-Lo haré, no he comido algo decente en meses. – Dijo el señor Fred con un gruñido. -¿Está diciendo que me extraña? – Dije con una sonrisa mientras me dirigía a la cocina y preparaba un par extra de cubiertos. El tipo bufó, pero yo sabía que tenía razón. El viejo tenía un corazón muy tierno escondido en algún lado debajo de ese duro exterior. -¿Cómo ha estado? – Pregunté cambiando de tema. -Envejeciendo. – Dijo con un gruñido cuando le puse un plato de mi famosa pasta en sus manos. – Necesito más de estos antes de morir. -No diga eso señor Fred. – Dijo Chase sentándose a su lado para comer su propia pasta. – Aun le quedan unos veinte años de vida. -No, moriré en alguna de nuestras múltiples batallas en los próximos meses. – Dijo entre dientes. Decidí volver a cambiar el tema porque lo que pasaba con la manada de Bastian no era mi problema y que el señor Fred venga y cuente algunos de sus problemas como si nada me causaba curiosidad. La curiosidad con todo lo relacionado a esa man
Saqué el móvil de mi bolsillo trasero y comencé a grabar porque, bueno, lo prometí. -¿Qué está pasando aquí? – Preguntó de repente una voz a mi lado que me hizo saltar y casi suelto a Chase. Entonces un rugido muy molesto hizo correr a los cachorros a esconderse detrás de mí y del señor Fred. -¡¿Qué m****a?! Edson entró a la sala cubriendo sus partes de chico con una sábana mientras fruncía el ceño y enseñaba los dientes. Estaba perdiendo su cara, pero yo solo pude echarme a reír. Montones de cachorros me miraron como si estuviera loca. -¡Tú! -Buenos días, Edson. – Dije cuando pude controlarme un poco. - ¿Te gustó la serenata? Con un poco de práctica estos chicos serán los mejores. -¡¿Qué m****a?! -Eso ya lo dijiste. – Dije con cara inocente. -¡Pensé que nos atacaban de nuevo! -¿En qué se parece la buena música a un ataque de otra manada? – Pregunté confundida. -¡Estaba durmiendo, jodida humana demente! – Dijo y un montón de pelo comenzó a brotarle de los brazos. Eso solo m
Caminé a mi propio ritmo hacia la oficina de Edson. De todas formas no tenía prisa por ir a vigilar cuartos llenos de cajas como parte de mi emocionante día. -Toc, toc. Hola Beatriz, ¿La puerta del Beta Edson está abierta? – pregunté en la oficina contigua. La secretaria me dio una sonrisa amable y asintió con la cabeza. -Hola Rose, ha pasado mucho desde que viniste a visitarnos. -Bueno, he estado ocupada, ya sabes. – Dije encogiéndome de hombros. – Dame un minuto para dejar esto. Entré a la oficina de Edson y dejé los papeles delante de una pila de ordenados documentos. De reojo vi una hoja llena de garabatos sobre planes para reforzar la seguridad de la manada y eso me hizo sonreír; sabía que se había quedado aquí trabajando en vez de tomarse el día como había dicho el Alfa. Entonces otra hoja llamó mi atención; era el mapa que había hecho sobre los lugares para colocar las cámaras en el sector 7. Me pareció extraño que lo tuviera a la vista de todos porque el tipo ni siquiera
-Con eso terminamos por hoy. – Les dije a los cachorros más pequeños de entre mis tres grupos. - ¿Se divirtieron? -¡Si, señorita Rose! – Dijeron a coro. -Bien. – Dije satisfecha y luego recordé lo que pasó más temprano. – Bueno, entonces ¿Qué les parece si le dan un abrazo a su humana favorita? Abrí los brazos y los cachorros chillaron emocionados. Pequeños suspiros me hicieron sonreír. Los llevé a todos a sus hogares y di un pequeño desvío hacia el banco de la manada. No tenía sentido que siguiera postergando el no pagarle a Bastian; después de todo, para eso había estado trabajando. Le di un poco extra porque no quería deberle intereses o alguna m****a. Así que le terminé pagando la bonita cantidad de novecientos mil dólares. Cuando estuvo hecho, le envié un corto mensaje a Rowan. Llevaba conmigo encima el papel en donde me había escrito su número telefónico y el número de cuenta de Bastian el día que su Alfa me había echado a patadas de la manada. En ese momento no pensaba que
