En los últimos meses que había permanecido en esta manada, el invierno finalizaba pero mis tetas dejaron de congelarse hasta hace un par de días. Entrenar con Chase siempre era divertido, pero no cuando apenas sentía mis dedos. Por fin la jodida primavera comenzaba a sentirse. El dolor de mi tobillo había estado mejor gracias a que tenía citas semanales en la clínica y, además de ponerme un montón de buenas medicinas para el dolor, tenía fisioterapia que me ayudaba a relajar los músculos. Incluso habíamos estado hablando de que me podrían operar, pero eso era en un futuro distante cuando mi deuda con Bastian estuviera saldada. Necesitaba dinero para poder mantenerme mientras descansaba de la operación; el futuro parecía brillante. -No eres divertida. – Dijo Chase la siguiente vez que lo arrojé lejos de mis piernas en su forma de cachorro. - ¿Se puede llamar entrenamiento si solo te limitas a arrojarme sobre un montón de naturaleza muerta? -Lo es. Hace un mes ni siquiera te levantab
Quizá mi breve tiempo en esta manada, en donde no tenían ataques de otras manadas por no tener a un Alfa idiota, me habían ablandado y dejé de tener la guardia alta. Los aullidos de lobos fuera del edificio me hicieron ponerme en acción; primero que nada, tenía que llevar a los pequeños a un lugar seguro. No podíamos quedarnos aquí por el simple hecho de que es un lugar fácil de defender pero difícil para hacer una evacuación en caso de que de alguna forma comiencen a incendiar el lugar. -Bien chicos, nuevo plan. – Dije a los cachorros que parecían bastante asustados. – Chase, sé mi segundo al mando de nuestra pequeña manada provisional. -Si, Rose. – Dijo frunciendo el ceño. Habíamos practicado la formación justo la semana pasada. Para casos en los que tuviéramos que salir del lugar y nos encontráramos solos, necesitaba a un cachorro valiente que me ayudara con la retaguardia. Su principal trabajo sería estar alerta y avisarme si algo nos persigue para que yo pueda reaccionar. -Lo
Lo único bueno de los ataques de otras manadas a cualquier territorio, era que les gustaba utilizar sus colmillos y garras. No sabía el motivo de esto, pero suponía que era mucho más personal que las balas, así que no tendría que cuidarme de recibir algún proyectil. Una preocupación menos. El edificio de la señorita Candice se encontraba a unas buenas dos cuadras largas de distancia; nosotros estábamos a la mitad de la primera cuando un lobo salió de la nada y se dirigió directo hacia mí. No detuve la marcha y tampoco sentí preocupación; el lobo estaba bastante herido y no me mostraba los colmillos, por lo que mi mejor suposición es que era alguien de esta manada. A pocos metros de encontrarnos, se transformó y mi nivel de tensión creció. -¡Lucía! Ella arrastraba una pierna muy mal herida y se tapaba un lado del cuello con una mano; estaba mortalmente pálida. -¡Gracias a Nuestra Gran Madre que están bien! – Exclamó cuando estuvo cerca. – Muy buen día para que decidieran darle man
Sentí como algo se había roto dentro de mi y no era precisamente mi corazón. Quizá era mi cordura. El dolor de mi tobillo quedó olvidado y mi respiración seguía estable después de cada una de las batallas que libré alrededor de todo el territorio. No sabía qué era lo que veían los lobos de esta manada en mi cara, pero noté que cuando llegaba a interrumpir sus batallas, ellos solo se apartaban. Giré, esquivé y maté a cada jodido lobo que se atravesó en mi camino. -Los lobos que acaba de matar, pónganlos a un lado. – Dijo una voz a mi espalda. Lo ignoré, estaba en una misión. Con cada nuevo lobo caído mi mente se aclaraba un poco más. ¿Por qué siempre me había mantenido al margen de la manada? Trabajaba para ellos, vivía con ellos, me trataban con respeto, cuidaba de sus hijos… ¿Por qué no les había permitido acercarse a mí? Nadie, con excepción de Chase, sabía de mi pasado y aun así me aceptaron de una forma que no había querido entender o analizar. Así que probablemente esa fuera
