El sol caía oblicuo sobre la mesa de la sala de reuniones cuando Michael entró, con el ceño fruncido y el gesto crispado. Robert y Hanna permanecían sentados y en sentados y en silencio a ambos lados de la mesa, intercambiando miradas de preocupación al verlo entrar.—¿Qué pasa, Michael? —preguntó Robert, intentando mantener la calma.Michael se dejó caer en la silla al final de la mesa y dejó escapar un suspiro frustrado. — ¿Qué pasa? Les diré qué pasa. Llevamos más de un mes buscando a Sophie y a James, y ¿qué hemos encontrado? Absolutamente nada— respondió fulminando los con la mirada primero a uno y luego a la otra.— son mis mejores hombres y ninguno de los dos ha conseguido nada.Hanna intercambió una mirada incómoda con Robert antes de responder. —Lo sé, Michael. Hemos estado trabajando duro en esto, pero parece que cada pista que seguimos nos lleva a un callejón sin salida.— casi estaba más frustrada ella que Michael y no era que quisiera encontrar a la esposa traidora de su
Michael sostenía el sobre en sus manos con desdén. Odiaba tener a Laura frente a él, odiaba tenerla cerca. Su presencia solo le recordaba todas las veces que lo había decepcionado, todas las veces que había traicionado su confianza sino que le recordaba que tal vez si la información que le escondió le hubiera llegado en el momento preciso en ese instante él tendría a su esposa y no estaría en las manos del depravado de James. No quería escuchar lo que ella tenía que decir, pero su mente no dejaba de dar vueltas a las posibilidades de lo que podría contener el sobre.El odio que sentía por Laura solo crecía al tenerla tan cerca, como una llama que no se extinguía. ¿Qué más podía tener para decirle? ¿Qué más podía hacer para dañarlo?— ¿Por qué debería interesarme nada que tengas que decirme?— Por favor, Michael, sé que va a interesarte.Fijó su mirada en la de ella y exhaló resignado decidiendo abrir el sobre y enfrentar lo que tuviera que decirle. Así al menos desaparecería de su vis
— ¡Lárgate de mi vista, Laura! ¡Márchate!—gritó con voz cargada de furia. Se giró bruscamente, tratando de contener la agresividad que lo invadía. No quería lastimarla, pero ella estaba complicando las cosas.Laura se sintió aturdida por la furia de Michael. La situación distaba mucho de lo que había imaginado. Cada palabra que él pronunciaba se clavaba en su pecho como dagas afiladas, y el repentino agarre en su cuello la dejó sin aliento por un instante. Se apartó de él con rapidez, tratando de recuperar la compostura mientras se alejaba de la sala de reuniones.Finalmente, encontró un momento de calma en su oficina. Se dejó caer en la silla, temblorosa por todo lo que acababa de ocurrir. Sabía que Michael estaba furioso, pero nunca imaginó que sería capaz de tratarla así, sobre todo si le decía que estaba embarazada de él.Respiró hondo y se obligó a centrarse. Debía tomar una decisión, una decisión que marcaría el futuro de su vida y la de su hijo no nacido. Siempre había creído q
James esperaba impaciente la llegada de su falsa esposa, Aurora. Se paseaba de un lado a otro, revisando su reloj constantemente. La hora acordada para salir había pasado hacía diez minutos, y su paciencia se agotaba.De pronto, un suave aroma a perfume de mujer llegó a sus fosas nasales, y una sonrisa victoriosa se dibujó en su rostro. Alzó la vista y vio a Aurora descender las escaleras con elegancia, radiante en un vestido rojo que resaltaba su figura.—Estás deslumbrante —comentó James, ofreciéndole el brazo al llegar a su lado.Era cierto nadie diría que esa mujer acababa de parir a dos bebés hacía solo dos meses.Aceptó el brazo de su esposo, pero una sombra de duda se reflejaba en sus ojos.—No sé si deberíamos ir los bebés todavía son muy pequeños y me necesitan y…James la miró con determinación.—Necesitamos salir, Aurora. Es importante para nosotros — respondió el cortán de su verborrea antes de que siguiera hablando y lo pusiera de mal humor.Juntos, se dirigieron al rest
