Debido al miedo en mi corazón, no pude dormir profundamente, pero cuando lo hice, no duró ni una hora. Me senté de golpe y, en cuanto me di cuenta de que era de mañana, me giré pará despertar a Rastus.«Ya ha dormido suficiente…»Sin embargo, Rastus no estaba en la cama cuando me giré para despertarlo.Puedo decir con seguridad que hoy fue la primera vez que a pesar de despertar con la cama vacía no me senti vacía.Esta fue la primera vez que me alegré de que Rastus me dejara en la cama antes que despertara.Él estaba despierto.A menos que todavía estuviera soñando-"No es un sueño, cariño. Estoy despierto." La voz de Rastus me recorrió el cuerpo con una chispa al rebotar en mi mente, asegurándome que este momento y cada sentimiento que lo acompañaba eran muy reales.Me levanté de la cama, me puse la primera bata frágil que vi. "¿Dónde estás?". Le pregunte atraves del vinculo mental.Diosa mía, no podía esperar a ver la reacción de nuestros cachorros cuando vieran a su papá, y tampo
Rastus se movió en la bañera, presionando su erección contra mi pierna. Ladeo la cabeza, reclamando mis labios con los suyos. El beso fue ligero, suave e increíblemente calido, mientras me relajaba contra él, mis manos encontraron lugar en su pecho. Su latido del corazón...Firme y fuerte bajo las llemas de mis dedos.Cundo finalmente rompio el beso, mi cabeza me daba vueltas y respiraba entrecortadamete. Parpade un par de veces, intentando disipar el deseo que me nublaba los sentidos.—Podrías haber dicho esto, en lugar de hacerme creer que estás herido. —Intenté no gemir mientras lo regañaba. Pero, aun así, yo misma sonreí tímidamente.«Diosa por favor llena nuestros dias con mas dicha como está...»suplique. —¿Qué tiene de divertido eso? Siento que me quemo, me duele. Tengo las bolas tan azules que tengo miedo de que se me caigan. ¿Puedes al menos remendármelas, cariño?Todavía no entendía cómo era capaz de hacerme reír y cortarme la respiración al mismo tiempo...—¿Estás seguro d
ALFA RASTUS:La cantidad de veces que había parpadeado desde que me desperté al lado de mi hermosa mujer era incontable e incluso cuando salí del baño en bata, seguí parpadeando solo para asegurarme de que esto no era otro juego enfermizo.Que esta escena donde Agnes guiaba mis débiles pasos y nuestros cachorros saltaban en nuestro dormitorio no fuera un juego enfermizo al que mi mente estaba jugando de nuevo solo para torturarme como lo ha estado haciendo desde el mismo día que sentí la energía de Agnes recorriendo mis venas muertas reparando mi corazón roto... haciendolo latir.Fui consciente de ese momento y de todos los que vinieron después.Estaba consciente pero no podía abrir los ojos.Perdí la noción del tiempo, pero sentí como si hubiera estado atrapado por la eternidad y no por días, semanas o meses.Además, no podía sentir ni oír mucho.Ni siquiera a Agnes, aunque seguramente pasó tiempo conmigo.Eso me asustó tanto que dejé de luchar contra mi propia mente y mi consciencia
AGNES-—¡Desnúdate! —susurró con frialdad, dejándome sin aliento mientras me congelaba en mi sitio. No me moví. Ni siquiera me atreví a respirar. Alfa Rastus inclinó la cabeza ligeramente y ese mero acto hizo que me subiera el corazón a la boca del terror.—¿No me escuchaste, esclava? ¡Dije que te desnudaras, joder! —gruñó, sonando inhumano.Esclava.Sí, soy su esclava, su juguete sexual todo ese tiempo pero también soy su esposa y su luna. ¿¡Por qué me hizo esto!?Lo sabia pero aun asi, sus palabras eran como una daga sumergida en ácido que atravesaba mi corazón.Estaba enojado por el hecho de que tenía que aparearse con la loba más baja de la manada. Estaba atrapado con una huérfana y, para colmo, esta huérfana no podía transformarse ni acceder a su loba, pero tenía que aparearse conmigo. Incluso si quisiera formar un vínculo más fuerte conmigo, no lo sentiría porque no tenía loba y era débil.Sabía eso y me odiaba a mí misma más que el a mi o cualuqier otro miembro de la manad