No tenía idea de cuál era el lugar favorito de Lucía en el bosque; quizá debí de haber preguntado antes de caminar hacia aquí. Claro que sin cuerdas vocales iba a ser complicado. Como sea. Había un sitio que me había mostrado hace un mes y que a mí me pareció lindo, así que hacia allá nos dirigíamos. Era un pequeño arroyo que no medía más de medio metro de ancho; lo más bonito del sitio no era el agua cristalina que corría por ahí, sino los tapetes de jacintos en el área. El contraste de ese azul intenso con el follaje verde y los troncos de los árboles era simplemente perfecto así que a mí me parecía un lindo lugar para descansar. Elegí el lugar con la mejor vista y deposité suavemente las cenizas en la tierra; entonces me alejé un poco buscando algunas semillas. Para cuando las encontré, el sol ya se encontraba en lo alto del cielo y el lugar que había escogido como descanso para mi amiga era… simplemente perfecto. Puse las semillas en el centro de las cenizas y luego las cubrí
A la mañana siguiente desperté sobre la suavidad de una nube pero sintiendo algo extraño contra mi trasero. Giré mi cabeza para encontrarme la cara babeante de Edson, así que hice lo que cualquier chica habría hecho en mi lugar: Giré mi cuerpo lentamente en sus brazos y levanté mi rodilla con fuerza. Edson cayó de la cama entre gemidos de dolor. Estaba tan concentrada viendo el espectáculo que no noté que había más personitas en la cama. -Buenos días. – Dijo Amanda tallando sus ojos de forma adorable. - ¿Por qué tío Edson nos despierta? Chase pasó por encima de mí y se asomó por el borde de la cama. -Debió de haber hecho enojar a Rose. – Murmuró mientras se encogía de hombros y luego me miró esperanzado. - ¿Podríamos tener el resto del pastel que trajo ayer la señorita Caroline? Yo asentí con la cabeza después de intentar hablar y fallar miserablemente. Entonces hubo dos cachorros menos en la habitación en un parpadeo. -M****a, ¿Por qué recibo tanto cariño por la mañana? – Pregu
El tipo se metió en su oficina y yo me quedé con Beatriz, su muy amable secretaria. -Siento mucho lo de Lucía. – Dijo dándome un corto abrazo. - ¿Estás bien? Yo negué con la cabeza. -Oh, lo siento. No me había dado cuenta de que aun no podías hablar. – Dijo dándome pequeñas palmaditas en el hombro. – Debe ser difícil improvisar el Lamento de la Luna, a menos que ya hayas hecho antes… -Déjala en paz, Beatriz. – Dijo Edson saliendo de su oficina con algunos papeles en la mano. – Te veré mañana. Con eso tomó mi mano y salimos juntos de ahí ante la mirada curiosa de la loba. Al llegar a la calle principal, y después de algunas inclinaciones y saludos de los peatones, Edson finalmente se detuvo y suspiro soltando mi mano. -Sé que dije que tenías que ver a mi Alfa cuanto antes, pero si no te sientes bien ahora mismo, podemos regresar a casa y ver una película o lo que sea. Yo incliné mi cabeza de lado para mirarlo; se veía preocupado mirando en dirección a la mano que acababa de solt
-Mi Alfa no quiso ofenderte, Rose. – Dijo Edson siguiéndome por el bosque. – Es solo una parte de nuestras costumbres. Lo ignoré y seguí caminando. Pronto dejó sus estúpidos intentos por calmarme, ¿Por qué m****a pensaba que con un par de palabras una chica enojada dejaría de estar enojada? Los tipos humanos y lobos eran todos igual de estúpidos. Llegué por fin al arroyo y al lugar que de ahora en adelante descansaría mi amiga; fue sencillo reconocer el lugar exacto ya que había como un millón de insectos devorando la comida que Chase me había traído el día anterior. Era como una enorme flecha. Busqué el tronco de un árbol cercano y me senté procurando no tocar la tierra con mis vendajes ya no tan limpios. Escuché el suspiro de Edson. Quizá él también había perdido la paciencia conmigo. -Escucha. – Dijo sentándose a mi lado atrayéndome a su costado para que mi cabeza reposara en el hueco de su hombro. – Sé que algunas de nuestras diferencias culturales pueden ser más fáciles de a