Capítulo 662
Dulcinea de repente se volvió loca. Su emoción era desbordante.

En sus ojos ya no había rastro de la ingenuidad y timidez de antes, solo quedaba un profundo resentimiento:

—Luis, ¡ya no tengo nada! Mi hermano no puede mantenerse en Ciudad B, está prácticamente arruinado, y dices que te estoy castigando… Luis, ¡no te estoy castigando, estoy pagándote!

—¡Una vida por la de Leonardo! ¡Mi vida por la de él!

—¿Es suficiente? ¿Es suficiente?

—¿Por qué debo seguir viviendo?

—¿Por qué tengo que seguir viva si ya no tengo fe… Luis, ¿sabes lo que se siente tener el corazón pisoteado? ¿Sabes lo que es vivir cada día al borde del abismo? Siempre dices que has estado en la cárcel, ¡pero yo también he estado en una!

—El primer año en Ciudad BA, por amarte, viví pendiente de tu estado de ánimo. Si me sonreías, mi día era maravilloso. Si estabas serio, además de sentir dolor, reflexionaba sobre qué había hecho mal. En ese amor, poco a poco, sentí que me asfixiaba.

—Después supe que no era que estuvier
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