Elizabeth Collins.
Jamás imaginé que su condición para sacarme del hospital sería venir a quedarme en su departamento junto con él hasta que esté totalmente recuperada.
No me quedó de otra más que acceder con tal de dejar ese lugar tan deprimente, aunque sé perfectamente que es una locura. Su deseo de cuidarme no tiene límites y ahora estoy aquí ya instalada por más de dos semanas.
—Vamos a comer —dice acercándose a mí con un tazón de sopa que huele delicioso. —Esta sopa de pollo me quedó deliciosa.
Dejo mi carpeta de un lado y me concentro en él. Debo admitir que la comida del hospital me tenía muy hastiada y empeoró cuando Dante contrató a una señora que se encarga de hacernos comidas saludables que no son ricas para nada. Lorena, la empleada, tiene el día libre, pero
Elizabeth Collins.Voy decidida hacia él, pero una figura conocida aparece en escena y me hace retroceder.«¿Víctor?» boqueo sin poder creerlo. Me oculto rápidamente detrás de unos colgadores y los miro interactuar.Víctor parece nervioso, reclamando algo que no consigo escuchar debido a que estoy a varios metros. El otro hombre se mantiene sereno, con la mirada fija en su celular sin prestarle mucha atención. Luego terminan charlando de algo durante algún tiempo para finalmente irse.Me quedo pensando a que esto no parece ser una simple casualidad. ¿Qué hace Víctor con ese hombre? ¿Quién es él y porqué atentó contra Edwards Design & Fashion?Una vez que Víctor desaparece de escena decido actuar yo.Camino hacia él, quien al verme frunce su ceño hasta más no poder.
Elizabeth Collins.—Damián Lewis —susurro mirando la tarjeta por enésima vez, pero al mismo tiempo sonriendo porque al final me estoy saliendo con la mía y me estoy yendo a una cita con él.Ahora mismo nos estamos dirigiendo hasta Alissa Way Design donde Damián prometió darme un tur personalmente.—¿Crees que Dante nos esté mandando seguir? —dice Ale preocupada y mirando a ambos lados. —Es que cuando fui por ti esperé a que me hiciera más problemas. Todo fue muy fácil y hasta se sintió raro que no nos preguntara nada.—Solo estoy hospedada en su departamento por unos días, amiga, no soy su carcelera.Pongo los ojos en blanco ante tanta estupidez. Es que estos días hasta mi abuela cree que para salir debo pedirle permiso como si fuera mi dueño.—No lo sé, últimamente
Dante Edwards.—Fedora es Allissa Way —dice Ariel y el vaso que tengo en la mano se me cae.—¿De qué hablas? Alissa murió en aquel accidente con el abuelo de Ríos.—No, Dante, no murió, es ella. Fue rescatada por Damián Lewis y él se ha encargado de pagar toda su recuperación.Me pasa una certificación del hospital donde estuvo internada después de aquel horroroso accidente hace 5 años. Mis manos tiemblan al momento en que veo las fotos que lo comprueban.—Esto es imposible.No puedo salir de la estupefacción en la que me encuentro. Cada foto, cada detalle me lleva a ese horrendo episodio que prefiero olvidar.—Me sorprendí tanto como tú al ver el informe, Dante. Esa mujer tiene mil vidas. Logró recomponerse a todas esas quemaduras y mírala ahora, como nueva y con un nuevo
Dante Edwards—¿Señor? —Lorena me habla desde la puerta. —Hay una mujer en la puerta y dice que es su esposa.Cierro la carpeta de los informes que me trajo Ariel y me concentro en lo que me dice. ¿Qué vino a hacer aquí Andrea cuando le prohibí que lo haga? No puedo evitar sentirme molesto.—¿Te dijo que quiere? —cuestiono masajeando mi entrecejo.—Dice que no se irá hasta hablar con usted. Está muy nerviosa, por poco le sale fuego por los ojos. Será mejor que la atienda antes de que eche todo el edificio. Esa mujer no me gusta para nada.La forma en que habla me produce gracia, pero viniendo de Andrea la creo capaz de absolutamente todo.—Está bien, Lorena. Hazla pasar, voy a recibirla aquí en el despacho.Miro la hora y aún tengo tiempo suficiente para saber qué diablos quiere y
