(Filippo Valentini)Después de dos horas, estando seguro de que Renata está profundamente dormida, retiro con cuidado su cabeza de mi pecho, la cambio de lugar con una almohada y Renata juguetea con mi reemplazo.La noche no terminó como estaba planeado, supuse que traerla a vivir conmigo me haría llegar más rápido a mi objetivo de follármela, pero cada vez que estoy cerca de hundirme en sus carnes, ocurre algo que se interpone y me está volviendo loco, estoy a punto de perder la paciencia, que ya es muy poca.Hoy casi pierdo la cabeza, dije lo que no debía, no pensaba echarle en cara que antes tenía mucho sexo, pude ver la decepción en su cara, pero mi rabia y frustración hablaron tan alto que me alegré de haberlo dicho, me he estado conteniendo demasiado tiempo y así ella se da un golpe de realidad, soy un hombre y necesito satisfacer mis necesidades. Ella cree que puede jugar conmigo, pero las cosas no funcionan así, en este juego, el campeón siempre seré yo. Pero confieso que esc
(Renata Pellegrini)Me despierto con el estridente ruido del despertador de mi móvil, me estiro perezosamente en la cama, he acabado durmiendo mejor de lo que esperaba, miro y Filippo no está, ni siquiera he visto a qué hora ha vuelto, anoche me desmayé.Se abre la puerta del baño y el olor de Filippo se extiende por la habitación, vuelvo la mirada hacia él y se me calienta toda la cara, aún no me he acostumbrado a que su cuerpo esté tan expuesto como ahora. Sólo lleva una toalla en las caderas y en ese momento, observándolo con detalle, siento una ligera envidia de las pequeñas gotas de agua que resbalan descaradamente por su cuerpo.- ¡Buona giornata, ragazza! - me saluda desde atrás, me quedo mirando su espalda ancha y fuerte, quería pasarle las uñas por encima.- ¡Buenos días! - Le devuelvo el saludo.- Creo que así disfrutarás más de la vista -dice dándose la vuelta, cogiéndome por sorpresa.Ensancho los ojos cuando su toalla se va al suelo dejando toda su hombría al descubierto,
(Renata Pellegrini)- ¿Hay algún problema, señorita? - pregunta de repente el Sr. Lucas Parmanel al subir al ascensor. Desde que me convertí en secretaria y asistente personal de Filippo, nunca necesité hablar directamente con el vicepresidente, el intercambio de información siempre se producía entre Sofía y yo.- N-no, señor -respondo, extrañamente sorprendida por su pregunta.- Estabas perdido porque Filippo no apareció hoy. ¿He acertado?- Pues sí.- Escucha mi consejo, acostúmbrate, ha pasado que no ha aparecido en más de una semana.- ¿Por qué? - pregunto perpleja.- No es asunto nuestro, Filippo no es el tipo de hombre al que le guste dar explicaciones.- Entendido - hablo, cojo el móvil y compruebo una vez más que no hay mensajes.Estoy disgustada, no ha aparecido y ni siquiera ha enviado un mensaje. Salgo del ascensor marcando el número del conductor, pero la notificación de nuevo mensaje me hace detenerme y abrir la app de mensajería:Filippo, mio amato: Nos vemos en el cine,
(Renata Pellegrini)- No te acerques, ¡fuera! No, por favor, ¡para, para, PARA! -grita Filippo haciendo que me despierte asustada, enciendo la luz de la lámpara que tengo al lado- No papá, por favor, me duele, ¡para! - susurra con la voz entrecortada por el llanto.Miro su cara sudorosa, su semblante asustado, Filippo empieza a revolverse en la cama, sus brazos le cubren todo el tiempo la cara y el pecho, como si intentara protegerse de algo. Se me estruja el corazón, está llorando mientras tiene la pesadilla.- Por favor, ¡para! -sigue gritando- Dejad en paz a mis hermanos, ¡la culpa es mía!"La fiebre lo está haciendo delirar". - Pienso mientras me levanto, me acerco a la mesita de noche junto a su cama, mojo la franela en el agua fría, su almohada está empapada en sudor.- ¡No te acerques más! ¡No me toques! - sigue gritando, ahora moviendo también las piernas.Siento que un escalofrío me recorre la espalda, nunca lo había visto así, me da miedo, es la primera vez que veo a alguien
