Lizbeth Me despido de la madre de mi esposo con un ligero asentimiento de cabeza, la mujer sigue mirándome con desagrado, pero al menos llegamos a un acuerdo y eso es lo único que importa. —Abuela, llamaremos al perrito Wellington — dice Lucas — papá dijo que le gustaba ese nombre una vez. —¿Lo dijo cariño? — la mujer frente a mí carraspea — es un lindo nombre. —¡Te gusta mamá! — me mira Lucas — Wellington, de verdad es un lindo nombre. —Si tesoro, ahora ve con tu papá. El niño se aleja dejándome a solas con la mujer, Jeremías nos mira desde el auto, pero supongo que no quiere entrometerse en esta conversación. La mujer cruzada de brazos, un escalón por encima de mi habla con firmeza. —Realmente no estoy segura de que tan buena seas para mis nietos, pero debo admitir que … — duda — las cosas están fluyendo bien. —Señora, créame que lo único que quiero es el bien de los niños, el día que esté haciéndoles algún daño prefiero alejarme y le expliqué cuál fue la razón de que perdi
JeremíasLlevo a mi esposa escaleras arriba, ella se aferra a mi cuello entre sueños y siento mi corazón llenarse una vez más de eso que tanto me abruma. La llevo conmigo hacia mi cama para depositarla cuidadosamente entre mis sabanas. Me siento un poco abrumado cuando ella no quiere soltarme.—Estamos en la cama Lizbeth — murmuro — necesito ir a cambiarme de ropa.—No me dejes… — murmura — por favor, no me dejes aquí, tengo miedo…Muevo mis ojos hasta la mujer asustada que aún sigue dormida, sus manos se aferran mucho más a mi brazo. Sus dedos tiemblan mientras comienza a respirar con rapidez. Sus ojos se fruncen, sus labios tiemblan mientras mueve su cabeza de un lado a otro en pánico total.—¡Lizbeth, despierta! — pido — por favor, todo está bien cariño, estás aquí.Lizbeth no responde, su cuerpo se tensa una vez más y la arrastro conmigo sobre la cama sujetándola fuertemente contra su pecho. Ella llora un momento más, puedo sentir su desesperación mientras la abrazo, incluso yo me
LizbethDespués de ver a mi esposo marcharse y de darle de desayunar a los niños, me preparo para ir al hospital con mi padre. Además, hoy será la ceremonia de graduación oficial, así que necesito hacer varias cosas más antes de llevar a los niños a su terapia.Me hace sentir un poco mal estar planeando alguna celebración cuando Jeremías tiene este lío con su familia. Me alegra ver que después de todo su madre es una mujer razonable y estoy feliz de que pudiera hacerla ver que realmente lo que me interesa es la mejora de los niños.Pienso una vez más en lo que estoy sintiendo, evalúo realmente que quiero hacer ahora o cómo reaccionar al hecho de que indiscutiblemente mi marido me interesa más allá de un mero acuerdo. No quiero que las cosas terminar, no quiero apartarme y definitivamente no quiero dejar de ver a los niños, pero me preocupa tanto ahondar en todo esto ahora mismo.Mi cabeza duele, ese extraño dolor en mi muñeca también me hace hacer mis manos, un puño para estirar mis
JeremíasPaso una mano por mi cabeza, intento contenerme solo porque el hombre sentado frente a mí sigue siendo de mi familia, pero después de la llamada que residí, después de que ese extraño sembrara ideas en mi cabeza, lo último que quería era verlo.—Te dije que te quedaras en casa, Antoni… — me mantengo al margen — vete a ver a tus hijos, cuida de ellos hasta que…—¿Hasta qué, ¿Qué? — gruñe — hasta que termines con esta estupidez, en lugar de ocuparte de mantener a tu familia a flote — me acusa — tanto que te llenas la boca diciendo que lo amas, pero estás gastando el tiempo calumniándome en lugar de ocuparte de que tu madre no consiga quedarse con ellos como te…—¡Mi madre no se quedará con nadie! — grito — y tú deberías ser más inteligente, crees que estar aquí gritándome, no empeora las cosas, tío — lo miro — me estás haciendo creer que realmente tú has estado haciendo cosas como de las que te acusan.—¿Quién me acusó? — dice — algún envidioso, imbécil, que cree que puede obt