Elizabeth Collins.—Esto me huele mal, Lissy —mi amiga repite por enésima vez. —Es que esa mujer no es de fiar. Puede inventar lo que sea para salirse con la suya, sin mencionar que te odia porque Dante está enamorado de ti y no de ella. Tengo un mal presentimiento con respecto a su cita repentina.—Solo iremos allá y veremos qué es lo que quiere. Además, no voy sola, tú estarás conmigo.—Sabes que voy a protegerte con mi vida, pero presiento que no este encuentro te traerá mucho sufrimiento.«Yo también lo creo» pienso mirando la ventanilla del auto. No lo digo en voz alta porque sé que me obligará a volver.Llegamos al lugar indicado y aparentemente está sola. Su auto está estacionado en el lugar más oscuro del parqueadero del edificio. Ambas ventanillas estás abiertas, por lo que no s
Dante Edwards.Esperar a esa mujer se me hace eterno. «Dos horas sentado en este restaurante para nada» resoplo mentalmente sorbiendo un poco más de mi vino.Es que no es solo la espera, son los nervios de estar cerca de ella nuevamente, todo el mal que hizo en el pasado y lo que está haciendo ahora con Edwards Desingn no me pasan desapercibido, aun siento malestar solo de recordar todo.—Muy ensimismado, Dante —me sobresalto con su voz en mi espalda. Es raro ver otro rostro y saber que adentro de ese nuevo caparazón está ésta mala mujer.—Fedora, ¿o debo decir Alissa? —contesto levantándome de la silla para ofrecerle la que está en frente.Sonríe con la misma malicia de hace 5 años; es increíble como alguien como Lissy puede ser hija de una maldad con patas como Alissa.—¡Habla! No tengo tiempo para p
Dante Edwards.Tomo mi llave y salgo corriendo hacia el pasillo. Con los nervios que cargo encima no tengo paciencia en esperar el ascensor y bajo las escaleras como un verdadero demente.Una vez abajo, arranco la camioneta y salgo a toda prisa hacia la casa de la abuela de Lissy. Necesito explicarle todo, decirle por qué lo hice y que callé solo para no dañarla.En el camino llamo a Marcos y para entender todo este meollo pregunto si vio algo extraño cuando siguió a Lissy.—Ella se reunió con la señora Andrea en el estacionamiento del edificio —dice en la alta voz del celular y caigo en cuenta de lo que pasó realmente. —Hablaron por unos breves minutos y luego ella y su amiga subieron.—¡¿Por qué no me informaste de eso?! —vocifero golpeando mi volante en el trascurso.—No vi nada sospechoso, Señor Edwards,
Elizabeth Collins.Mi vista no se aparta de ese maldito ventilador; viejo y oxidado. El testigo fiel e irrefutable de todas mis desdichas desde que era una niña. En varias ocasiones incluso osa contestar a mis reproches con su infernal ruido que parece taladrarme hasta el cerebro; me provoca, me fastidia, pone a prueba mi temple.Me volteo y lo ignoro, como intento hacer con todas las cosas que me hacen daño; dejarlas atrás, arrancarlas de mi cabeza y de mi pecho; empezar de cero.Pero hay algo que no consigo hacer: dejar de pensar en Dante.«Te enamoraste de nuevo» me reprocho observando por la ventana la mansa llovizna que cae afuera. «Caíste de nuevo, Lissy» La respuesta es negativa, nunca dejé de amarlo.Por más increíble que parezca no lloro y es un logro diferente, inaudito y magnifico teniendo en cuenta lo quejicosa que soy desde siempre. Algo dentro de