El tipo se metió en su oficina y yo me quedé con Beatriz, su muy amable secretaria. -Siento mucho lo de Lucía. – Dijo dándome un corto abrazo. - ¿Estás bien? Yo negué con la cabeza. -Oh, lo siento. No me había dado cuenta de que aun no podías hablar. – Dijo dándome pequeñas palmaditas en el hombro. – Debe ser difícil improvisar el Lamento de la Luna, a menos que ya hayas hecho antes… -Déjala en paz, Beatriz. – Dijo Edson saliendo de su oficina con algunos papeles en la mano. – Te veré mañana. Con eso tomó mi mano y salimos juntos de ahí ante la mirada curiosa de la loba. Al llegar a la calle principal, y después de algunas inclinaciones y saludos de los peatones, Edson finalmente se detuvo y suspiro soltando mi mano. -Sé que dije que tenías que ver a mi Alfa cuanto antes, pero si no te sientes bien ahora mismo, podemos regresar a casa y ver una película o lo que sea. Yo incliné mi cabeza de lado para mirarlo; se veía preocupado mirando en dirección a la mano que acababa de solt
-Mi Alfa no quiso ofenderte, Rose. – Dijo Edson siguiéndome por el bosque. – Es solo una parte de nuestras costumbres. Lo ignoré y seguí caminando. Pronto dejó sus estúpidos intentos por calmarme, ¿Por qué m****a pensaba que con un par de palabras una chica enojada dejaría de estar enojada? Los tipos humanos y lobos eran todos igual de estúpidos. Llegué por fin al arroyo y al lugar que de ahora en adelante descansaría mi amiga; fue sencillo reconocer el lugar exacto ya que había como un millón de insectos devorando la comida que Chase me había traído el día anterior. Era como una enorme flecha. Busqué el tronco de un árbol cercano y me senté procurando no tocar la tierra con mis vendajes ya no tan limpios. Escuché el suspiro de Edson. Quizá él también había perdido la paciencia conmigo. -Escucha. – Dijo sentándose a mi lado atrayéndome a su costado para que mi cabeza reposara en el hueco de su hombro. – Sé que algunas de nuestras diferencias culturales pueden ser más fáciles de a
Bastián (Hace unos días). -Bastian… -No me digas, ¿Otra familia solicita su expulsión de la manada? – Dije sintiéndome muy homicida en este momento. -De hecho son tres. – Dijo Rowan con expresión seria. – Además, el Alfa Luca ha solicitado tu presencia. -¿Te dijo el motivo? – Dije con un gruñido. - Extraña a su hija, a su nieto y quiere preguntarte en persona por qué m****a no le has dado el pago del mes. Jodidamente perfecto; el bastardo sabía que mi manada no estaba en condiciones de pagarle en estos momentos y seguramente quería aprovecharse de la situación. Ahora, con respecto a su hija, no podía darme el lujo de que la viera en este momento. O en cualquier momento. Poco después de enviar a Chase a una de las manadas más seguras del Continente bajo una excusa estúpida, tuve que encerrar a Clarissa antes de que le diera caza a mi pareja. Era una situación delicada ya que pensé que despidiendo a Rose y mandándola lejos, Clarissa no notaría el inequívoco olor de Luna que comen
-¿Tendré que mudarme? – Dijo Amanda con tristeza cuando llegamos a casa de Edson y le dimos la noticia de sus padres. -No irás lejos, pequeña. – Dijo Edson alborotando su cabello. – Conseguí una linda casita al otro lado de la calle. -Me gusta estar aquí. – Dijo con un puchero. -También te gustará tu nueva casa, ya he pintado tu cuarto de rosa y tengo una sorpresa para ti en la habitación de alado. – Dijo meneando las cejas. – ¿Sorpresa? – Dijo esperanzada. -Si, así que ve a empacar tus cosas, tus padres llegaran en un par de horas. Chase observó el intercambio con los hombros caídos. Ah, pequeño y tierno cachorro. -¿Por qué no le ayudas, Chase? – Dije suavemente. – Estoy segura de que necesitará un par de fuertes manos para mover cosas. -Oh… si, puedo hacer eso. Vimos a Chase marchar un poco más animado por el pasillo. -¿Existe la depresión lobuna? – Pregunté con curiosidad mientras me dirigía a la cocina y me colocaba mi mandil lleno de brillos cortesía de Amanda. Alguien
