Enzo
El frío de la mañana me calaba los huesos, una punzada helada que se colaba por mi chaqueta y me hacía sentir cada parte de mi ser despierta, alerta.El aire estaba cargado de anticipación y tensión. A medida que las camionetas blindadas avanzaban por el camino de nieve que conducía a la mansión de Daemon, un torrente de emociones íntimas luchaba por salir a la superficie. La adrenalina corría por mis venas, un recordatorio constante de por qué estaba allí y de lo que temía perder: Olivia.Ella era la única razón por la que estaba dispuesto a enfrentar a Daemon y a sus hombres. Sabía lo que podían hacerle. Ya me había encontrado con sus métodos, brutales y despiadados.Cada reversa de la camioneta, cada giro del volante y el rugido del motor, resonaba en mi pecho como un tambor de guerra. Tan pronto como llegáramos, sabía que esto sería una carnicería. No iba a mostrar piedad ante aquellos que se cruzaran en mi camino.Los hombres alEl sonido agudo del intercomunicador rompió el silencio helado de la habitación.Con la adrenalina corriendo por mis venas, la noticia de la hazaña de Olivia me impulsó a salir de ese lugar que aún olía a Daemon, recordando el peligro que había acechado a mi reina. Cada paso hacia la salida resonaba en mi mente como un eco de urgencia.Convocando a mis hombres más cercanos a mi ubicación rápidamente, les informé del heroico acto de nuestra reina. Las miradas de admiración y respeto que recibí en respuesta avivaron el fuego en mi pecho; les ordené que la noticia viajara por toda la pirámide de mafia como un rumor para luego salir y dar por hecho la buena nueva.A medida que finalizaba mi orden, una inquietud comenzó a formarse en el fondo de mi ser. La necesidad de estar a su lado me llevó a apurar el paso.Cuando finalmente llegué a la habitación que me había indicado Alexa, encontré un hombre mayor pero fornido y de buena forma frente a la puerta.—Muévete, —le dije sin una pizca de
OliviaLa habitación estaba bañada en una luz tenue, el silencio pesaba como un manto sobre mis pensamientos.Me encontraba recostada en la cama de la suite más grande del hotel.Y los cables conectados a mi cuerpo me recomendaban la fragilidad de la vida. Mi mente no dejaba de repetirse un mantra desgarrador: "He eliminado la amenaza". Pero, a pesar de esa victoria, el eco de mis decisiones resonaba con una intensidad que me paralizaba. La verdad era que, detrás de cada pensamiento de triunfo, había un susurro, un grito doloroso que me culpaba por lo que había arriesgado. ¿Haría lo mismo si pudiera volver atrás? La pregunta me atormentaba.Con cada latido de mi corazón, sentía la presencia de mi bebé, esa pequeña vida de tan solo tres meses de gestación que dependía de mí. ¿Cómo podía haber estado dispuesta a jugar con su seguridad, por más justificada que hubiera estado mi decisión? Me sentía atrapada en un torbellino de miedo y vergüenza. La imagen de mi esposo, preocupado y conf
OliviaPasaron cuarenta y ocho horas para que Enzo por fin decidiera la ida hacia nuestro hogar.No mentiré, estaba harta de estar postrada en una cama sin poder valerme por mi misma, pero lo entendía porque todo estaba bien si eso me daba fe de que mi bebé se mantuviera sano dentro de mi vientre.El médico, quién se portó como todo un caballero conmigo, me dió unas recomendaciones vitales para el vuelo, pero más que todo me ordenó estar tranquila y sin agitarme para asegurar la vida de mi bebé.En estos dos días su evolución y desarrollo han ido excelente, pero aún no sé dejaba ver el sexo, aunque el doctor me dijo que es normal que los bebés a veces no muestren su sexo a los tres meses, me comentó que hay alguno que apenas se muestran casi llegando al último trimestre.Sinceramente, me sentía ansiosa, pero también puede ser que mi bebé tenga un mecanismo de defensa al igual que el mío y solo está esperando llegar a casa para adaptarse mejor.Llámenme loca, pero si yo estoy tensa y d
