Capítulo 641
Luis lo tranquilizó y luego, mirando hacia abajo, preguntó:

—Dulcinea, en tu corazón, ¿qué somos?

—Prisioneros.

La voz de Dulcinea era tenue:

—Luis, no soy tu amada, solo soy tu prisionera.

Otra ráfaga de viento nocturno sopló,

Luis se estremeció, sintiendo un frío en la espalda.

Esa noche, durmió en el estudio.

Tuvo un sueño.

Soñó que Dulcinea se iba, llevándose a Leonardo y todas las bufandas y suéteres que le había tejido… El dormitorio estaba vacío, solo un velo flotaba suavemente.

—¡Dulcinea!

Luis despertó sobresaltado, sudando frío.

Miró por la ventana, el cielo aún estaba oscuro.

Miró la hora, apenas eran las tres de la mañana.

Con el corazón inquieto, ya no pudo dormir, así que se levantó y abrió la puerta del estudio, dirigiéndose al dormitorio de enfrente…

La puerta del dormitorio estaba entreabierta, dejando escapar un rayo de luz.

Cuando entró, vio a Dulcinea en la sala de estar, solo llevaba un fino camisón… bajo la luz, su piel brillaba suavemente.

Estaba muy delgada, p
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