LizbethDos días despuésNo puedo evitar preocuparme por Jeremías, ayer lo llamé, pero no contestó y aunque he intentado de todo para que Lucía hable, pero solo he hecho que se aísle más, ni siquiera ha querido salir de su habitación.Por no hablar de entrar a la sala de estar, aunque con ese ambiente lúgubre que acompaña ese cuadro, incluso yo evito pasar mucho tiempo ahí.—Les prometo que iré por ustedes en unas horas — digo terminando de acomodar el moño en la cabeza de mi hija — ¿Por qué no me dices si te gusta este peinado?Miro a la niña desde mi reflejo, pero ella hace los gestos con su mano, resoplo, frustrada, la tomo en brazos para bajarla de la silla donde la he puesto para peinarla, e intento hablar con calma.—Nena, ¿no confías en mí? — cuestiono acariciando su rostro — porque no me dices, aunque sea una palabra Lulu — beso su frente — no me iré a ningún lugar, ¿Lo sabes?La niña, frente a mí niega, baja de mi regazo como regaño mentalmente cuando corre fuera de la habita
Jeremías—¿Suspenderme? — la voz de mi tío es molesta — porque motivo vas a suspenderme, que quieres decir Jeremías.—Quiero decir que te daré unas vacaciones hasta que investigue a fondo todas estas cosas, tío.Antoni mira la carpeta que dejé sobre su mesa, sus ojos se mueven rápidamente por las hojas en ella y cierra dicho objeto de golpe antes de mirarme con furia.—Quién infiernos te dijo estas patrañas, como puedes creer algo así, Jeremías, como puedes siquiera pensar que yo…—No lo sé, quizás porque le metiste a mi madre en la cabeza que me quitara a mis hijos, no sé qué estás tramando, pero ya no estoy seguro de que pueda confiar en ti tío.—¡Esto es absurdo! — grita — llevo años al mando de la franquicia farmacéutica, mucho antes de que tu hermano fuera el director del grupo, llevo más años en esta rama de la empresa que nadie y tú vienes a acusarme.—No te estoy acusando, te estoy dando un tiempo — respondo — no has tenido vacaciones en todos estos años y creo que un rato fue
Lizbeth Me despido de la madre de mi esposo con un ligero asentimiento de cabeza, la mujer sigue mirándome con desagrado, pero al menos llegamos a un acuerdo y eso es lo único que importa. —Abuela, llamaremos al perrito Wellington — dice Lucas — papá dijo que le gustaba ese nombre una vez. —¿Lo dijo cariño? — la mujer frente a mí carraspea — es un lindo nombre. —¡Te gusta mamá! — me mira Lucas — Wellington, de verdad es un lindo nombre. —Si tesoro, ahora ve con tu papá. El niño se aleja dejándome a solas con la mujer, Jeremías nos mira desde el auto, pero supongo que no quiere entrometerse en esta conversación. La mujer cruzada de brazos, un escalón por encima de mi habla con firmeza. —Realmente no estoy segura de que tan buena seas para mis nietos, pero debo admitir que … — duda — las cosas están fluyendo bien. —Señora, créame que lo único que quiero es el bien de los niños, el día que esté haciéndoles algún daño prefiero alejarme y le expliqué cuál fue la razón de que perdi
JeremíasLlevo a mi esposa escaleras arriba, ella se aferra a mi cuello entre sueños y siento mi corazón llenarse una vez más de eso que tanto me abruma. La llevo conmigo hacia mi cama para depositarla cuidadosamente entre mis sabanas. Me siento un poco abrumado cuando ella no quiere soltarme.—Estamos en la cama Lizbeth — murmuro — necesito ir a cambiarme de ropa.—No me dejes… — murmura — por favor, no me dejes aquí, tengo miedo…Muevo mis ojos hasta la mujer asustada que aún sigue dormida, sus manos se aferran mucho más a mi brazo. Sus dedos tiemblan mientras comienza a respirar con rapidez. Sus ojos se fruncen, sus labios tiemblan mientras mueve su cabeza de un lado a otro en pánico total.—¡Lizbeth, despierta! — pido — por favor, todo está bien cariño, estás aquí.Lizbeth no responde, su cuerpo se tensa una vez más y la arrastro conmigo sobre la cama sujetándola fuertemente contra su pecho. Ella llora un momento más, puedo sentir su desesperación mientras la abrazo, incluso yo me
