Capítulo 524
Pero Isabel no cesaba, sus palabras se tornaban cada vez más punzantes.

Eulogio sintió la presión aumentar:

—¡Después de todos estos años, no has cambiado en lo más mínimo! ¡Sigues siendo igual de dominante!

Isabel estuvo a punto de replicar cuando, desde el vestíbulo, resonaron unos pasos.

El nítido sonido de zapatos de becerro sobre el mármol interrumpió el tenso momento.

¡Mario había regresado!

Eulogio y Isabel guardaron silencio de inmediato.

Mario entró lentamente, los observó en silencio y luego preguntó con ironía:

—¿Por qué ya no discuten? Hace un momento estaban en pleno apogeo... Continúen peleando, dicen que es bueno para la longevidad.

Sin más, subió las escaleras para cambiarse de ropa, mientras Eulogio y su esposa se culpaban mutuamente en un incómodo silencio.

Isabel soltó una risa fría:

—Eulogio, tus problemas mentales te llevan a buscar consuelo en esa mujer, Rebeca.

Eulogio se exasperó:

—¡Ella ya está detenida! No me crees, puedes verificarlo tú misma.

Isabel quedó at
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