Capítulo 586
Tan pronto como Luis aterrizó, encendió su móvil y vio varias llamadas perdidas, todas de su guardaespaldas.

Devolvió la llamada y preguntó:

—¿Qué sucede?

El guardaespaldas, titubeando, le explicó la situación.

Dentro del coche, con un espacio reducido, Luis frunció el ceño, y después de pensar un momento, dijo simplemente:

—Asegúrate de que ella no se pierda.

Con pocas palabras, demostró la importancia de Dulcinea.

El guardaespaldas asintió.

Luis colgó el teléfono y se frotó la frente, sintiendo el cansancio de un día de viaje y de haber estado físicamente activo.

El chofer, en el asiento delantero, preguntó en voz baja:

—Señor Fernández, ¿volvemos a la villa o vamos a casa de la señorita Cordero?

Sin pensar, Luis respondió:

—A la villa.

En la oficina ejecutiva en la planta superior del Grupo Fernández.

Luis descansaba semi-recostado en el sofá, acabando de finalizar una reunión importante de dos horas, exhausto tanto física como mentalmente.

Sylvia estaba detrás de él, masajeándole
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