Olivia-¿Me llevas a lavarme los dientes? -le pregunté con voz mimada.-Lo que quiera mi muñeca, -me respondió, convencido de hacer todo lo que le pidiera.Me tomó de nuevo en brazos y me llevo al baño, me sentó en medio de ambos lavados y preparó mi cepillo de dientes con pasta dental, todo lo hizo concentrado y yo lo seguía con los ojos.Se metió entre mis piernas y me dió dos toques en la barbilla para que abriera la boca y con delicadeza metió el cepillo y me cepillo los dientes con las cejas fruncidas en total concentración.Me ayudó a enjuagarme la boca y así como me llevó al baño me devolvió a la cama.Mi corazón latía desbocado por cómo me hacía sentir sus gestos, estoy completamente enamorada de él y eso me llena de una calidez indescriptible.Me ayudó a quitarme el vestido y lo dejó en el sofá que teníamos cerca de la cama.Cuando se giro hacía mi, ya estaba soltándose los botones de la camisa negra qu
OliviaMi cuerpo enfundado en mi enterizo de combate me hacía caminar con seguridad por los largos pasillos que conducían a los calabozos, los cuales estaban siendo rodeados por las bestias de mi marido y mías.El embarazo se comenzaba a notar más de lo normal y me emocionaba poder sentir el crecimiento del bebé.El enterizo había sido modificado para que no me lastimara mi vientre, pero seguía usando mis botas de tacón complementándolo.Mis pasos y los de mis asesinas resonaban por los pasillos oscuros y húmedos y el fuerte olor a putrefacción y muerte me molestaba en la nariz.Quería hacer ésto, pero a la vez no porque últimamente al bebé le daba asco cualquier cosa que oliera y me provocaba fuertes episodios eméticos.Pero la sed de venganza y la sangre le divertían, amaba que su mamá sintiera el cuerpo eufórico porque podía sentirlo ya, a mis casi cinco meses ya podía sentir su movimiento en mi vientre.Mientras caminaba por el oscuro pasillo del calabozo, una mezcla de emociones
EnzoLa fortaleza, con su majestuosidad y su aura de seguridad, siempre había sido un refugio para mí.Sin embargo, hoy, al cruzar sus puertas, una inquietud se instaló en mi pecho. La emoción de estar cerca de Olivia era un fuego ardiente en mí, pero había algo en el aire, una tensión que me hizo acelerar el paso hacia nuestra ala.Cuando entré, la escena que se desplegó ante mí me paralizó. Olivia estaba allí, sentada en los sillones de la terraza, vestida con su enterizo de combate, un distintivo de su fuerza y determinación. Pero sus manos estaban manchadas de sangre, y las huellas de lágrimas brillaban en sus mejillas. Un nudo se formó en mi estómago, y la preocupación brotó por mis poros.Mi mente corría a mil por hora. ¿Qué había sucedido? ¿Por qué estaba en ese estado? Cada posible respuesta se enredaba en mis pensamientos, y solo deseaba que me dijera qué le había pasado. Me acerqué lentamente, como si el movimiento brusco pudiera romper la frágil burbuja que parecía rodear
OliviaNuestro pequeño mafioso nos tenía aún con la duda sobre su sexo, ya tengo seis meses de embarazo y mi pancita cada día está más grande y cada día me siento más pesada de lo común.Este tiempo me ha servido para reencontrarme conmigo misma, mis estudios ya los culminé vía online y sigo trabajando en los hoteles Cavalli pero ya desde mi hogar y no en la oficina por orden de mi doctora y petición de mi esposo. Luego de pasar por tanto, ellos no quieren que tenga más emociones fuertes, basta y sobra con lo que pasó y organicé para mí padre.Su muerte en sí, no me dolió tanto como lo esperé, pensé que la culpa me pensaría en los hombros, pero no fue así y no sé si sentirme bien con eso o asumir que me dejó muy dañada mentalmente todo lo que me hizo.Si me afectó, pero es más por mi embarazo y todas las hormonas que se me juntan.No sé cómo no me he quedado seca de tanto llorar, mi pequeño mafioso quiere acabar con su mami y su papi que es el que tiene que aguantar mis berrinches.—¿
