Rebeca se detuvo frente a la puerta de la casa de Alessia, su corazón latiendo con fuerza. Habían pasado algunas semanas desde la última vez que se vieron, y aunque los recuerdos de su amistad eran cálidos, el tiempo y las circunstancias las habían distanciado un poco. Con un suspiro profundo, tocó el timbre.Alessia abrió la puerta, sorprendida al ver a Rebeca allí. No esperaba su visita, aun así en sus ojos se notaba la alegría que tenía por su presencia.—Rebeca, ¡qué sorpresa! —exclamó Alessia, esbozando una sonrisa.—Hola, Alessia. ¿Puedo pasar? —preguntó Rebeca, nerviosa.Alessia asintió y se hizo a un lado para dejarla entrar. Se dirigieron a la sala, donde el sol de la tarde iluminaba suavemente los muebles. Rebeca se sentó en el sofá, jugueteando con el borde de su bolso.—¿Cómo has estado? —preguntó Alessia, rompiendo el silencio—. Tiempo sin verte, hasta tu cabello está un poco largo.—He estado bien, gracias. —Rebeca tomó aire antes de continuar—. Algo ocupada, tanto que n
El sol brillaba intensamente en el cielo, bañando el campo de fútbol con su luz dorada. Noemí corría con determinación, su cabello recogido en una coleta alta que se movía al ritmo de sus pasos.El partido estaba reñido, pero ella no se dejaba intimidar. Con un hábil movimiento, esquivó a una defensora y lanzó el balón con fuerza hacia la portería.¡Gol!Sus compañeras de equipo la rodearon, celebrando con entusiasmo, ya que con ese gol, ganaban el juego.Después del partido, Noemí junto a Sara se dirigieron al vestuario para cambiarse. Mientras se ponía una camiseta fresca y unos jeans cómodos, pensaba en lo bien que se sentía haber ganado.—Espero que lleguemos a ser internacionales algún día —dijo Sara.—Por supuesto que sí amiga, ya lo verás, aunque si lo piensas bien —Noemí se detuvo y con una expresión pensativa añadió—. Ya lo somos, hemos estado en la portada de los periódicos.—Tienes razón amiga, ya hemos logrado una parte del proceso.Al salir del vestuario, vio a Otniel esp
El sol brillaba intensamente sobre el jardín decorado con flores blancas y lilas, mientras los invitados tomaban asiento en las sillas elegantemente dispuestas. Kelvin, vestido con un traje azul marino impecable, esperaba nervioso al final del pasillo, sus manos ligeramente temblorosas. A su lado, su mejor amigo y testigo de su boda, Sebastián, le daba una palmada en la espalda para tranquilizarlo.La música comenzó a sonar, una melodía suave y romántica que llenó el aire de emoción. Todos los presentes se pusieron de pie y giraron sus cabezas hacia el inicio del pasillo. Rebeca apareció, radiante, en su vestido de novia de encaje, con un velo que caía delicadamente sobre sus hombros. Su cabello corto, semi recogido en un moño sencillo, dejando algunos mechones sueltos que caían como ondas.El vestido de Rebeca es una obra maestra de encaje y seda, confeccionado por una de las mejores diseñadoras de moda de Milán, Dalia Sallow.Ajustado en la parte superior, con un escote ilusión que
La música suave llenaba el aire mientras los invitados disfrutaban de la elegante recepción en el salón. Las luces colgantes brillaban como estrellas, creando un ambiente mágico. Alessia, con su vestido azul celeste, se encontraba cerca de la mesa de postres, todo lo que veía era una delicia para devorar. Sentía una mezcla de alegría y nostalgia, recordando los momentos compartidos con Rebeca.Manuel, con una sonrisa encantadora, se acercó con dos copas de champán en la mano. Su corazón latía un poco más rápido al verla.—¿Te gustaría una? —preguntó, ofreciéndole una copa a Alessia.—Gracias —respondió ella, aceptando la copa con una sonrisa que iluminaba su rostro—. La boda es hermosa, ¿verdad?—Sí, Kelvin y Rebeca realmente se esmeraron —dijo Manuel, observando a la pareja de recién casados bailar en el centro de la pista—. ¿Cómo los conoces?—Rebeca es mi mejor amiga —explicó Alessia, sus ojos brillando con cariño—. ¿Y tú? No esperaba verte por acá.—Los conocí hace poco, mi primo
