Enzo
Me levanté de la mesa y me dispuse a salir del estudio dejándolos a ellos arreglar todo para mañana.Estaba desesperado por ir a ver a mi mujer.Fui soltando mi corbata y enrrollandola en mi mano para ir a las mangas de mi camisa y remangarlas hasta mis codos.Caminaba rápidamente al ascensor qué debía enseñarle a Olivia mañana, para llegar rápido a nuestra ala de la fortaleza, cuando la criada del estudio se interpuso en mi camino.Gruñí de molestia con tan solo verla haciéndola encogerse en su lugar con la mirada fija en el suelo.—¿Puedo atenderlo, mi señor? —pregunto sumisa pero con dobles intensiones.—No necesito las manos de una maldita mugrienta como tú, para eso tengo a mi mujer —le respondí con molestia y la hice retroceder unos pasos lejos de mi.—El antiguo capo pedía nuestra compañía aunque tuviera esposa, mi señor —habló la descarada.Mi mujer la dejaría sin cara y gozaria elEnzoA las cuatro de la mañana paramos de coger, porque Olivia se desmayó con el último orgasmo. Estaba seguro que todo el mar mediterráneo escuchó los gritos de placer de mi mujer, no se cohibia en el sexo, era mi Diosa y eso siempre lo mantendré. La atraje a mi y se acomodó en mi pecho usandome de colchón humano, suspiró en sueños y me abrazo por la cintura, me encantaba tenerla cerca. La cubrí con las mantas y con el control apagué por completo las luces y cerré las cortinas eléctricas para que no pasara luz de la terraza. Lo que menos quería era que se despertara gruñona por la luz dándole en el rostro. Y también necesitaba descansar, había tenido días atareados arreglando todo para traerla hasta acá sana y salva y cuidando de que ningún enfermo nos siguiera. Ya estando en mi territorio principal sería casi imposible llegar ella, pero igual no dejaría de cuidar y velar por su bienestar y seguridad. Te
OliviaEstaba más que nerviosa, desde que desperté a las doce del medio día por mi esposo, he estado alerta con todo. Él está tratando de ser lo más transparente posible conmigo y me dijo que esta noche habrá gente que me querrá dejar en ridículo. Yo sé que él no iba a dejar que nada de eso pasara, pero no quitaba mi ansiedad. En nuestra ala de habitación, se encontraban las modistas reconocidas de Chanel y varias estilistas. Todas mujeres porque mi esposo es un celoso de mierda. No sé si era por todo el estrés que tenia encima, pero hoy me estaba cayendo muy mal su presencia, tanto que le pedí que no volviera a la habitación en un par de horas. La cena y presentación es a las ocho de la noche, pero desde ya me están arreglando para estar impecable y dejarles en claro a todos los que vendrán que por muy italiana que no sea, sigo siendo la jodida reina. Nunca se me dijo que sería fácil y que tal vez tendría que cometer actos
Marcando las siete de la noche ya me encontraba con el maquillaje impecable y mi cabello suelto cayendo en ondas abiertas por mi espalda. El maquillaje que me realizaron no era para nada cargado, solo se centraron en mis ojos para que ellos fueron los protagonistas de esta noche, o al menos eso me dijo la mayor de las estilistas, que con ojos profundos y soñadores me dijo que mis ojos pondrían a muchos de rodillas y que comenzaría esa noche. Sus palabras no solo causaron escalofríos, sino que me dio un poco más de seguridad para lucirme esta noche. Respire profundo y una de las modistas ajusto el pequeño corsé qué moldearia mi cintura. El vestido me hacia ver oscura y sensual y cuando más me veía en el espejo, más me gustaba lo que reflejaba. Las mangas eran largas pero con los hombros descubiertos. Las chicas aplicaron laca en el borde que protegían mis pechos y fijaron el escote a ellos para que simularan ser una segunda piel. El detalle que bajaba de
OliviaEstaba más que asustada, pero ir de la mano de Enzo me llenaba de valentía y orgullo. Tomamos el famoso ascensor hasta la planta principal y a medida que íbamos avanzando al salón de fiesta, un par de hombres se ubicaban a nuestros costados y espalda aumentando el anillo de seguridad. Estaba más que custodiada y no es para menos, teniendo un montón de buitres dispuestos a despellejarme por no ser una insípida italiana.Cuando llegamos al salón la voz de Salvatore resono en el micrófono. —Se presentan en la sala, el capo y la dama de la mafia —la voz de ese hombre causó terror en la mayoría de la gente y por presión social comenzaron a aplaudir nuestra presencia. Dibuje una sonrisa de autosuficiencia en mis labios parecida a la que tenía mi esposo y a medida que nos íbamos acercando a nuestra mesa que estaba ubicada encima de una tarima podía escuchar las críticas de las mujeres frustradas dentro del recinto. Enzo atento a cualquier movimiento en falso del que se acercara a
