las subas estarán por encima del 80% de ganancias, sin contar con el aumento considerable de inversores extranjeros. Es un proyecto bastant
—¿Qué?—Astrid se indignó—. ¿Reducir la fiebre? ¿Eso es todo?—Hmmm, sí, yo también se los dije, pero no te preocupes, conseguiré la manera, solo no te estreses, por favor, tu cabeza te dolerá peor. Cálmate.El CEO se mordió la lengua. Mierda, se le ha salido y ahora sabe que su esposa estará peor.¡¿Que se calmara?! ¿¡Que se jodidamente calmara!? ¡Eso la hace enfurecer más!Astrid agarró la camisa del rubio y lo hizo agacharse hasta su altura. Tenía la cara roja y las mejillas hinchadas.—¡Estoy malditamente calmada! ¿¡Acaso crees qué…!?Casi se cae cuando el mareo la invadió de nuevo. Knut se apresuró a sujetarla por la cintura.—Epa, ¿Estás bien?—Mi cabeza está palpitando…—Te lo dije, ven, déjame ver—Knut le acaricia la frente y sisea—. ¡Estás ardiendo!Astrid gime, entonces el CEO la levanta en brazos y la lleva a la habitación más cercana. La habitación de invitados.—Vale—Knut la sienta en la cama mientras él se arrodilla frente a ella—. El doctor Katzenbach me dijo que es una