James y Aurora entraron juntos a la elegante recepción, donde la música suave y el murmullo de las conversaciones creaban una atmósfera sofisticada.Aurora se sintió un poco abrumada por la opulencia del lugar, pero James la tomó de la mano y le dirigió una sonrisa tranquilizadora. Caminaron juntos hacia el anfitrión, quien los recibió con una amplia sonrisa.El anfitrión se acercó a ellos con entusiasmo y estrechó la mano de James.—James, ¡qué alegría verte! Y esta debe ser tu encantadora esposa, Aurora. —dijo, dirigiéndose a ella con una sonrisa galante.Aurora le devolvió la sonrisa, manteniendo una postura elegante y serena.—Sí, soy Aurora. Encantada de conocerle.—respondió con cortesía.El anfitrión asintió con aprobación y luego se dirigió a James.—Estoy encantado de que hayas podido venir, James. Espero que disfruten de la velada. Tenemos algunas sorpresas preparadas. Y sobre todo espero que tu encantadora y joven esposa disfrute de la velada—comentó, con un guiño cómplice.J
Laura continuó marcando el número en su teléfono con frustración, ya había llamado a esa persona tres veces, pero no obtenía respuesta, nadie descolgaba el teléfono.—¿Donde te has metido, Dani? —se preguntó en voz alta, mirando a su alrededor como si por arte de magia él fuera a aparecer.El recepcionista, que se encontraba a cierta distancia para darle privacidad, la observaba discretamente, notando su creciente ansiedad.De repente, la voz inesperada de Michael a su espalda la sobresaltó.— Cariño, ¿qué haces aquí? Pensé que habíamos acordado qué pasaría a buscarte por tu habitación, no que íbamos a vernos en el hall. —dijo Michael, observando la desde atrás y esperando que se girara para enfrentarlo.Laura tío media vuelta sobre sus talones, con el semblante pálido por la sorpresay levantó la vista para encontrarse con los oscuros ojos de Michael clavados en los de ella.— Estaba intentando llamar a mi madre para explicarle que estoy fuera del país. —respondió con voz temblorosa
Michael sonrió ladino al ver cómo Laura se alejaba, consciente de lo que le sucedía, disfrutando de su miedo y de que estaba más cerca que nunca de encontrar a Sophie su verdadera esposa, el único amor de su vida.Meses atrás, descubrió la dirección de James en las cartas que él y Marie habían estado intercambiando en el pasado. No tardó en enviar a Hanna a investigar a Escocia, a sabiendas de que era posible que la dirección hubiera cambiado después de veinte años y estuvieran tras una pista que los llevaría de nuevo a otro callejón sin salida. Sin embargo, James todavía estaba allí. Hanna, la mujer más preparada que Michael tenía trabajando para él, más que cualquiera de los hombres que tenía en plantilla, le envió fotos y pruebas que confirmaban su presencia, la de él, la de Marie y la de sus hijos, en la distancia ella lograba sacar algunas fotos de su esposa en el jardín, de los bebés como iban creciendo poco a poco y aquello solo incrementó su impaciencia.No obstante, se encon
Michael se sintió como si un puñal le atravesara el pecho al escuchar esas palabras. Su rostro se manchó de dolor, sus ojos se fijaban en Sophie, era incapaz de creer lo que estaba escuchando. ¿Cómo podía ser posible? En el hospital era conocida como la gestante amnésica, recordaba a la chica que lo atendió llamándola así, pero después de tantos meses ella debería haber recuperado rastros de sus recuerdos.Las palabras de Sophie resonaron en la mente de Michael y él negó con la cabeza como si no quisiera creer lo que estaba escuchando. Había intentado encontrarla, había soñado con su regreso, pero nunca imaginó que la encontraría tan confundida."Está loco... James tenía razón".Las palabras resonaron en su cabeza una y otra vez mientras miraba a Sophie, tratando de encontrar algún rastro de la mujer que había amado. Pero todo lo que veía era a una mujer que había perdido su identidad y que lo observaba con desprecio.Abrió la boca sin saber qué decir, luchando por encontrar las palab
