Capítulo 585
Un atisbo de ternura cruzó sus ojos.

Pareció dudar por un instante, pero al final simplemente acarició su cabeza como lo haría con el pequeño Leonardo. Ella era inocente y frágil, ¿no era acaso igual que Leonardo?

En la profundidad de la noche, Luis bajó las escaleras para marcharse.

Clara, visiblemente inquieta en el vestíbulo, se acercó rápidamente al verlo descender y preguntó:

—¿Cómo se arreglará la señora?

Luis adivinó su preocupación.

Miró el acuerdo en sus manos y dejó caer con indiferencia:

—Todo seguirá igual.

Clara se quedó estupefacta.

Ella realmente quería ayudar a Dulcinea, y con un tono suplicante dijo:

—¿Por qué no la deja ir? Ella tiene un hermano, creo que él cuidará de la señora.

Mencionar a Alberto no ayudó; hizo que la mirada de Luis se volviera fría.

Con firmeza, repitió:

—¡He dicho que todo seguirá igual!

Después de hablar, Luis salió de la villa. Ya había un coche esperándolo en el estacionamiento, y el conductor estaba al lado del vehículo…

Cuando subió al coche
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