No sé si tenía el derecho de sentirme o no utilizada ya que, técnicamente, solo nos dimos algunos besos. Quizá yo toqué más de su cuerpo de lo que debería, pero no creo que eso contara. Mi cabeza era un lío emocional. Siendo honesta, me gustaba el bastardo; incluso cuando había sido un grosero, altanero, dominante, gruñón y sensual jefe, sentía una inmensa atracción por él. No era mi culpa que su madre lo hubiera hecho con mucho amor. Y hablando de su madre, ¿Qué fue toda esa charla sobre su familia? No me debía explicaciones sobre sus acciones. Quizá pensara que hablándome un poco sobre él, sería más receptiva a sus atenciones. Como sea, necesitaba una distracción, ¿Qué mejor que el lobo más mujeriego que conocía para darme advertencias de tipos como él? -Hey, Rose. – Dijo cuando pasé de largo por el pasillo y entré directamente en su oficina. - ¿Cómo estás? -De mal humor. – Dije sentándome en la única silla disponible. – Tengo un invitado no deseado en casa. -Ah. ¿Hablas del ch
-¿Rose? Una voz atractiva se encontraba susurrando mi nombre en mi oído; fruncí el ceño porque nadie me sacaría de mi pequeña siesta. -¿Rose? Me pediste que te despertara y… ¿Podrías dejar de hacer eso? Ignoré a la atractiva pero molesta voz. ¿Qué tiene de malo amasar mi cómodo colchón? -No. Vete. – Dije medio adormilada. -Rose… tu trabajo… Abrí un ojo solo para encontrarme con una barbilla afilada en la semi oscuridad. Asustada di un brinco que me hizo enredarme en la manta y caer al suelo. -¡Rose! ¿Estás bien? -No… mi trasero. – Dije lamentándome desde el suelo. - ¿Qué mierdas estás haciendo aquí en mi…? Me detuve abruptamente. Algunos recuerdos acudieron a mi mente y me hicieron elevar las cejas. Bueno, si la información en mi cerebro era correcta, Bastian ayer me había confesado una pequeña bomba. ¿Qué haré con eso? Decidí en las milésimas de segundo que le tomó al guapo bastardo salir de la cama que me tomaría mi dulce tiempo para procesarlo y después… si, después. -Pe
-No. – Dijo Chase cruzándose de brazos.-Chase…Solté un suspiro.EL incidente de esa mañana aun pesaba sobre el cachorro. Había tratado durante todo el día que se animara, pero nada daba resultado. Así que tuve que recurrir al juego sucio para que se relajara… y para que hiciera lo correcto.-Chase, si algo me ha enseñado la vida es que no puedes huir de los problemas. Algún día tienes que ver a tu padre y disculparte por tu comportamiento.-No lo haré, se lo merecía. – Dijo con un pequeño y adorable gruñido. – Y si hubiera habido más testigos en esa habitación, le hubiera retado a un duelo.-No puedes estar hablando en serio. – Dije impactada. – Chase, es tu padre.-¿Y qué? Yo no reconozco a ese lobo abusivo como mi pariente. ¡Te ha lastimado por años! No más, yo te cuidaré.Nos encontrábamos de camino al restaurante favorito del cachorro; aunque no lo quisiera admitir, yo tampoco quería regresar y ver a su padre. Comeríamos ahí mientras tomaba valor para regresar, mientras tanto ha
Chase, Rowan y el señor Fred iban detrás de nosotros como un cortejo fúnebre. Bien podría serlo. No pude razonar con Bastian así que partimos de mi casa en silencio. Para cuando llegamos al bosque detrás del la Casa de la Manada, el Alfa Noa ya nos esperaba con rostro severo. -Gracias por estar aquí. – Dijo Bastian tendiéndole la mano. -Haré lo que me pides, pero no seré feliz con ello. – Dijo dándome una mirada superficial y dándose vuelta para caminar hacia el bosque. -Por supuesto que no. – Dijo Bastian medio divertido. En una hora más o menos comenzaría a oscurecer y el aire había comenzado a soplar frío. Tal vez por eso temblaba. -Vamos. – Dijo Bastian dándome una última mirada antes de seguir al Alfa Noa. Caminamos hasta adentrarnos en el bosque hasta un pequeño claro. Ahí, la gente que había visitado hace unos días se encontraba reunida en un semi círculo. Bastian se adelantó al centro y habló con voz clara y potente, voz de Alfa. -Los he reunido hoy aquí porque he ofrec