(Filippo Valentini)Abro los ojos y, me siento mareado por el dolor punzante que me azota, vuelvo a cerrarlos. No sólo me duele la herida, sino también la cabeza, los huesos, las articulaciones, ¡absolutamente todo en mí! ¡Cazzo!Me siento deshidratado y ardiendo, como si el fuego me salpicara directamente sobre la piel, me retuerzo en un vano intento de librarme de este calor infernal. ¡Mierda! ¡Me siento atrapado! Odio sentirme así, me trae recuerdos que me persiguen por la noche en forma de horribles pesadillas.Al cabo de un rato, intentando no concentrarme en el dolor, siento de pronto que un par de manos suaves descienden sobre mí con un paño húmedo, que me pasan suavemente por la cara. Dejo escapar un suspiro sintiéndome aliviada, alzo la mano hacia la fuente del frescor y la suavidad, agarrándola desesperadamente, como si fuera el último hilo de esperanza, el último rayo de luz.- Filippo, no -la voz de una mujer se queja conmigo- Quédate quieto, déjame cuidar de ti, amato.Es
(Filippo Valentini)- Gracias -le agradezco cogiéndole el móvil de la mano, ella no dice nada, solo recoge los platos de la mesa llevándolos al fregadero. - ¡Fratello!- ¿Dónde estabas cuando te llamé por tres días y no contestaste? - grita Matteo al otro lado de la línea hablando en inglés, si me habla así es porque no está solo, probablemente nuestra madre, o su mujer, estén cerca.- Durmiendo - respondo.- Durmiendo - repite irónicamente mi respuesta, sonrío al imaginar la cara que debe estar poniendo mi hermano ahora mismo. Matteo entre los tres hermanos es el más serio, odia las bromas, piensa que son una pérdida de tiempo. - Ah, así que la bella durmiente recibió un besito después de tres días y se despertó, qué cosa más linda -habla irónicamente, Matteo no será bromista, pero la ironía lo acompaña.- Me han disparado - aclaro antes de que se cabree aún más conmigo, no es buena idea cabrearle.- ¿Y desde cuándo un disparo es capaz de noquear a un Valentini, cazzo!? ¿¡Estás jugan
(Renata Pellegrini)No puedo seguir mirándole. Los recuerdos de él gritando que nunca haría daño a sus hijos y que los defendería con su vida si tuviera que hacerlo, seguían resonando en mi mente. No podía evitarlo, las escenas seguían proyectándose en mi mente. Estamos saliendo y viviendo juntos, pero no sé nada de él. Pero por lo que me dijo por teléfono, van a venir aquí, no pude soportar guardármelo por más tiempo.- Sé que llevamos poco tiempo juntos. - Empiezo a hablar, el tono de mi voz no oculta lo nerviosa que estoy, tengo la boca seca, me la humedezco con la lengua. - Pero tenía derecho a saber de tus hijos, sobre todo porque vienen hacia aquí y ni siquiera me has dicho de su existencia. - Termino de hablar y me cruzo de brazos, estoy enfadada con él.- ¿De dónde has sacado esa idea? - me pregunta, haciéndome mirarle de nuevo.- Mientras estabas febril empezaste a gritar sobre ellos.- ¿Qué he gritado?- ¿De verdad tengo que repetirte lo que me has dicho? - Pongo los ojos en
(Renata Pellegrini)- ¿Adónde vais? - pregunta Filippo.- A la contina. - Respondo sin mirarle y salgo del ascensor. - Aún faltan cinco minutos para que empiece mi jornada laboral.No espero respuesta, me doy la vuelta y voy directa a la cantina, no tardo ni dos segundos en encontrar a la chica pelirroja, está sentada con Caio, armándome de valor me acerco a ellos y arrastro una de las sillas libres de la mesa.- Buenos días. - saludo al sentarme.- Buenos días. - Caio y Amanda responden juntos, no puedo evitar sonreír, por lo que parece Caio ha conseguido convencer a Amanda.Miro agradecida a Caio que solo me sonríe, mordiéndome el labio inferior vuelvo a centrar mi atención en Amanda, estaba echando mucho de menos a mi mejor amiga.- Amanda -la llamo- Tú, eh...- Realmente es una pequeña zorra- dejo de hablar cuando oigo que alguien susurra, y tengo la impresión de que se trata de mí, reconozco esa voz, es la mujer que me dijo que tuviera cuidado al cruzar la calle, porque nunca se