Capítulo 79
Después de que Carmen se marchó, Ana se quedó parada frente al ventanal, observando en silencio. Vio a Carmen bajar las escaleras y sentarse en la acera, llorando amargamente. Nunca antes había visto a Carmen así... Incluso el día que la familia Fernández se declaró en bancarrota, Carmen había mantenido su compostura.

Gloria, detrás de ella, no pudo evitar preguntar con suavidad:

—Señora Lewis, ¿se arrepiente?

Ana bajó la mirada. Después de un momento, sonrió débilmente:

—No me arrepiento. Nunca me arrepentiré.

Sin otra opción, ¿cómo podría arrepentirse?

Ana pasó medio día en casa y, al salir por la tarde, solo llevaba una pequeña maleta.

...

Al anochecer, el cielo estaba teñido de tonos rojizos.

Un lujoso coche negro atravesó la gran puerta negra tallada y se detuvo en el estacionamiento de la villa.

Mario estaba allí, esperando para abrirle la puerta del coche a Ana. La llamó Señora Lewis.

Con una leve sonrisa en su apuesto rostro, dijo:

—Se ha preparado cangrejos borrachos.
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