Lizzie.Esta tarde mi silla era especialmente incómoda y sofocante.Había vuelto al trabajo hace un par de días y más o menos tenía una rutina.Levantarme al amanecer, contemplar a la nada hasta que sonara el despertador, darme un baño rápido y ponerme un uniforme milagrosamente limpio para ir a la Estación de Policía.Pasaría algunas horas frente el ordenador haciendo papeleo de forma automática, evitaría conversaciones con mis compañeros, me obligaría a levantar el trasero cuando el tío Jeff me mandara a comer y luego volvería frente a la computadora en medio de un transe y un coma inducido por la cafeina y donas de azúcar.Me iría a casa en cuanto comenzara a atardecer para meterme directo a la cama después de arrojar mi uniforme sobre la mesa. Ahí me quedaría mirando hacia la ventana con la mente en blanco hasta que el sueño me venciera... y comenzara todo de nuevo.Para este punto, el tío Jeff había notado que estaba actuando extraño, pero no insistió en el tema porque alguien le
-Eran unas garras metafóticas, por supuesto. No me quedé quieta dejando que simplemente me hirieran hasta que terminaran de divertirse, sino que luché con todo lo que tenía para salir viva de ahí. Me etiquetaron como... especial. Después me enteraría de que el apodo era porque aguantaba "bien" el dolor a pesar de ser humana. Me estremecí. Su hijo para este punto se encontraba quieto simplemente mirando hacia los árboles mientras su madre acariciaba su cabello. De pronto la mujer sacó de uno de sus bolsillos un auto de juguete y se lo entregó. Él procedió a jugar con el objeto obedientemente. -Me llevaron a una especie de subasta cuando mis heridas sanaron lo suficiente. No me habían mutilado como a otras chicas que me acompañaron en ese sucio y triste camión y, tonta de mí, estaba agradecida. Después fui comprada por... -Alfa Gustav. - Interrumpí quedamente cuando se quedó callada y parecía sentir dolor por los recuerdos. -Si. Él... desquitó cada centavo que pagó por mí y
La mujer estaba paralizada.No la culpaba, los tipos que nos rodeaban sacaron sus armas para apuntarnos. Bueno, eso quería decir que no tenía que ver con asuntos lobunos.Elevé las manos en un gesto de paz.-Iré con ustedes - Dije lentamente. - en cuanto ellos se vayan y todos tus amigos se queden aquí conmigo.El calvo comenzó a reír fuertemente.-Te lo dije, no tengo interés en una mujer cualquiera y su perro. Vendrás con nosotros de todas formas, así que deja las tonterías y comenza a caminar hacia mí.Yo asentí y hablé en un tono muy bajo para que solo uno de los presentes pudiera oirme.-Yo los cubriré, llévate a tu madre lejos. El cachorro detuvo sus gruñidos, lo que me hizo pensar que pudo escucharme y me dejó un poco más tranquila mientras caminaba hacia el calvo.Pronto estuve a una buena distancia y dos de sus esbirros me sujetaron para comenzar a revisar mi cuerpo en busca de armas. Una pérdida de tiempo porque, idiota de mí, no traía ninguna conmigo.-Está limpia. - Dijo u
Comencé a gritar a pesar de la mordaza y a retorcerme del agarre del tipo. Los ojos de Isabel se pusieron blancos y pude ver cómo su cuerpo se aflojaba. -Y pensar que un par de policías novatas hicieron que tuviera que pagarle más a Donovan. - Dijo asqueado el hombre dejando caer su cuerpo. - Jodido estúpido, no tendrá un centavo más de mi. Desde mi sitio podía ver su débil respiración, así que pensé que solo se había desmayado. No parecía ser un corte muy profundo. Miré de nuevo hacia arriba y me concentré en cada detalle del lugar sutilmente. Había al menos una treintena de hombres repartidos por la enorme sala de estar. Un hombre sentado en el sillón mirándome con muerte en sus ojos. Ningún tipo bloqueando exactamente la entrada, pero al menos cinco podrían atraparme. Por supuesto, no me arriesgaría ya que había uno apuntando a mi cabeza. Solo habían dos salidas de la habitación: La puerta principal y lo que parecía ser un pasillo largo. O quizá la tercera de mis opc