El crepúsculo envuelve la casa de Ezra, pintando el cielo con tonos de fuego. Manuel está sentado en la mesa del comedor, rodeado de planos y bocetos arquitectónicos. La tensión en el aire es palpable, y Ezra sabe que no puede seguir guardando sus preocupaciones.—Manuel —dice Ezra, su voz cargada de gravedad—. ¿Qué es lo que realmente quieres con Alessia?Manuel frunce el ceño, claramente sorprendido por la intensidad de la pregunta.—¿De qué estás hablando, Ezra?—Sabes exactamente de qué hablo —responde Ezra, sintiendo cómo la preocupación se convierte en una presión en su pecho—. Tu última relación terminó en desastre porque te obsesionaste, entenderás que no quiero que Alessia pase por lo mismo.Manuel aparta la mirada, su mandíbula se tensa.—Lo sé, Ezra. Cometí errores terribles con Vannesa. Pero Alessia no es Vannesa No voy a repetir esos errores.—¿Cómo puedes estar tan seguro? —La voz de Ezra se eleva, traicionando su intento de mantener la calma—. No quiero verte destruirte
Noemí y Sara están en el campo de fútbol, disfrutando de un partido amistoso. Ambas están sudando y riendo mientras corren tras el balón.—¡Vamos, Noemí! ¡Tienes que marcar ese gol! —dijo Sara agitada mientras le pasaba el balón a su amiga.—¡Lo intentaré! —responde Noemí recibiendo el balón y corriendo hacia la portería.—Oye, ¿has pensado más en esa promoción?Noemí se detuvo por unos segundos.—Sí, pero todavía no estoy segura. No quiero dejar todo lo que tengo aquí.—Entiendo, pero es una gran oportunidad. Además, siempre puedes volver a visitarnos —Sara toma el balón y se lo pasa de nuevo.Noemí suspirando mientras dribla el balón.—Lo sé, pero me preocupa sentirme sola en la nueva ciudad. Y también está Otniel…—Ah, Otniel otra vez. ¿Estás segura de que no hay algo más entre ustedes? —Sara sonríe mientras corre a su lado.—¡No, ya te dije que solo somos amigos! Pero sí, me costaría dejarlo también —dice Noemí sonrojándose y riendo—. Ustedes dos son mis mejores amigos, también me
El tiempo fue corriendo como lo hace un atleta en una carrera y en un abrir y cerrar de ojos, ya los niños no eran niños y los adolescentes eran adultos.La lluvia caía suavemente sobre las calles empedradas de París mientras la familia de Gerald se dirigía al cementerio para despedir a su amado abuelo. El cielo estaba nublado y el aire frío parecía reflejar la tristeza que envolvía a todos los presentes.Gerald caminaba con la mirada perdida, sosteniendo la mano de su esposa y con sus hijos caminando a su lado. El dolor en su pecho era abrumador, no podía creer que su abuelo ya no estaría con ellos. Había sido un pilar en la familia, un hombre sabio y bondadoso que siempre había estado presente en los momentos más importantes de sus vidas.Al llegar al cementerio, se encontraron con una multitud de familiares y amigos que habían acudido para despedir al querido Blaise Garnier. Las lágrimas y los sollozos resonaban en el aire mientras el ataúd era descendido lentamente a la tierra.El
Alessia se detuvo frente a la puerta de la casa de Rebeca y Kelvin, su corazón latiendo con fuerza. Habían pasado meses desde la última vez que estuvo allí, y la razón de su visita hoy era dolorosa. Con el fallecimiento recientemente de Blaise, Alessia sentía la necesidad de estar con sus amigos en este momento de duelo. Tocó la puerta suavemente, y unos segundos después, Rebeca abrió. Sus ojos estaban hinchados por el llanto, pero al ver a Alessia, esbozó una sonrisa triste. —Alessia, gracias por venir —dijo Rebeca, abrazándola con fuerza. —Lo siento mucho, Rebeca. Blaise era… —Alessia no pudo terminar la frase, las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. Rebeca asintió, comprendiendo sin necesidad de palabras. La llevó al interior de la casa, donde Kelvin estaba sentado en el sofá junto a Gael, mirando fijamente una foto de su abuelo. Al ver a Alessia, se levantó lentamente. —Kelvin… —murmuró Alessia, sintiendo una mezcla de emociones. Su relación con Kelvin había sid