Lizbeth—Cariño, tienes que comer—la voz de mi madre sigue siendo triste—llevas una semana sin comer más de dos cucharadas, no hagas esto más difícil Beth.No quiero comer, no sé por qué tendría que hacerlo si lo he perdido todo, me hundo un poco más en la sábana del hospital mientras intento ignorar el dolor que quema mi cuerpo. Dios, debería haber muerto cuando caí de ese acantilado.Mi cabeza duele, mi garganta se siente seca y cierro mis ojos cuando el sudor comienza a deslizarse por mi espalda. Alguien está diciendo mi nombre, trato de escuchar quién es o de donde viene, pero se oye demasiado lejos en medio de toda esta neblina que me rodea y cuando me encuentro una vez más en medio de la carretera, mi cuerpo se congela.El olor de la gasolina, el calor de las llamas y los llantos, los llantos de alguien que no me dejan pensar con claridad. Trato de moverme, pero es demasiado dolorosa, miro hacia el alto del risco donde el auto que golpeo el borde de la carretera ahora no es más
JeremíasPreparo la cena para Lizbeth, me pregunto una y otra vez que fue lo que realmente pasó en la carretera, pero si no quiere contarme no la voy a forzar. Después de cenar ambos nos vamos a la cama, trato de alegrar el ambiente charlando sobre los niños, pero ella no parece capaz de esconder su angustia.Le permito irse a la cama después de un rato, subo unos minutos más tarde y estoy a punto de acostarme en la cama junto a Lizbeth cuando mi móvil se ilumina una vez más con el número desconocido en la pantalla. Beso a mi esposa en los labios pidiéndole esperar por mí un minuto.Salgo al balcón para contestar la llamada y una vez más la voz para nada agradable de quien sea que llamó ayer vuelve a sonar en mis oídos.—¿Quién eres?—No, creo que eso sea lo importante — responde — ¿Quieres saber algo más o vas a seguir preguntando estupideces?—No me hable de esa forma, yo no…—Sí, usted es el gran jefe del grupo Mark y yo soy un pobre bastardo al que timaron — se burla — en fin, si
LizbethDos días despuésApago mi móvil cuando ese maldito número desconocido vuelve a llamar, me miro al espejo y puedo ver las ojeras que se han formado bajo mis ojos, si antes solo me amenazo ahora fueron tan lejos como para enviar una carta con fotos de los niños en la casa de mi madre.Alejo ese recuerdo de mi mente antes de correr directamente hasta la sala de estar con la mejor sonrisa que puedo fingir, mi profesor está ahí, sentado en silencio mirando a los dos niños.—Que bueno que pudiste venir — comento — realmente no quería salir de casa estos días — me siento a su lado — Jeremías no ha venido a casa y me pidió que me mantuviera aquí.Esa parte es mentira, es verdad que desde hace dos días no veo a mi esposo, pero nunca me pidió que no saliera de casa. No sé qué está sucediendo o porque él está actuando tan raro desde la llamada que recibió hace unas noches, pero asumo que todo este problema con ese desagradable hombre que es su tío lo tiene de esa forma.—No era un proble
JeremíasLlevo dos días reuniendo pruebas, dos días en los que me he dado cuenta de que no importa cuánto lo intente no hay nada que incrimine realmente a mi tío porque la nota no dice un nombre específico o una fecha y al ser un recibo de un casino simplemente puede interpretarse como una broma o amenaza circunstancial.La cabeza está a punto de estallarme, así que decido ir a casa e intentar encontrar un poco de tranquilidad, pero el ambiente en ella no es precisamente relajado. Por el contrario, siento que algo está terriblemente mal.—¿Lizbeth?Entro a la habitación de los niños, pero no están y tampoco mi esposa o el perro que mi madre le regaló, intento llamarla, pero su móvil me da fuera de servicio. Me asomo a una de las ventanas tratando de pensar en dónde podría estar y entonces los veo, sentados en el jardín, sobre una manta.Frunzo el ceño cuando veo a mi esposa hablar con alguien y luego de colgar tratar de mantener la calma, bajo las escaleras preguntándome qué está mal,