Capitulo 42

(Filippo Valentini)

Abro los ojos y, me siento mareado por el dolor punzante que me azota, vuelvo a cerrarlos. No sólo me duele la herida, sino también la cabeza, los huesos, las articulaciones, ¡absolutamente todo en mí! ¡Cazzo!

Me siento deshidratado y ardiendo, como si el fuego me salpicara directamente sobre la piel, me retuerzo en un vano intento de librarme de este calor infernal. ¡Mierda! ¡Me siento atrapado! Odio sentirme así, me trae recuerdos que me persiguen por la noche en forma de horribles pesadillas.

Al cabo de un rato, intentando no concentrarme en el dolor, siento de pronto que un par de manos suaves descienden sobre mí con un paño húmedo, que me pasan suavemente por la cara. Dejo escapar un suspiro sintiéndome aliviada, alzo la mano hacia la fuente del frescor y la suavidad, agarrándola desesperadamente, como si fuera el último hilo de esperanza, el último rayo de luz.

- Filippo, no -la voz de una mujer se queja conmigo- Quédate quieto, déjame cuidar de ti, amato.

Es
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