Siempre supe que nadie en la manada me respetaba como su Luna, pero hasta ahora, nadie excepto Lisa había tenido el valor de faltarme el respeto en mi cara. Por lo general, murmuraban y se reían de mí a mis espaldas, pero no se atrevían a ponerme las manos encima.Pero eso cambió en el momento en que Lisa les dio a los guerreros una orden que no sabía que cambiaría mi vida para siempre...—¿¡Qué estás haciendo!? ¡No pueden hacer esto! —grité mientras luchaba por liberarme de la fortaleza de los guerreros cuyas manos me aplastaban el hombro mientras intentaban sacarme de la cocina.Mis luchas fueron inútiles, por supuesto.Los guerreros me sacaron de la cocina como si fuera un papel liviano, a pesar de mis gritos de protesta.—¿Qué planean hacer conmigo? —me pregunté si me estaban secuestrando, pero rápidamente solté otra pregunta—. ¿Qué te da derecho a tocarme? ¡Pertenezco a alfa y él querría tu cabeza por poner tus manos sobre mí!Lisa se rió histéricamente. Les hizo una seña a los
A tiempo para salvarme justo cuando sentí los dedos callosos de Mateo y Leo sobre mí.Desafortunadamente, la voz que me salvó no fue la de alfa Rastus. Cuando abrí los ojos de nuevo, no vi a mi compañero furioso con los guerreros. En cambio, vi a la jefa de servicio, parada en la silla con sus ojos disparando dagas a los guerreros. —¡¿Perdieron la cabeza?! ¿Quieren que los arrastre por el infierno con sus bolas incontrolables? —Lisa gritó enojada.Uno habría pensado que ella se preocupaba por mí mientras gritaba a los dos hombres que estaban a punto de agredirme y abusar sexualmente de mí.Sin decir ni mirar, Mateo y Leo salieron corriendo de la habitación. Me limpié la cara de nuevo y preparé mi mente para más.Lisa simplemente sacudió la cabeza antes de estirar su mano derecha hacia adelante, revelando una pila de papeles.—Esto es para ti. Haz lo necesario y devuélvemelo.Junto con los papeles también me dio un bolígrafo.Fruncí el ceño y la curiosidad se apoderó de mi mente mie
La conocía.Aunque todavía no había visto su rostro, ya que estaba encerrada en los brazos de mi compañero y me daba la espalda mientras su rostro recibía el amor del hombre suponía que era mío, el hombre que no me dio ni un beso en la mejilla a pesar de estar casada y emparejada con él durante los últimos tres años.Primera vez que entré a su oficina y esto fue lo que vi. ¿Eh?El familiar cabello rubio largo y brillante fue suficiente para permitir que mi yo desplomado supiera que la mujer en los brazos de mi compañero no era otra que la princesa Larisa Wellington.Su exnovia.Mis labios temblaban, todo mi cuerpo se sacudía mientras cada parte de mi corazón ya destrozado se rompía en pequeños pedazos y mis ojos hinchados se llenaban de lágrimas calientes una vez más. No solía ser una llorona, aunque todos a mi alrededor pensaban que lo era, pero ¿cómo podía dejar de llorar cuando estaba presenciando el final de mi vida?¡Diablos! Nunca me había besado.Nunca había tenido la oportuni
Yo había querido toda su atención y ahora que me la estaba dando, no quería nada más que correr en dirección contraria.—¿¡Cómo te atreves a intentar romper el vínculo que compartimos, mujer!? —preguntó de nuevo.—¿No es eso lo que quieres? —pregunte con voz temblorosa.—¿¡Quién eres tú para decidir lo que quiero o incluso cuestionarlo!? —gritó alfa Rastus en mi cara, haciendo que mi cuerpo temblara como si estuviera siendo enterrada en hielo.Mi mente no lograba comprenderlo. Tampoco podía encontrar una respuesta porque me estaba confundiendo.Romper el vínculo era necesario si quería estar con Larisa y si quería que yo me fuera. Entonces, ¿por qué estaba...?—¡Guerreros! —gritó alfa a los hombres que estaban fuera de su oficina y dos de ellos entraron corriendo, cayendo de rodillas para evitar enfrentarse a su furia—. Agarrad a esta mujer insolente, devolvedla a donde pertenece y dejadme advertiros... —Los guerreros podían sentir su ira en sus huesos, aunque la ira de alfa Rastus es