Capítulo 119.

Edson.

Pude escuchar disparos a la distancia. Quizá algunos pinchazos sin importancia de los perros que trataban de detener mi ataque mortal a todos y cada uno de ellos.

No lo sabía.

Me sentía igual que cuando Gustav me había pedido que hiciera algo horrible. Todo lo que había en mi mente era muerte y sangre. No precisamente en ese orden, sobre a todo a los perros que olían con más fuerza a mi compañera.

Los lobos me ayudaron con algunos, pero en su mayoría yo era el verdugo de éstos animales.

Colmillos, garras, sangre. Un espectáculo que lamentablemente dudaba que los humanos hayan podido apreciar correctamente debido a la oscuridad de la noche.

El jardín o la mierda en donde nos encontrábamos no estaba iluminado por la luz artificial de ninguna farola.

Poco a poco despejé mi camino para llegar hasta Lizzie, quien se dejó de mover en algún punto desde que llegué.

No, Dulce Madre.

-¿Qué mierda esperan? ¡Recarguen, carajo! ¡¿Cómo entraron éstos animales?!

Arrastré delicadamente con los
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