Elizabeth Collins.
Guardo mis cosas y me preparo para salir cuando un mensaje en mi celular me detiene en mi actividad por unos segundos.
“¿Vas a venir al lanzamiento? Ya está por comenzar, el Señor Bennett ha preguntado más de una vez por ti” es el tercero de Dante en la tarde. ¿Acaso no se da cuenta que no quiero contestar y que tampoco quiero estar en ese lugar? ¿Cuántas veces debo decirle que no quiero saber nada de él? Lo ignoro y paso de largo.
“Amigaaaa, hoy la rompemos en gym. ¿Sabes que nos toca Zumba? ¡Sii, yeaaa! Vamos a sudar como locas, para ésta semana mínimo bajamos un par de kilos más. Ya estoy aquí esperando” sonrío por inercia al leer el mensaje de Ale. Tecleo un “sí, ya voy” rápidamente y un emoticón gimnasta y env&ia
Dante Edwards.—¿Qué pasa, amor? ¿La gordita no va a venir? —Andrea toma mi mano y me dedica una sonrisa dulce justo frente a las cámaras. —¿No quiere ver nuestro éxito de frente?La ignoro, me suelto de su mano y camino hasta el centro del salón, donde ya mucha gente está esperando el comienzo del desfile. Empiezo a saludar a la mayoría mientras llego al lugar que me corresponde.—Esto va a ser un éxito mi querido Dante —El Señor Bennett habla a mis espaldas. Me volteo y asiento a su afirmación con un caluroso abrazo, pero me agria el momento que haya venido acompañado de Marcela y Víctor. Por supuesto, el susodicho no pierde el tiempo para mostrarse altanero y arrogante. —La expectativa sobre esta colección es muy grande. En todas las revistas hablan del gran preparativo y la originalidad en los dise&ntil
Dante Edwards.—¿Entonces no tiene idea de quién puede ser? —es la quinta vez que me pregunta lo mismo y francamente ya me está cansando. —¿No es raro que lo hayan atentado por tercera vez este año?—Ya se lo dije, en las averiguaciones no se pudo determinar el responsable.—Algo me está ocultando, Señor Edwards. —se levanta de su silla y me encara. —Según la amiga de la Señorita Collins, ustedes tienen un pasado, y uno no muy bueno.—Eso no tiene nada que…—¡Si tiene que ver! —golpea la mesa con fuerza. —Es muy raro que solo ella haya estado a esa hora en la empresa trabajando y justamente se haya producido el incendio en el que ella salió como única lastimada. Esto parece más en su contra que en contra la empresa.—¿Esta insinuando que yo tuve que ve
Elizabeth Collins.Una semana. Es lo que llevo encerrada en esta sala, sin hacer absolutamente nada y la ansiedad me está por volver loca.—¿Dante?—Mmm… —responde con su mirada fija en su notebook.—¿Puedes pedir que me den el alta hoy? —se voltea a mirarme con el ceño fruncido. —Ya no quiero seguir aquí, me estoy por volver loca.Cierra su portátil y camina hasta donde estoy. Por su cara imagino la cantaleta que me espera.—Estás delicada, Lissy, de eso ya hablamos muchas veces. Tu brazo tiene heridas graves, necesitas reposar para curarte pronto y mejor.—Pero en casa puedo hacer eso —resoplo, molesta. Evito mirarlo, porque sé que si lo hago me terminará convenciendo.—No quieras engañarme —se sienta a mi lado y me obliga a mirarlo. —No harás eso, te cono
Elizabeth Collins.Jamás imaginé que su condición para sacarme del hospital sería venir a quedarme en su departamento junto con él hasta que esté totalmente recuperada.No me quedó de otra más que acceder con tal de dejar ese lugar tan deprimente, aunque sé perfectamente que es una locura. Su deseo de cuidarme no tiene límites y ahora estoy aquí ya instalada por más de dos semanas.—Vamos a comer —dice acercándose a mí con un tazón de sopa que huele delicioso. —Esta sopa de pollo me quedó deliciosa.Dejo mi carpeta de un lado y me concentro en él. Debo admitir que la comida del hospital me tenía muy hastiada y empeoró cuando Dante contrató a una señora que se encarga de hacernos comidas saludables que no son ricas para nada. Lorena, la empleada, tiene el día libre, pero
Elizabeth Collins.Voy decidida hacia él, pero una figura conocida aparece en escena y me hace retroceder.«¿Víctor?» boqueo sin poder creerlo. Me oculto rápidamente detrás de unos colgadores y los miro interactuar.Víctor parece nervioso, reclamando algo que no consigo escuchar debido a que estoy a varios metros. El otro hombre se mantiene sereno, con la mirada fija en su celular sin prestarle mucha atención. Luego terminan charlando de algo durante algún tiempo para finalmente irse.Me quedo pensando a que esto no parece ser una simple casualidad. ¿Qué hace Víctor con ese hombre? ¿Quién es él y porqué atentó contra Edwards Design & Fashion?Una vez que Víctor desaparece de escena decido actuar yo.Camino hacia él, quien al verme frunce su ceño hasta más no poder.
Elizabeth Collins.—Damián Lewis —susurro mirando la tarjeta por enésima vez, pero al mismo tiempo sonriendo porque al final me estoy saliendo con la mía y me estoy yendo a una cita con él.Ahora mismo nos estamos dirigiendo hasta Alissa Way Design donde Damián prometió darme un tur personalmente.—¿Crees que Dante nos esté mandando seguir? —dice Ale preocupada y mirando a ambos lados. —Es que cuando fui por ti esperé a que me hiciera más problemas. Todo fue muy fácil y hasta se sintió raro que no nos preguntara nada.—Solo estoy hospedada en su departamento por unos días, amiga, no soy su carcelera.Pongo los ojos en blanco ante tanta estupidez. Es que estos días hasta mi abuela cree que para salir debo pedirle permiso como si fuera mi dueño.—No lo sé, últimamente
Dante Edwards.—Fedora es Allissa Way —dice Ariel y el vaso que tengo en la mano se me cae.—¿De qué hablas? Alissa murió en aquel accidente con el abuelo de Ríos.—No, Dante, no murió, es ella. Fue rescatada por Damián Lewis y él se ha encargado de pagar toda su recuperación.Me pasa una certificación del hospital donde estuvo internada después de aquel horroroso accidente hace 5 años. Mis manos tiemblan al momento en que veo las fotos que lo comprueban.—Esto es imposible.No puedo salir de la estupefacción en la que me encuentro. Cada foto, cada detalle me lleva a ese horrendo episodio que prefiero olvidar.—Me sorprendí tanto como tú al ver el informe, Dante. Esa mujer tiene mil vidas. Logró recomponerse a todas esas quemaduras y mírala ahora, como nueva y con un nuevo
Dante Edwards—¿Señor? —Lorena me habla desde la puerta. —Hay una mujer en la puerta y dice que es su esposa.Cierro la carpeta de los informes que me trajo Ariel y me concentro en lo que me dice. ¿Qué vino a hacer aquí Andrea cuando le prohibí que lo haga? No puedo evitar sentirme molesto.—¿Te dijo que quiere? —cuestiono masajeando mi entrecejo.—Dice que no se irá hasta hablar con usted. Está muy nerviosa, por poco le sale fuego por los ojos. Será mejor que la atienda antes de que eche todo el edificio. Esa mujer no me gusta para nada.La forma en que habla me produce gracia, pero viniendo de Andrea la creo capaz de absolutamente todo.—Está bien, Lorena. Hazla pasar, voy a recibirla aquí en el despacho.Miro la hora y aún tengo tiempo suficiente para saber qué diablos quiere y