Edson. Un silbido penetrante me hizo abrir los ojos. Me sentía un poco desorientado. Miré brevemente hacia la ventana, era de noche. Lo último que recordaba era estar hablando con mamá, pero no sabía si solo habían pasado un par de horas porque me sentía mucho mejor que en días. Eso no se lograba con una hora de sueño. Me estiré y moví mi cuello en diferentes direcciones. Esa conversación había traído un poco de resolución a mi mente. Le pasaría la lista detallada de los lugares de subastas clandestinas a Bastian junto con el pequeño favor de cuidar de mi familia en cuanto hablara con mi hermano pequeño. Quizá ni siquiera tendría que darle el Comando Alfa ya que las lobas no se ven muy interesadas en formar parte de una manada. No las culpaba, por supuesto. Con ellas fuera de la ecuación... solo quedaba mi hermano como único miembro de la manada y el jodido Comando era innecesario. Ni siquiera estaba seguro de que él quisiera ser un Alfa, así que eso era una complicación men
Edson.Pude escuchar disparos a la distancia. Quizá algunos pinchazos sin importancia de los perros que trataban de detener mi ataque mortal a todos y cada uno de ellos.No lo sabía.Me sentía igual que cuando Gustav me había pedido que hiciera algo horrible. Todo lo que había en mi mente era muerte y sangre. No precisamente en ese orden, sobre a todo a los perros que olían con más fuerza a mi compañera.Los lobos me ayudaron con algunos, pero en su mayoría yo era el verdugo de éstos animales.Colmillos, garras, sangre. Un espectáculo que lamentablemente dudaba que los humanos hayan podido apreciar correctamente debido a la oscuridad de la noche.El jardín o la mierda en donde nos encontrábamos no estaba iluminado por la luz artificial de ninguna farola.Poco a poco despejé mi camino para llegar hasta Lizzie, quien se dejó de mover en algún punto desde que llegué.No, Dulce Madre.-¿Qué mierda esperan? ¡Recarguen, carajo! ¡¿Cómo entraron éstos animales?!Arrastré delicadamente con los
Lizzie.No me pude defender de tantos perros al mismo tiempo y pronto caí al suelo. Seguí luchando aun con toda la desventaja hasta que el dolor y los desgarros en mi piel me impidieron continuar.Fue bastante extraño. En un momento estaba en un mundo de agonía y de pronto dejé de sentir.Era como si un viento gentil me hubiera ahorrado los momentos difíciles de mi agonizante final. La oscuridad me absorbió y yo le di la bienvenida con los brazos abiertos.Volví a abrir lois ojos ante una tierna caricia en mi frente.El cielo azul y de tono suave me dió la bienvenida. Confundida, me levanté sobre mis codos y miré hacia mi cuerpo.No habían rastros de las múltiples heridas que había sufrido.-No las encontrarás. Al menos, no en mi reino.Levanté la vista buscando la fuente de esa voz sin éxito.-Disculpe, no sé en dónde estoy o quién es usted. ¿Es de muy mala educación de mi parte preguntar sobre el reino del que habla?Una risa musical invadió mis oidos.-Te responderé solo porque has
Lizzie.Los labios de Edson se fueron tan rápido como habían llegado.Estaba confundida en más de un sentido, pero no quería entrar en pánico... aún.-¿También estás en el infierno? - Pregunté parpadeando. Él me miró y soltó una carcajada.-Entonces... ¿Puedo dejar de tirar pétalos a su al rededor? Esto es extraño. - Dijo una voz femenina y yo giré mis ojos hacia ella. Una mujer hermosa de pelo rubio y ojos verdes me regresó la mirada con evidente incomodidad. En sus manos tenía pétalos rosas que hicieron cosquillear mi memoria... ah. Eran las flores que Edson me había hecho usar hace un par de días para la mordida de su hermano.-¿Cómo te sientes? - Preguntó Edson y yo regresé mi atención hacia él. - ¿Aun te duele?Yo me tomé un momento para valorar mi cuerpo.-De hecho... no. -Bien, si ya hemos terminado aquí, me iré a cazar un alce. Estaba en medio de mi caza cuando los escuché venir. - Dijo la mujer refunfuñeando. - Nadie comprende a la osa ni respeta sus horas de comida.Enton