Bastian. (Unas horas antes) -Repítelo. – Dije con dientes apretados a mi Beta. -Hoy se han ido siete familias más. – Dijo en tono neutro Rowan. – Contamos con un total de ciento treinta y dos personas y disminuyendo. -Jódeme. -No eres mi tipo. Los ataques hacia mi manada no se habían detenido y tuve que optar por trasladar a todos los lobos que me quedaban dentro del Lugar seguro. Así, lo único que ocasionaban los lobos atacantes eran daños materiales; por supuesto, no era un plan a largo plazo porque tenía a más de la mitad de mis guardias tras el rastro de la jodida mente maestra. Supongo que mi manada comenzó a perder la confianza en mí en algún punto del camino; tendría suerte si dentro de un mes pudiera seguir llamándome Alfa sin una manada. Gruñí y comencé a desquitar mis frustraciones con la pared. -Avísame cuando termines con eso. – Dijo Rowan suspirando. – Tengo avances que reportarte. -¿Ahora qué? – Dije con un gruñido. -Saqueamos el lugar de los esclavistas. – Dijo
-Has llegado mucho antes de que fueras convocada, Rose Paper. – Dijo una voz en la oscuridad. - ¿Vienes por tu propia voluntad? -Define “propia voluntad” – Susurré a la voz. - ¿Venir aquí sin saber una m****a cuenta? Sentía el cuerpo pesado, como si hubiera corrido por horas y ahora me encontrara exhausta. -Tienes una extraña forma de expresarte. Entonces la oscuridad fue súbitamente absorbida y me encontraba sobre el suelo mirando un cielo muy limpio. Una suave brisa hacía que el pasto a mi alrededor se meciera suavemente. Intenté levantarme nuevamente pero fue en vano. Mi cuerpo no me respondía; inhalé y exhalé resignándome a cualquier cosa que me fuera suceder a partir de ahora. -Eres la primera que no está asustada o que no tiene un montón de preguntas qué hacer. – Dijo la suave voz. – Es… refrescante. -Tengo preguntas. – Dije en un susurro. – Es solo que la vida me ha enseñado que las preguntas son inútiles si quien te las puede resolver no se digna a ello. Entonces… ¿Para
El suelo se movía. Abrí mis párpados pesadamente y me saludó la semi oscuridad; aun me tardé algunos segundos para tranquilizar a mi corazón y convencer a mi cerebro de que no me encontraba en mi antigua celda. Intente incorporarme sobre mis codos solo para descubrir que el suelo no era el que se movía, sino que yo era la que temblaba sin control. Me eché un vistazo rápido y me horroricé al encontrarme cubierta de sangre. Revisé la muñeca que el señor Fred había cortado y encontré piel perfectamente lisa. Miré a mi alrededor y encontré a unos pocos metros de mí una mochila y lo que parecía ser un trozo de papel sobresaliendo; me estiré para tratar de alcanzar la cosa pero mi cuerpo protestó de dolor. -¿Dolerá un poquito? ¡Ja! – Exclamé miserablemente en la cueva vacía. - ¡¿Por qué no eres honesta y dices que desearé morir a cambio de tu pequeño regalo?! No sé cuánto tiempo pasé maldiciendo, pero en algún punto la cueva se iluminó lo suficiente como para que no tuviera que forzar
-…¡Un poco más! Habían un montón de sonidos a mi alrededor pero estaba muy ocupada orientándome como para prestar atención a lo que decían. Algo taladraba mis oídos y yo me movía intentando alejarme del sonido. -¡Sujétela con fuerza, Beta! No podía moverme y eso me puso más nerviosa. Abrí mis ojos por fin y enfoqué lentamente a algunas lobas que me miraban con horror. -¿Rose? ¿Rose? ¿Puedes oírme? – Dijo casi en mi oído una voz. Giré mi cabeza todo lo que pude y vi a Edson lucir preocupado. No entendía lo que estaba pasando. -Estás bien, cariño. Estás aquí y estás a salvo…no, Rose, mírame… eso es… deja de gritar, aquí estoy… ¿Gritar? El sonido penetrante desapareció de pronto. -Eso es. – Dijo Edson comenzando a acariciar con dos dedos mi nariz. – Inhala, exhala… lo tienes… Hice lo que me pidió y pronto me tranquilicé lo suficiente para darme cuenta de que estaba siendo retenida por un montón de lobas mientras Edson me trataba como un animal herido. ¿Qué m****a? La sensación