Aurora observaba desde la cama cómo Shirley daba el biberón a su pequeña Marie, mientras Michael dormía plácidamente en su cuna. Un nudo de dolor se apretaba en su pecho, recordándole la necesidad de amamantar a su bebé. La incomodidad y la presión en sus senos era evidente, todavía estaban cargados de leche, pero las palabras del psicólogo resonaban en su mente: necesitaba medicarse y dejar de lactar para priorizar su salud mental.Sabía que la lactancia materna era beneficiosa, pero también comprendía la importancia de su estabilidad emocional para el bienestar de sus hijos. Respiró hondo y se levantó de la cams caminando hasta la cuna donde estaba el otro bebé.— Dame el otro biberón, yo se lo daré a Michael —anunció intentando que sus celos porque otra mujer estuviera alimentando a su hija no se notarán demasiado.— No es buena idea, Señora— aseguró Shirley con Marie en sus brazos — Los bebés pueden detectar el olor de la leche que aún tiene y podrían rechazar el biberón —explicó
—Nadie me creyó quisieron hundir mi vida, pero usted contrató un abogado para mí y me acogió en su casa,— hizo una pausa dramática y se limpió una lágrima inexistente del ojo— cuando perdí a mi bebé… porque quedé embarazada, usted quedó embarazada y ya nos habíamos hecho tan amigas que me pidió que fuera su niñera porque no confiaba en nadie más para dejar a sus hijos en sus manos.Aurora quedó inmóvil ante esa revelación. Tenía tanto por recordar, tanto que odiaba sentirse tan ajena a su propia vida. En ese instante, ni siquiera sabía quién era realmente, y tenía que confiar en las palabras de los demás.— Usted decía que era como su hermana, que le recordaba a ella y quería protegerme.Shirley sonreía internamente, aunque por fuera se mostrara triste. James le había explicado lo de los sueños de Aurora y la excusa que le había dado, así que ella se aprovechó de esa debilidad para seguir creando empatía en la esposa de su amante.Aurora fue incapaz de contener las lágrimas y se levan
Michael y Hannah se encontraban desayunando en la lujosa sala de reuniones de la empresa, donde discutían los últimos detalles sobre la búsqueda de James. El ambiente estaba cargado de tensión, cada mordisco era seguido por un silencio que denotaba la preocupación latente en ambos.— Hannah, dime lo que has descubierto sobre James —pidió Michael expectante se llevaba el café a los labios para beber un poco Hannah mantuvo la compostura, consciente de la gravedad de lo que mean entre manos, odiaba fallarle a su jefe ella era como un perrito fiel que necesitaba la aprobación de Michael constante y le encantaba hacer bien su trabajo y obtenerla.— Lo siento, Michael, pero hasta ahora hemos tenido poco éxito en encontrar rastros de James. Ha desaparecido sin dejar apenas indicios que seguir. Parece haber borrado meticulosamente cualquier huella que pudiera llevarnos hasta él —explicó Hannah.Michael frunció el ceño, frustrado por la falta de avances.— ¿Cómo es posible que haya desapareci
El sol se filtraba por las ventanas de la oficina de Laura, pintando patrones de luz en el suelo mientras él irrumpía en ella cerrando la puerta tras él de un portazo. Su rostro reflejaba la furia que llevaba dentro. Laura levantó la mirada al escuchar el portazo, reconociendo de inmediato la tormenta que se avecinaba. Pocas veces había visto antes esa cara llena de furia de Michael.— ¿Qué es esto, Laura? —gruñó Michael, arrojando un papel sobre el escritorio de Laura con más fuerza de la necesaria. El documento mostraba un registro de gastos, un cargo en una institución hospitalaria en la tarjeta de su esposa, fechado dos días después de la desaparición de Sophie.Laura levantó la mirada, su semblante tan pálido que parecía que se iba a desmayar en ese instante.— Michael, yo... Verás, es que... —comenzó, pero fue interrumpida de inmediato por la voz tensa de Michael.— ¿Por qué diablos me ocultaste esto? —exigió, con los ojos fijos en los de Laura, buscando respuestas que aún no te