Los gritos de aurora se escucharon por toda la casa James, cegado por la ira, le tapó la boca con una mano mientras deslizaba la otra bajo su ropa interior, haciendo que ella rápidamente se tensara y cerrará las piernas para no darle acceso a du sexo.— Abre las piernas…— exigió James presionando con su mano para que lo dejara avanzar — No hagas esto más difícil cariño,.solo quiero hacerte recordar el amor que nos teníamos, como te sentías cuando estaba entre tus piernas.Ella intento forcejear mientras varias lágrimas resbalaban por sus mejillas pero a él no le importaba verle a llorar, de hecho le excitaba un poco tenerla en ese estado. Haciendo más presión con su cuerpo para que no pudiera apartarse de él.En ese instante, Shirley, que había escuchado los gritos, irrumpió en la habitación con paso decidido. Al ver la escena, su sangre se heló. No eran celos, en ese instante, y por primera vez Shirley sintió que James estaba completamente descontrolado.— Suéltala —exigió Shirley vie
Michael, visiblemente frustrado, golpeó la mesa de la sala de reuniones con tal fuerza que hizo vibrar los vasos de agua.Sus venas parecían a punto de estallar bajo la presión de la impotencia.— ¡No podemos seguir así! ¡Es como si James y Sophie se los hubiera tragado la tierra!—gritó, perdiendo su control. Parecía que caminaban por callejones sin salida, y cualquier pequeña pista los llevaba de cabeza a una pared que no podían traspasar.Hanna, como de costumbre, jugaba con su cuchillo, girándolo nerviosamente entre sus dedos.Su rostro, normalmente sereno, reflejaba la preocupación que la atormentaba por no poder cumplir, por primera vez, con una orden de su jefe.— Lo sé, Michael —dijo Hanna al fin, levantando la vista y mirando a Michael—. Pero no tenemos pistas. Hemos revisado cada detalle, cada posibilidad, y nada. Es como si se hubieran esfumado del mapa.— Tal vez la clave esté en algo que hayamos pasado por alto. Un detalle insignificante, una pista que no supimos interpretar
Era una tarde de domingo de esas que te dan ganas de quedarte en casa a ver peli y manta.Pero no, Robert y Emma tenían otros planes: un romántico paseo por el jardín bajo el sol primaveral.Mientras caminaban, Robert le agarró la mano a Emma, entrelazando los dedos con los de ella.—He estado pensando en nuestro futuro juntos — empezó a hablar tanteando el terreno.Emma se giró hacia él con una sonrisa pícara. — ¿En serio? ¿Y qué has estado pensando, bombón?Robert se detuvo y la miró a los ojos manteniendo toda su atención en su futura esposa. — He estado pensando en cuándo podríamos casarnos.El corazón de Emma dio un vuelco de alegría. ¡No podía creerlo! Pero entonces, su expresión se tornó seria.— Robert, antes de hablar de bodas, tenemos que resolver algo importante, el misterio de Sophie — suspiró y apretó un poco la garra de su mano — No puedo casarme sin saber si está viva o muerta. Es como si una parte de mí faltara sin ella.—Tranquila, Emma. Encontraremos a Sophie Y desp
La luz del sol se filtraba por las ventanas de la mansión, iluminando el salón principal donde Michael y Laura discutían animadamente sobre los detalles finales de su boda.De repente, Emma irrumpió en la habitación, con el rostro enrojecido por la furia y una mirada fulminante dirigida a Michael.—¡No puedo creerlo, Michael! ¿Vas a casarte con esta mujer después de haber renunciado a buscar a Sophie? —gritó Emma, señalando a Laura con desprecio.Michael frunció el ceño, intentando mantener la calma ante la arremetida de su amiga.—Emma, no entiendes las circunstancias. Necesito seguir adelante con mi vida, y Laura está embarazada de mi hijo.No puedo permitir que mi hijo crezca sin un padre. Ya perdí a dos hijos, no puedo soportar perder otro.Laura observaba a Emma con frialdad, sin inmutarse por su actitud.—Lo siento, Emma, pero Michael y yo hemos tomado una decisión. —Se acarició el vientre, prominente por los cinco meses de embarazo—. Ahora, si nos disculpas, tenemos muchos prepa