Tal y como me temía, tuve algunos recuerdos que se convirtieron en pesadillas. Pobre Edson, no durmió mucho.-¿Por qué le estás poniendo sal a tu café? – Preguntó Chase a la mañana siguiente mientras ambos intentábamos funcionar con una o dos horas de sueño.-M****a.- Dijo Edson y luego fue a tirar su taza recién hecha por el lavabo.-¿Puedo ir a la guardería hoy también? – Preguntó el cachorro con el tema de la sal olvidado.-Claro. – Dije escondiendo una sonrisa en mi propia taza. - ¿Te diviertes mucho ahí?-¡Si! El señor Héctor dijo que hoy podíamos aprender a escalar sin arnés. – Dio saltando en su silla. – Mandy dijo que también va a probar, entonces…Se quedó callado de repente y comenzó a sonrojarse.-De todas formas, uh… si, me gusta la guardería. ¿Mañana iremos a la escuela?-Si, te llevaré como siempre. Entonces… ¿Qué decías sobre Mandy queriendo escalar una pared? – Dije meneando mis cejas juguetonamente.-Nada. – Dijo demasiado rápido aparatando la vista.-Estoy oliendo una
-Aunque, no es solo el olor lo que cambia en ellas. – Continuó Edson sentándose en las raíces de un árbol. Dio un par de palmaditas a su lado y yo lo seguí. – Su comportamiento también cambia para que puedan guiar a un montón de lobas, en diferentes etapas de sociopatía, narcicismo y violencia, sin morir. Claro está que lo único que se mantiene intacto dentro de la humana es lo que hay aquí. – Dijo estirando la mano para ponerla sobre mi corazón. – Esto es la principal razón por la que Nuestra Gran Madre mueve los hilos del destino: Siempre buscará el bienestar y la felicidad de la manada. Yo sostuve la mano de Edson en mi corazón. -¿Me estás diciendo que soy… la Luna de algún Alfa? – Pregunté suavemente. -Lo eres. – Dijo convencido. – Tienes todas las cualidades de una y, por increíble que parezca, además de olerlo podemos sentirlo. Sobre todo los cachorros. Yo parpadeé y él soltó una alegre carcajada quitando la tensión del momento. Quitó su mano y se giró ligeramente de forma en
-Lo haré, no he comido algo decente en meses. – Dijo el señor Fred con un gruñido. -¿Está diciendo que me extraña? – Dije con una sonrisa mientras me dirigía a la cocina y preparaba un par extra de cubiertos. El tipo bufó, pero yo sabía que tenía razón. El viejo tenía un corazón muy tierno escondido en algún lado debajo de ese duro exterior. -¿Cómo ha estado? – Pregunté cambiando de tema. -Envejeciendo. – Dijo con un gruñido cuando le puse un plato de mi famosa pasta en sus manos. – Necesito más de estos antes de morir. -No diga eso señor Fred. – Dijo Chase sentándose a su lado para comer su propia pasta. – Aun le quedan unos veinte años de vida. -No, moriré en alguna de nuestras múltiples batallas en los próximos meses. – Dijo entre dientes. Decidí volver a cambiar el tema porque lo que pasaba con la manada de Bastian no era mi problema y que el señor Fred venga y cuente algunos de sus problemas como si nada me causaba curiosidad. La curiosidad con todo lo relacionado a esa man
Saqué el móvil de mi bolsillo trasero y comencé a grabar porque, bueno, lo prometí. -¿Qué está pasando aquí? – Preguntó de repente una voz a mi lado que me hizo saltar y casi suelto a Chase. Entonces un rugido muy molesto hizo correr a los cachorros a esconderse detrás de mí y del señor Fred. -¡¿Qué m****a?! Edson entró a la sala cubriendo sus partes de chico con una sábana mientras fruncía el ceño y enseñaba los dientes. Estaba perdiendo su cara, pero yo solo pude echarme a reír. Montones de cachorros me miraron como si estuviera loca. -¡Tú! -Buenos días, Edson. – Dije cuando pude controlarme un poco. - ¿Te gustó la serenata? Con un poco de práctica estos chicos serán los mejores. -¡¿Qué m****a?! -Eso ya lo dijiste. – Dije con cara inocente. -¡Pensé que nos atacaban de nuevo! -¿En qué se parece la buena música a un ataque de otra manada? – Pregunté confundida. -¡Estaba durmiendo, jodida humana demente! – Dijo y un montón de pelo comenzó a brotarle de los brazos. Eso solo m