Capítulo 120

—¡Oh, mira! Es la cumpleañera —exclamó Tamia cuando entré en la sala de estar de la casa de la manada de los lobos blancos.

Mi estado de ánimo frío se volvió cálido cuando vi el afecto en sus ojos mientras cerraba la distancia entre nosotras con los brazos abiertos.

Mi cara se iluminó. —¿Cómo lo supiste?

Quiero decir, no se lo dije. Igual que no se lo dije a Rastus.

—¿Cómo no lo haría? Además de ser tu tía abuela, te he estado escuchando a ti y a Susanna hablar de este día durante los últimos días. —Tamia se rió y me acercó a su pecho para darme un cálido abrazo.

Suspiré aliviada, sintiéndome como en casa en sus brazos.

—Feliz cumpleaños querida —dijo suavemente, mientras aún me sostenía.

Me atraganté con la repentina oleada de emociones que me embargaban y cerré los ojos, saboreando la dulzura de ese momento. Pero, de repente, mis oídos se llenaron de un canto uniforme de los lobos blancos.

Todos y cada uno de ellos. No sabía cómo llegaron a reunirse tan rápido, pero lo hicieron.

—Fe
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