La amistad entre Alessia y Rebeca había sido como un hilo dorado que unía sus corazones. A pesar de los problemas que la vida les había dado, siempre encontraban consuelo y apoyo en la compañía de la otra. En los días soleados, paseaban juntas por las calles de Valencia, compartiendo risas. En las noches lluviosas, se refugiaban en sus habitaciones hablando de sueños y anhelos.Rebeca admiraba la dedicación de Alessia por el modelaje y la valentía que mostraba al enfrentar los desafíos de la vida. Alessia, a su vez, encontraba en Rebeca una confidencia sincera y un hombro en el que apoyarse cuando las cosas se volvían difíciles. Juntas, habían tejido una red de confianza y complicidad que trascendía las palabras a lo largo de los años.Sin embargo, cuando el amor tocó a sus puertas, su amistad tambaleó, a pesar de que Rebeca se mantuvo fiel a su amistad, Alessia de cierta manera no lo hizo, lo que llevo a qué se quebrara lo que tanto las unía.¿Sería difícil arreglar las cosas ahora?
—Cuídate —Rebeca abrazo a Kelvin, su corazón latía con un miedo que no podía controlar.—Tranquila —Kelvin la apretó más contra su cuerpo. Sentir sus abrazos lo llenaba de calma y esperanza.—No tardes.—Cariño, tranquila, solo voy a hablar con ella, a dejarle claro las cosas, confía en mí, te amo a ti. Alessia siempre será como una hermana para mí, por lo que haga lo que haga, no me hará cambiar de opinión, ni tampoco me dejaré seducir por ella, estoy claro en lo que siento por ti.Escuchar esas palabras le dio tranquilidad a Rebeca. Antes de irse, ambos se despidieron con un beso.—Es necesario que eso pase, hija —Evelin se acercó a ella, colocando sus manos en los hombros de su hija.—Lo sé, quizás es miedo a que Alessia lo haga cambiar de opinión.—No lo creo, ese muchacho se fue lejos, solo para aclarar sus sentimientos. Y cuando se ama de verdad, nada cambia eso.—Tienes razón mamá.—Vemos una película, ¿qué te parece?—Sí, es una buena idea —Rebeca sonrió—. Por cierto, ¿dónde e
La casa estaba en silencio cuando Alessia entró. El eco de la confesión de Kelvin resonaba en su mente, y su corazón latía con una mezcla de dolor y rabia. Sin pensarlo, se dirigió a su habitación, cerrando la puerta tras de sí.Allí, en la oscuridad solo con el resplandor de la luna, Alessia comenzó a destrozar todo a su paso. Los libros que tenía en un pequeño estante, volaron, los cuadros se hicieron añicos contra la pared y las almohadas sufrieron su ira. Cada objeto parecía un recordatorio de su corazón roto, y ella necesitaba liberar la tormenta que la consumía.Las lágrimas caían por sus mejillas mientras arrojaba un jarrón al suelo. ¿Cómo había llegado a este punto? ¿Cómo había permitido que sus sentimientos la llevaran a un callejón sin salida?Entonces, la puerta se abrió y la luz del pasillo se filtró en la habitación, Alessia se giró, esperando ver a su padre y una posible reprimenda. Pero no era él quien entraba.Era su mamá.La mujer se quedó en el umbral, observando el
Meses después Kelvin estuvo de regreso en Valencia, luego que Blaise tuvo una mejoría en su salud. —¿Cómo está tu bisabuelo? —pregunto Rebeca mientras comían un helado. —Se encuentra mejor —dijo Kelvin un poco desganado—. Pero temo que esta recuperación solo sea una ilusión. —Te entiendo cariño, cuando uno ya tiene esa edad todo pende de un hilo delgado. —¿Qué harás el fin de semana? —pregunto Kelvin para cambiar un poco la conversación, pensar en que si bisabuelo no esté un día, le partía el corazón. —Nada en específico, son mis días libres, ¿quieres pasarlos conmigo? —He estado trabajando en un proyecto —revelo Kelvin. —¿En serio? —Rebeca lo miro sorprendida. —Si, en parte es una sorpresa que quiero darte, el sábado es la inauguración. —¡Wow! Ahí estaré, no me la perderé por nada del mundo. Después de pasar una tarde juntos, cada quien fue a su casa, y el sábado llegó, el aire estaba cargado de expectación. Rebeca se vistió con su mejor atuendo y se dirigió a la i