Enzo—Buenas noches, señores ——salude a los presentes con un tono demandante. Todos respondieron al saludo con respeto, pero tensos por lo que fuera a pasar. —Esta noche fueron convocados por una razón de peso —explique con altaneria y me recosté un poco más del respaldor de la silla. —Esta noche les presentaré a mi esposa y dueña de todo lo que pisan y respiran en este lugar. Señale a mi esposa, quien nunca bajó la cabeza y mantuvo una sonrisa burlona en sus labios. Estaba orgulloso de ella y le reventaria la cabeza al que se atreva a ofenderla. Ésto más que una presentación, es una advertencia para todos. Ya un viejo conservador iba muerto por tratar de opinar donde no debía, mi padre le dio mucho poder en su momento como capo, pero eso cambiaría conmigo estando en el mandato. Nadie puede cuestionar mis órdenes. Me levanté de la silla y me abotone el saco de nuevo. Le tendí la mano a Olivia y ella la tomó gustosa
OliviaMi esposo estaba totalmente en su personalidad de matón, dispuesto a defenderme de todo lo que estos arrastrados puedan decirme. —Ejecutare a todo estos traidores qué no se arrodillaron frente a mi mujer. Informó a los presentes y empezó a prepararse para la matanza. Se acercó a mi lentamente mientras se quitaba el saco con esa mirada siniestra qué tanto me prendía, le sonreí con picardía en respuesta. –Hoy tendrás tu iniciación, muñeca —me informó y asentí. —¿Qué tengo que hacer? —pregunté con curiosidad y él me dio una mirada seria. Me acerqué a él y lo ayude a soltarse los botones de los puños de la camisa y se las arremangue hasta los codos. —Tienes que matar a Mara —me comunicó mirándome fijamente a los ojos. Me quedé estática mirándolo fijamente y con la respiración retenida. No jugaba cuando decía que tenia que hacer cosas atroces para poder sobrevivir. —Si lo tengo que hacer para ganarme el respeto de todos, lo haré, cariño —hablé determinada a cumplir con lo q
OliviaMi mirada aun estaba fija en el cuerpo de esa horrible mujer dando las últimas convulsiones hasta que dejó de moverse. Respiré hondo y salí del trance en el que estaba y endereze mi espalda con elegancia y aun manchada de sangre, subí nuevamente al estrado tomando el ruedo de mi vestido pera no enredarme. Enzo me recibió con cautela, pero le di una suave sonrisa para que se tranquilizara y terminaramos con todo ésto. —Ahora que todos los honores fueron hechos, ahora si pueden sentarse en sus lugares a disfrutar la cena, la sala será despejada —le dio una señal a Red y este procedió a organizar grupos armandos para sacar los cadáveres ensangrentados de la sala y también un grupo de criadas se dispuso a limpiar la sangre. Me quedé mirandolas fijamente hasta que me centre en la que no le quitaba la mirada a su marido. Lo miraba con hambre y eso la estaba empezando a molestar. Si seguía así la mataría. Para nadie era un misterio que había disfrutado matar a Mara no solo por la
Alce mi mano que estaba manchada de sangre y la acerque al rostro pálido de la chica para darle la caricia más siniestra qué le habían dado. Le sonreí para tranquilizarla y ella destenso los hombros. Justo lo que quería, que bajara la guardia. En segundos mi tacto cambió e inmediatamente abrió los ojos sorprendida por darse cuenta que había caído redondita en mi propia trampa. La agarré las mejillas clavandole las uñas tan profundo que le hice sangre, ella soltó un quejido tan fuerte que Enzo volteo la mirada preocupado pensando que me estaban haciendo daño. Conecté mi mirada con la de él por unos segundos, pero de inmediato me fije en mi segunda víctima de la noche. Salvatore me hacia de cortina para no alterar más a la gente, pero tarde o temprano se darían cuenta de lo que estaba pasando aquí. —¿Qué te hace pensar que puedes comerte con la mirada a mi esposo? —pregunté con paciencia. Ella se quejó y soltó un sollozo ahogado por la