—Tengo que sacar a Michael de aquí antes de que se encuentre con Sophie.— Dijo Laura, desesperada ante la posibilidad de que eso sucediera.—Yo me encargaré de ella. Solo asegúrate de que Michael se vaya contigo. —exigió James, apretándose el puente de la nariz con molestia. Aquello era algo que no se esperaba y tenía que evitar a toda costa.Laura se dio la vuelta y se dirigió hacia el lugar donde se había despedido de Michael, dejando a James solo con sus pensamientos.James esperó un par de minutos para que no se les viera salir juntos y volvió al salón de baile buscando a su esposa, pero no la encontraba por ningún lado. ¿Podría ser que se hubieran encontrado? Tenía varios hombres entre los invitados vigilándola, no creía que fueran tan tontos como para habérsela dejado quitar delante de sus ojos.De repente, los vio salir. Michael le tapaba la boca a Sophie y se la llevaba. James no tardó en correr tras ellos, siguiéndolos por habitaciones y pasillos hasta que llegó al fin, antes
—Piensa en nuestros hijos, ¿no he sido un buen padre? —imploró James, intentando apelar al instinto maternal de Sophie. Su voz era un ruego desesperado, una súplica para que ella reconsiderara su decisión.Sophie estaba a punto de responder cuando, de repente, un estruendo ensordecedor los envolvió. Gritos, empujones y el estrépito de objetos que caían al suelo llenaron el ambiente, creando un caos que desvió la atención de los tres. Michael, maldiciendo por no haber podido sacar a Sophie de allí antes, se dio cuenta de que el tiempo se agotaba. Su único objetivo era alejarla del peligro antes de que la situación se descontrolara por completo.—¡¿Qué está pasando?! —exclamó Sophie, alarmada por la confusión que la rodeaba.Aprovechando el tumulto, James la tomó del brazo con brusquedad y comenzó a alejarse a toda prisa. Michael, luchando por mantener la calma en medio del pandemonio, buscó a su esposa con la mirada, pero la multitud y el bullicio le impedían verla.—¡Sophie! —gritó con
Un relámpago rasgó la oscuridad de la noche, iluminando una curva cerrada en el camino. El auto de James se tambaleó peligrosamente al borde del precipicio, pero logró evitar la caída. El corazón de Sophie latía con fuerza, suplicando por su vida y la de sus hijos. ¿Qué les pasaría a ellos si algo le sucedía a ella?Las lágrimas corrían por su rostro mientras James apretaba el volante con furia.— ¡Por favor, James, detente! ¡Esto es una locura!— ¡Cállate! —gritó él, con los ojos llenos de ira—. Te prefiero muerta a que vuelvas con él. A Michael le queda mucho que sufrir todavía. Tú eres mía, lo entiendes, ¿me perteneces?Sophie no pudo evitar un escalofrío al escuchar sus palabras.Las puertas del castillo se abrieron de par en par y James aceleró, cruzando el umbral en un instante. Un golpe seco resonó en la noche, y la esperanza se extinguió como una llama bajo la lluvia.El motor se apagó y un silencio sepulcral se apoderó del lugar. Solo el eco de los sollozos de Sophie rompía l
Los gritos de Sophie y James resonaban por la casa en lo que parecía una batalla campal que llegó hasta los oídos de los bebés, haciéndolos llorar.Shirley, quien se había quedado a dormir esa noche en la habitación con los niños, no podía seguir ignorando el escándalo. Salió de la habitación para ver qué ocurría. El amor que antes sentía por James se había convertido en miedo, a pesar de seguir siendo su amante por conveniencia y, en cierto modo, para proteger a Sophie y a los niños, a quienes había cogido un cariño inesperado.Al llegar al pasillo, se encontró con James, de pie frente a la puerta de una de las habitaciones de invitados, con el rostro enrojecido por la ira.—¡Basta ya! —gritó Shirley—. ¿Qué está pasando aquí?James la miró con desprecio y una mirada que era capaz de helar el mismo infierno.—No te metas en lo que no te importa, Shirley —le espetó.—¡Esto me importa! ¡Soy la niñera de tus hijos y no puedo permitir que trates así a su madre! —respondió Shirley con firm