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AURORA (primera parte)

Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el infierno entregaron los muertos que había en ellos

Apocalipsis, 20:13

Pidan su absolución, el Diablo esta cerca, esta tierra está condenada

Profecía de Anneliese Michel, joven poseída por siete demonios que falleció durante el exorcismo en 1976

El barco de los muertos zarpará de la Playa de los Cadáveres y su tripulación tomará el Mundo y llegará hasta las orillas del Cielo

Dura será la tierra, con gran adulterio.

Una era de hachas, una era de espadas, de escudos destruidos, una era de vientos, una era de lobos, antes que el mundo se derrumbe;

Ni los hombres  se respetarán entre ellos.

Profecía del Ragnarok

Cuando los hombres vuelvan a las costumbres primitivas como si el tiempo marchara hacia atrás, los muertos resucitarán, los buenos destacarán entre los malos como una oveja blanca entre las negras,

Profecía de Zarathustra

¿Quién conoce el fin? Lo que ha emergido puede hundirse y lo que se ha hundido puede emerger. Lo satánico aguarda soñando en el fondo del mar, y sobre las ondulantes ciudades humanadas navega el apocalipsis.

H.P. Lovecraft

Guanacaste, Costa Rica, viernes 21 de diciembre

 Mi hermano Carlos, su novia Mariela, mi novio Bernal, y yo, que me llamo Aurora, nos enrumbábamos hacia una playa rural muy alejada y de difícil acceso. Para llegar a ella debíamos recorrer un sendero muy agreste y pedregoso a través de una inhóspita zona montañosa mediante el land-rover 4x4 de mi hermano y equipados con todo lo necesario para un buen paseo.

Por tardanzas achacadas a nosotras las mujeres —injustamente, claro— nos alcanzó la noche antes de llegar a nuestro destino y tuvimos que recorrer los montañosos páramos bajo las más absolutas tinieblas sólo rotas por los faros del automóvil.

 El trillo que atravesaba una serie de rocosas colinas y que conectaba la carretera principal con la famosa playa no estaba pavimentado ni nada cercanamente similar y el automotor brincoteaba constantemente conforme se trasladaba por entre las piedras, troncos y otros obstáculos naturales, franqueados por una enmarañada foresta de árboles secos y arbustos amarillentos resecados por el clima caluroso del lugar. Bajo la luz de la luna llena resultaba realmente lúgubre ese ambiente tan escabroso y desolado.

 Y, para crisparme más los nervios, una extraña figura estaba de pie a un lado del dificultoso trayecto. Por la lobreguez imperante fuimos sólo capaces de distinguir su forma humana al estar cerca. Era un hombre de edad madura, vestido con una camisa blanca y unos pantalones de mezclilla todos roídos y que se tambaleaba torpemente sin moverse demasiado del mismo lugar. Expedía un hedor repugnante y se notaba que estaba todo sucio.

 —Cierren las ventanas —recomendó mi hermano Carlos, fuera para evitar el ingreso del olor o para protegernos de cualquier exabrupto del misterioso individuo.

 Nos observó fijamente con una mirada inyectada de sangre en cuanto pasamos a su lado y pronunció un extraño e inhumano rugido similar a un gorgoteo siniestro.

 —¡Hijueputa borracho! —fue el comentario de mi hermano y seguimos el camino.

 Proseguimos el trayecto atravesando en las tinieblas aquel sendero tan lóbrego y macabro. Empezó a darme sueño y comencé a cabecear pero una noticia en la radio me espabiló un poco. 

 —¿OVNIS? —decía la voz del locutor— pues así como lo oyen, estimados radioescuchas, se reporta el avistamiento de OVNIS en Puntarenas, Limón y Guanacaste… por toda la costa, tanto la caribeña como la atlántica señores. O eso dicen los crédulos. ¡Pero estos son especiales! —adujo con cierta ironía en su tono— dicen que parecen orgánicos. Sí, así como lo oyen, los que informan al respecto aseguran que sobre los mares han estado sobrevolando unos objetos no identificados como hechos de carne o algún material natural. ¡Tal pareciera que pasaron de moda los OVNIS de luz o los platillos voladores!

  —Que idiotez  —dijo mi hermano y cambió la estación.

  —Antes era el chupacabras y luego las brujas de Guanajuato  —anunciaba otro locutor radial— y ahora la gente habla de monstruos en el cielo —se rió— sí, monstruos. Aunque las descripciones no se ponen de acuerdo tal parece que nadie sabe como son realmente. Todos coinciden en que vuelan pero hay quienes dicen que tienen alas de murciélago y otros aseguran que tienen tentáculos de pulpo, incluso algunos lo describen como un rollo de tripas volador. Acaban de subir un video a Internet… voy a verlo… ¡Diablos! ¿Qué es esa cosa…?

 Mi hermano apagó la radio y poco después arribamos a nuestro destino.

 La afamada playa en efecto era un lugar tranquilo pero estaba atestado de familias y grupos de amigos que acampaban a orillas del mar y de un estero subsidiario. Bajamos las maletas del auto y montamos un campamento con dos tiendas de acampar para cada pareja y una parilla en donde asamos sabrosa carne y consumimos buen licor. No hubo ningún otro imprevisto salvo el aullido lastimero y cacofónico de un perro que sonaba como un lamento de ultratumba.

 Todo mundo hablaba de los OVNIS, aunque mi hermano era escéptico y lo descartaba como una chabacanería sin importancia. La radio continuaba tocando el tema a cada rato, científicos de la NASA habían descartado los avistamientos asegurando que ninguno de sus sistemas de detección de cometas u otros cuerpos celestes había descubierto nada inusual entrando a nuestro sistema solar y mucho menos a la atmósfera. Entonces hubo quienes dijeron que venían del fondo del mar. Una fuente confidencial filtró que el gobierno de Estados Unidos había movilizado a la Fuerza Área y otros estamentos militares para investigar el tema y ya se escuchaban casos de histerias masivas provocadas en algunas zonas rurales.

 Esa noche mi novio y yo nos sumergimos en un pasional desenfreno carnal y no dormimos salvo por breves intervalos entre un encuentro sexual y otro.

 El día sábado pasó sin mayores contratiempos aunque las noticias que percibíamos en la radio habían empeorado. Reportaban motines violentos en diferentes países del mundo iniciados la noche anterior y como algunas naciones desarrolladas comenzaron a movilizar el ejército para contener los extraños estallidos de violencia incontrolable. Se reportaban incendios, toda clase de crímenes y actos atroces que los periodistas no quisieron describir, lo que nos hizo optar por cambiar la estación y escuchar música para alejar de nuestras mentes las desagradables noticias.

 Una nueva y plácida noche —aderezada con pasión— transcurrió sin mayores inconvenientes y luego llegó el día domingo (el día previo a nuestra partida programada para lunes en la mañana) y salvo por una discusión airada que tuve con mi novio Bernal nuevamente nada se salió de la rutina.

 El motivo de la discusión seguía siendo el tema de los malditos OVNIS. A horas del crepúsculo grupos de desconocidos empezaron a señalar hacia el horizonte y yo me acerqué. Vi lo mismo que ellos; un objeto sombrío muy extraño que sobrevolaba el mar y que luego se detuvo en un punto suspendido en el aire. Pero estaba demasiado lejos para divisarlo bien. A mí se me parecía a un gran y grotesco buitre de cuyo abdomen brotaban gusanos repugnantes… pero cada quien veía otra cosa. Bernal dijo que era sólo una nube negra.

 —¡No es una nube! –reclamé, y así empezó la discusión. Si tan sólo hubiera sabido… no debí malgastar esos momentos.

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