Olivia Salimos del hotel tomados de la mano e irradiando poder.Somos una pareja poderosa y con mucho porte. Gracias a Enzo empecé a sentirme como una reina y no como la princesa reprimida que era antes.Me dio poder, me dio estabilidad y control y eso se lo agradecería toda la vida, pero lo que más agradecería eternamente sería el amor, la confianza y la lealtad que me dio desde el día uno.No éramos una pareja convencional, teníamos nuestros arranques de locura, pero a pesar de todo eso nos manteníamos más que unidos.Una pareja llena de vida, una pareja con ganas de siempre estar a la par, haciéndonos confiar el uno al otro, él sin ganas de hacerme sentir inferior y yo sin ganas de fallarle por todo lo que me ha dado.Subimos a las camionetas y siendo escoltados por todos nuestros hombres y mujeres, nos dirigimos al aeropuerto privado donde ya estaban los Jets esperándonos.Red se había adelantado y viajó hace dos días atrás a Italia para encargarse de todo mientras nosotros estáb
OliviaAl aterrizar el avión, las camionetas con nuestros hombres y mujeres a nuestro cargo, estaban esperando por nosotros.Fue como un deja vu, porque al tocar el pavimento con mis deportivas, todos ellos se pusieron de rodillas para recibirme.Aún no puedo acostumbrarme a esto, pero sé que ellos lo hacen de buena fe y por el respeto que me tienen.—¡Le damos la bienvenida a la Dama de la mafia! —dijeron todos en una sola voz poniéndome la piel de gallina.Enzo detrás mío, me rodeó la cintura con su brazo protectoramente.—¡Ríndanle respeto a su reina! —dijo él, de forma dura e imponente. —Su reina exterminó la amenaza principal que nos acechaba.Me apegue más a su costado porque el tema aún me tenía mal. Pero es por el peligro al que me enfrenté y lo asustaba que estaba de perder a mi bebé.—Daemon Novikov, fue asesinado por Olivia Cavalli, y quiero que esto lo sepa el mundo entero dentro de la pirámide de la mafia. La mafia rusa ya no tiene a su Boss con vida, pero eso no quiere d
EnzoEl ascensor descendía lentamente, y cada piso que dejábamos atrás parecía marcar un latido más fuerte en mi pecho.Tomados de la mano, sentía cómo la energía de Olivia fluía a través de mí. Ella apretaba mi mano con fuerza, y ese gesto, aunque pequeño, decía mucho más de lo que las palabras podían expresar. Estaba nerviosa, yo lo sabía. Pero mi corazón también latía con una mezcla de emoción y ansiedad; estábamos a punto de enfrentar al mundo juntos.Cuando las puertas del ascensor finalmente se abrieron, un aluvión de sonidos y luces nos recibió. El salón principal, adornado con elegancia, estaba lleno de rostros conocidos y otros que nos eran ajenos, curiosos y expectantes. El evento era importante, pero para mí, el verdadero peso de la noche no era la celebración, sino lo que estaba a punto de revelar. Cada paso que dábamos hacia el salón de reuniones más amplio de la fortaleza parecía un avance hacia el inevitable des
OliviaLa tensión en la sala se disipó como humo al contacto con el aire fresco.Después de los anuncios de Enzo -primero, la eliminación de Daemon, y luego, mi embarazo -la atmósfera cambió radicalmente.De repente, la fría formalidad se transformó en una ola de felicitaciones. Influyentes figuras de la mafia, hombres que momentos antes me miraban con una mezcla de respeto y recelo, ahora se acercaban con sonrisas casi serviciales de las cuáles no confiaba ni un poco.Sus palabras eran halagos, sí, pero el verdadero foco de atención, el verdadero motivo de su alegría, parecía ser el bebé. -El heredero de la mafia italiana, -susurraban, sus voces cargadas de un significado que me incomodaba profundamente.Me sentía incómoda, casi avergonzada. -No es solo un bebé de la mafia, -corregía con una firmeza que me sorprendía incluso a mí misma. -Es mi bebé, y de Enzo.La afirmación, aunque simple, resonaba con una fuerza que dejaba claro mi dominio sobre la situación. Era mi cuerpo, mi embar
Olivia-¿Me llevas a lavarme los dientes? -le pregunté con voz mimada.-Lo que quiera mi muñeca, -me respondió, convencido de hacer todo lo que le pidiera.Me tomó de nuevo en brazos y me llevo al baño, me sentó en medio de ambos lavados y preparó mi cepillo de dientes con pasta dental, todo lo hizo concentrado y yo lo seguía con los ojos.Se metió entre mis piernas y me dió dos toques en la barbilla para que abriera la boca y con delicadeza metió el cepillo y me cepillo los dientes con las cejas fruncidas en total concentración.Me ayudó a enjuagarme la boca y así como me llevó al baño me devolvió a la cama.Mi corazón latía desbocado por cómo me hacía sentir sus gestos, estoy completamente enamorada de él y eso me llena de una calidez indescriptible.Me ayudó a quitarme el vestido y lo dejó en el sofá que teníamos cerca de la cama.Cuando se giro hacía mi, ya estaba soltándose los botones de la camisa negra qu