La recepcionista mordió su labio inferior con preocupación. Mientras escuchaba los sonidos de la línea esperando a que el médico que atendió el caso de Aurora respondiera. — Dr Necesito hablarle el caso de Aurora, la parturienta con amnesia¿Recuerda?— ¿Qué sucede? —preguntó el médico algo sorprendido porque por alguna razón no había podido dejar de pensar en esa chica.— Hay un hombre aquí, dice ser el esposo de Aurora, la parturienta con amnesia, aunque él asegura que en realidad se llama Sophie y fue dada por muerta tras un accidente de avión.El médico suspiró al otro lado de la línea, había algo en el trato de Aurora y el hombre con el que se marchó que le parecía sospechoso, aunque en ese momento no dijo nada, ya que él tal James aportó mucha información que acreditaba lo que decía.— Haz pasar a ese hombre a mi consulta. Necesito hablar con él en persona.La recepcionista asintió aunque sabía que el médico no podía verla.— Entendido, Dr. Le haré pasar de inmediato.Tras colga
Los suaves gemidos de los bebés rompieron el silencio de la mañana. Sophie, aún adormilada, se despertó al escuchar los sonidos familiares que indicaban que sus pequeños estaban listos para comenzar el día.Con un suspiro de resignación y una sonrisa somnolienta en los labios, Sophie se levantó de la cama y se acercó a las cunas donde dormían sus bebés. Con cuidado, los levantó en brazos, sintiendo el peso reconfortante de sus cuerpecitos.— ¿Listos para desayunar, pequeños? — susurró Sophie con ternura mientras acunaba a los bebés en sus brazos.Los bebés respondieron con suaves murmullos y sonrisas adormiladas, haciendo que el corazón de Sophie se llenara de amor por tenerlos en su vida.Con delicadeza, Sophie comenzó a preparar los biberones y acomodó a los bebés en sus brazos para alimentarlos. Mientras los pequeños tomaban su desayuno a penas había pasado otro mes, llevaban solo dos meses siendo madre pero ya podía atenderlos a los dos a la vez casi siempre.Sophie los miraba co
El sol caía oblicuo sobre la mesa de la sala de reuniones cuando Michael entró, con el ceño fruncido y el gesto crispado. Robert y Hanna permanecían sentados y en sentados y en silencio a ambos lados de la mesa, intercambiando miradas de preocupación al verlo entrar.—¿Qué pasa, Michael? —preguntó Robert, intentando mantener la calma.Michael se dejó caer en la silla al final de la mesa y dejó escapar un suspiro frustrado. — ¿Qué pasa? Les diré qué pasa. Llevamos más de un mes buscando a Sophie y a James, y ¿qué hemos encontrado? Absolutamente nada— respondió fulminando los con la mirada primero a uno y luego a la otra.— son mis mejores hombres y ninguno de los dos ha conseguido nada.Hanna intercambió una mirada incómoda con Robert antes de responder. —Lo sé, Michael. Hemos estado trabajando duro en esto, pero parece que cada pista que seguimos nos lleva a un callejón sin salida.— casi estaba más frustrada ella que Michael y no era que quisiera encontrar a la esposa traidora de su
Michael sostenía el sobre en sus manos con desdén. Odiaba tener a Laura frente a él, odiaba tenerla cerca. Su presencia solo le recordaba todas las veces que lo había decepcionado, todas las veces que había traicionado su confianza sino que le recordaba que tal vez si la información que le escondió le hubiera llegado en el momento preciso en ese instante él tendría a su esposa y no estaría en las manos del depravado de James. No quería escuchar lo que ella tenía que decir, pero su mente no dejaba de dar vueltas a las posibilidades de lo que podría contener el sobre.El odio que sentía por Laura solo crecía al tenerla tan cerca, como una llama que no se extinguía. ¿Qué más podía tener para decirle? ¿Qué más podía hacer para dañarlo?— ¿Por qué debería interesarme nada que tengas que decirme?— Por favor, Michael, sé que va a interesarte.Fijó su mirada en la de ella y exhaló resignado decidiendo abrir el sobre y enfrentar lo que tuviera que decirle. Así al menos desaparecería de su vis