LizbethDespués de ver a mi esposo marcharse y de darle de desayunar a los niños, me preparo para ir al hospital con mi padre. Además, hoy será la ceremonia de graduación oficial, así que necesito hacer varias cosas más antes de llevar a los niños a su terapia.Me hace sentir un poco mal estar planeando alguna celebración cuando Jeremías tiene este lío con su familia. Me alegra ver que después de todo su madre es una mujer razonable y estoy feliz de que pudiera hacerla ver que realmente lo que me interesa es la mejora de los niños.Pienso una vez más en lo que estoy sintiendo, evalúo realmente que quiero hacer ahora o cómo reaccionar al hecho de que indiscutiblemente mi marido me interesa más allá de un mero acuerdo. No quiero que las cosas terminar, no quiero apartarme y definitivamente no quiero dejar de ver a los niños, pero me preocupa tanto ahondar en todo esto ahora mismo.Mi cabeza duele, ese extraño dolor en mi muñeca también me hace hacer mis manos, un puño para estirar mis
JeremíasPaso una mano por mi cabeza, intento contenerme solo porque el hombre sentado frente a mí sigue siendo de mi familia, pero después de la llamada que residí, después de que ese extraño sembrara ideas en mi cabeza, lo último que quería era verlo.—Te dije que te quedaras en casa, Antoni… — me mantengo al margen — vete a ver a tus hijos, cuida de ellos hasta que…—¿Hasta qué, ¿Qué? — gruñe — hasta que termines con esta estupidez, en lugar de ocuparte de mantener a tu familia a flote — me acusa — tanto que te llenas la boca diciendo que lo amas, pero estás gastando el tiempo calumniándome en lugar de ocuparte de que tu madre no consiga quedarse con ellos como te…—¡Mi madre no se quedará con nadie! — grito — y tú deberías ser más inteligente, crees que estar aquí gritándome, no empeora las cosas, tío — lo miro — me estás haciendo creer que realmente tú has estado haciendo cosas como de las que te acusan.—¿Quién me acusó? — dice — algún envidioso, imbécil, que cree que puede obt
Lizbeth—Cariño, tienes que comer—la voz de mi madre sigue siendo triste—llevas una semana sin comer más de dos cucharadas, no hagas esto más difícil Beth.No quiero comer, no sé por qué tendría que hacerlo si lo he perdido todo, me hundo un poco más en la sábana del hospital mientras intento ignorar el dolor que quema mi cuerpo. Dios, debería haber muerto cuando caí de ese acantilado.Mi cabeza duele, mi garganta se siente seca y cierro mis ojos cuando el sudor comienza a deslizarse por mi espalda. Alguien está diciendo mi nombre, trato de escuchar quién es o de donde viene, pero se oye demasiado lejos en medio de toda esta neblina que me rodea y cuando me encuentro una vez más en medio de la carretera, mi cuerpo se congela.El olor de la gasolina, el calor de las llamas y los llantos, los llantos de alguien que no me dejan pensar con claridad. Trato de moverme, pero es demasiado dolorosa, miro hacia el alto del risco donde el auto que golpeo el borde de la carretera ahora no es más
JeremíasPreparo la cena para Lizbeth, me pregunto una y otra vez que fue lo que realmente pasó en la carretera, pero si no quiere contarme no la voy a forzar. Después de cenar ambos nos vamos a la cama, trato de alegrar el ambiente charlando sobre los niños, pero ella no parece capaz de esconder su angustia.Le permito irse a la cama después de un rato, subo unos minutos más tarde y estoy a punto de acostarme en la cama junto a Lizbeth cuando mi móvil se ilumina una vez más con el número desconocido en la pantalla. Beso a mi esposa en los labios pidiéndole esperar por mí un minuto.Salgo al balcón para contestar la llamada y una vez más la voz para nada agradable de quien sea que llamó ayer vuelve a sonar en mis oídos.—¿Quién eres?—No, creo que eso sea lo importante — responde — ¿Quieres saber algo más o vas a seguir preguntando estupideces?—No me hable de esa forma, yo no…—Sí, usted es el gran jefe del grupo Mark y yo soy un pobre bastardo al que timaron — se burla — en fin, si