EnzoNo podía expresar todos los sentimientos que tenía ahora. La vida me había llevado por caminos oscuros, pero en estos momentos, la luz brillaba con una intensidad que nunca antes había conocido. Mi mujer, Olivia, ya tiene seis meses de embarazo, y cada día que pasa se siente como un regalo que el destino me ha otorgado. El pensamiento de ser padre me embriaga de una mezcla de orgullo, nerviosismo y amor.Hoy, por fin, el bebé se dejó ver, y la ecografía reveló lo que habíamos esperado: un niño. Con un profundo suspiro, sentí que mi corazón se llenaba de emoción y esperanza. Orgullosamente puedo decir que soy el padre de Ezio Cavalli, mi primogénito y heredero al trono de la mafia italiana cuando cumpla su mayoría de edad. El legado de mis antepasados pesaba sobre mis hombros, pero sabía que con la llegada de Ezio, todo cambiaría.Mientras observaba a Olivia acariciar su vientre, comprendí que esta nueva vida también traía consigo una responsabilidad mayor. No solo debía proteger
EnzoEsa noche, mientras caminaba a mi habitación, con las luces de la lejana ciudad parpadeando a través de las ventanas mi mente me enviaba un recordatorio constante de la reunión donde discutí los términos para proteger a mi familia. Cada palabra dicha, cada promesa hecha, giraba en mi mente como un disco rayado. Sabía que era necesario, pero también era un peso difícil de llevar.Cuando llegué por fin a la habitación, una serenidad silenciosa me envolvió, diferente al bullicio de afuera. La puerta crujió suavemente al abrirse, y el aroma familiar de mi mujer me recibió como un abrazo cálido. Sabía que Olivia estaría esperándome, a pesar de lo tarde que era.Al entrar, la vi acurrucada entre las sábanas. La luz tenue de la lámpara de noche resaltaba su rostro, trazando sombras suaves sobre sus mejillas. Sus ojos parpadearon al verme, y una sonrisa cansada apareció en sus labios.—Enzo —susurró, extendiendo una mano hacia mí. Olivia er
Olivia A mis ocho meses de embarazo, mi vida había tomado un ritmo completamente diferente, uno en el que la calma y la anticipación se entrelazaban como el dulce aroma de las flores frescas que adornaban la terraza de nuestra casa en Roma. La tumbona, con su suave acolchado, se convirtió en mi refugio diario, el lugar perfecto donde podía relajarme y dejar que mis pensamientos vagaran entre el presente y el emocionante futuro que se avecinaba.Desde este cómodo asiento al aire libre, podía contemplar la luz vibrante del sol dorado en su punto alto y cuando comenzaba a declinar. Me gustaba pensar que cada sonido era un presagio de la vida que pronto tendría en mis brazos.Había mucho en lo que reflexionar. La decisión de mudarnos aquí, cerca de la clínica principal, había sido acertada. La doctora Clara, con su voz suave y su sabiduría tranquila, se había convertido en un pilar crucial en este viaje. Podía sentir la confianza que me br
OliviaEl sol se reflejaba en las tranquilas aguas de la piscina, creando destellos de luz que salpicaban el entorno.El calor del día era acogedor mientras me encontraba recostada en una tumbona, con mi vestido holgado ondeando suavemente con la brisa. Momentos como estos eran un escape perfecto de la realidad, un instante de pausa en la6 incesantes responsabilidades que acompañaban mi vida.Sin embargo, aquel momento de tranquilidad fue interrumpido por la voz cortés pero firme de nuestra ama de llaves.Me anunció que tenía visitas y, aunque inicialmente supe que debía atenderlas, no pude evitar un leve fruncir del entrecejo. Con su ayuda, me levanté, ajustando el vestido para ganar una apariencia de dignidad que sentí necesaria.Caminé a través del jardín, sintiendo el murmullo de las hojas y el canto distante de los pájaros. Mis pensamientos fluyeron a un ritmo acelerado mientras avanzaba hacia el salón principal. Una mezcla