-Eso es todo por hoy chicos. – Dije tambaleándome al levantarme de la silla en la que estaba. -¿Se encuentra bien señorita Rose? – Preguntó uno de mis pequeños. Por supuesto que no. Había estado dos noches sin dormir porque debía vigilar que el chico espalda de picadillo siguiera respirando. Fue un milagro que pudiera arrastrarme para cumplir con mi horario. Al menos mis cachorros pre adolescentes entendieron que no podría darles clases en unos pocos días. -Estoy bien, solo estoy cansada. – Dije con una sonrisa mirando los rostros preocupados de mis cachorros. – Vamos, recojan sus cosas y vayamos a casa para que todos tomemos una siesta. -Me gustan las siestas. – Dijo uno de ellos y corrió por sus cosas. Los demás siguieron su ejemplo. Revisé mi celular por milésima vez. No solo estaba pendiente de las actualizaciones que Chase me enviaba cada hora o así, sino que también estaba esperando a que Edson diera señales de vida. Le envié un mensaje al Beta por la madrugada del “accide
-¿Sabe? Creo que aún no le he preguntado cómo m****a es que sabe usar un montón de armas humanas. -Era un cachorro muy inquieto. – Dijo corrigiendo mi postura. Era nuestro tercer día de entrenamiento y absorbía todo lo que me decía como una esponja. Quizá éstas debieron de haber sido mis armas desde el principio ya que era mucho más fácil moverlas que mi bastón. -Crecí viendo películas de acción humanas, tenía un montón de tiempo libre y talento para crear objetos de madera. ¿Para qué crear armas si no sabes usarlas? Eso tenía mucho sentido. -Quizá en menos de un mes puedas manejar esas armas como una profesional. -¿Podré atacar con ellas? – Pregunté esperanzada. - No, ¿Estás demente? Solo te he enseñado cómo dar algunas vueltas de tu muñeca, el arte de atacar es otra historia distinta. – Dijo divertido. – Ahora vamos dentro, tengo hambre. -Ya voy. – Dije arrastrando los pies detrás de él. Dentro, en el sillón designado de Bastian se encontraba el lobo leyendo tranquilamente
-Por favor, no hagas ruido. – Dijo la voz en tono bajo. – No les gusta el ruido. -Tampoco les gustaba en nuestra prisión, ¿No es cierto?- Dije arrastrándome y palpando con las manos el suelo y los alrededores. N sabía si podía levantarme ni las dimensiones de donde sea que estuviéramos, así que sería mejor ir con calma. -Te conozco. – Dijo en un suave murmullo. Seguí palpando hasta llegar a lo que parecía ser una pared sólida y comencé a explorar hacia arriba y luego hacia los lados. Hasta que me topé con algo metálico y casi tropiezo con el cuerpo de la chica. Joder, esperaba equivocarme, pero creo que tenían a la chica encadenada a la pared. -Si. – Dije respondiendo lo más bajo que pude. – Me parece que ya hemos estado juntas en otras circunstancias. ¿Sabes en dónde estamos? -No podría decirlo con seguridad. - Dijo con voz temblorosa. – No hablan mucho a mi alrededor. Suspiré y seguí recorriendo la pared con cuidado de no lastimar a la chica. En nuestro tiempo juntas nunca d
Bastian. Había pasado cerca de una hora y media desde que mi pareja se había ido y yo me sentía inquieto. No por el hecho de que fuera a visitar al Beta (Aunque eso no era de ayuda a mi humor, ¿Cómo se atrevía a dejar su tiempo conmigo para irse a buscar a otro lobo? Incomprensible ) sino porque sentía que algo andaba mal. La comida había llegado hacía una hora y a pesar de que le marqué y mandé mensajes, no me contestó. -Seguramente está ayudando al Beta con su trabajo, ella hace mucho de eso. – Dijo el señor Fred terminando de comer. – Me iré a echar una siesta, no me despiertes. Media hora después seguía desaparecida y mi paciencia se agotó. Cogí mi móvil y marqué a mi Beta. -Quiero que vayas a la Casa de la Manada y preguntes por el Beta Edson. – Dije en cuanto contestó. -Estoy delante del Alfa, ¿Quieres que le pase el móvil? -Hazlo. Dos segundos después la voz gruñona de Noa tomaba el móvil. -¿Qué…? -¿Dónde está tu Beta? -Esa es una excelente pregunta, Bastian. – Dijo c