Capítulo 84
Ana dejó que Mario la tocara, mostrándose más sumisa que antes, pero él sentía que algo había cambiado en ella.

¿Qué era?

Probablemente, porque Ana ahora veía su papel como la señora Lewis más como un trabajo.

Ella cumplía con sus necesidades y mantenía su vida cómoda, pero ya no lo amaba.

Un hombre puede sentir si una mujer lo ama o no, y aunque Mario pensaba que no le importaba, algo en él se sentía incómodo.

Ana no habló por iniciativa propia, así que Mario lo hizo por ella: —Acabo de ver a David. ¿Estás triste por haberlo encontrado?

Ana levantó la vista, y sus miradas se encontraron, como si se estuvieran examinando mutuamente.

Después de un momento, Ana habló: —Mario, no tienes por qué dudar de mí. No he tenido contacto privado con él, solo nos encontramos por casualidad.

Mario la miró fijamente.

Tras un breve silencio, acarició el rostro de ella suavemente y dijo: —Te creo. ¿Ahora puedes volver a casa conmigo y cenar juntos?

Antes de que Ana pudiera responder, él ya la hab
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