Noemí estaba sentada en el banco que estaba en su jardín, con las lágrimas corriendo por sus mejillas. La cita había sido un desastre. El chico con el que había salido se había burlado de ella por jugar fútbol, diciendo que era un deporte para hombres y que no era “femenino”. Las palabras de él la habían herido profundamente. Otniel, que había ido de visita, se acercó y se sentó a su lado. Había estado observando desde la ventana que conectaba con el jardín y sabía que algo no estaba bien. —Noemí, ¿qué pasó? ¿Por qué estás llorando? —pregunto Otniel con voz suave. Noemí levantó la mirada, sus ojos llenos de tristeza y frustración. —Fue horrible, Otniel. Él… él se burló de mí porque juego fútbol. Dijo que no es algo que una chica debería hacer —respondió Noemí entre sollozos. Otniel frunció el ceño, sintiendo una mezcla de enojo y tristeza por su amiga. —Noemí, no dejes que las palabras de alguien así te afecten. Eres increíblemente talentosa y apasionada por el fútbol. Eso
—¿A quién le damos una paliza? —pregunto Kelvin entrando en la habitación de su hermana con una expresión seria en el rostro, al enterarse de que alguien se atrevió a humillarla.Noemí levantó la vista de su libro y soltó una carcajada dejando el libro a un lado.—ja, ja, ja, No te preocupes, Otniel se encargará de él.—¿Otniel? —Kelvin frunció el ceño, cruzando los brazos—. Eso no se vale, tu hermano soy yo, no él. Así que debo defenderte, dime, ¿quién fue la rata que se atrevió a humillarte de esa manera?Noemí soltó una risa y se levantó de la cama, caminando hacia su hermano.—Los amigos también defienden ¿o no?—Otniel, hasta en la sopa me lo encuentro —Kelvin hizo una mueca de fastidio.—Es tu cuñado.—Aja—¿por qué no lo quieres?—Digamos que no somos tan cercanos, por algunos roces que hemos tenido, pero eso no es un cuento que te interese.—Otniel es como tú, muy protector con las personas que quiere y siempre defiende a los suyos, está listo para pelear.—Me imagino que ya l
Rebeca se detuvo frente a la puerta de la casa de Alessia, su corazón latiendo con fuerza. Habían pasado algunas semanas desde la última vez que se vieron, y aunque los recuerdos de su amistad eran cálidos, el tiempo y las circunstancias las habían distanciado un poco. Con un suspiro profundo, tocó el timbre.Alessia abrió la puerta, sorprendida al ver a Rebeca allí. No esperaba su visita, aun así en sus ojos se notaba la alegría que tenía por su presencia.—Rebeca, ¡qué sorpresa! —exclamó Alessia, esbozando una sonrisa.—Hola, Alessia. ¿Puedo pasar? —preguntó Rebeca, nerviosa.Alessia asintió y se hizo a un lado para dejarla entrar. Se dirigieron a la sala, donde el sol de la tarde iluminaba suavemente los muebles. Rebeca se sentó en el sofá, jugueteando con el borde de su bolso.—¿Cómo has estado? —preguntó Alessia, rompiendo el silencio—. Tiempo sin verte, hasta tu cabello está un poco largo.—He estado bien, gracias. —Rebeca tomó aire antes de continuar—. Algo ocupada, tanto que n
El sol brillaba intensamente en el cielo, bañando el campo de fútbol con su luz dorada. Noemí corría con determinación, su cabello recogido en una coleta alta que se movía al ritmo de sus pasos.El partido estaba reñido, pero ella no se dejaba intimidar. Con un hábil movimiento, esquivó a una defensora y lanzó el balón con fuerza hacia la portería.¡Gol!Sus compañeras de equipo la rodearon, celebrando con entusiasmo, ya que con ese gol, ganaban el juego.Después del partido, Noemí junto a Sara se dirigieron al vestuario para cambiarse. Mientras se ponía una camiseta fresca y unos jeans cómodos, pensaba en lo bien que se sentía haber ganado.—Espero que lleguemos a ser internacionales algún día —dijo Sara.—Por supuesto que sí amiga, ya lo verás, aunque si lo piensas bien —Noemí se detuvo y con una expresión pensativa añadió—. Ya lo somos, hemos estado en la portada de los periódicos.—Tienes razón amiga, ya hemos logrado una parte del proceso.Al salir del vestuario, vio a Otniel esp