Capítulo 448
*

—¡Hermano! —exclamó Ana al despertar de un sueño perturbador.

Abrió los ojos y se encontró sumida en la oscuridad.

Había tenido una pesadilla, un sueño agitado en el que Luis maltrataba a Dulcinea, tejiendo un final trágico para ambos, reminiscente de las vicisitudes que vivió con Mario entre alegrías y penas.

Aterrada, Ana se sentó en la cama, abrazándose a sí misma mientras aún temblaba por la vívida impresión del sueño.

El miedo parecía tangible, palpable en la penumbra de la habitación.

De repente, una mano se posó suavemente sobre su hombro.

Al levantar la vista, en la penumbra divisó a Mario, ataviado con un albornoz blanco y sentado en una silla de ruedas. La presencia de la silla era el único indicio de su discapacidad, pues su semblante y postura destilaban una serenidad que disimulaba cualquier malestar.

—Emma ya casi está bien —anunció Mario con voz tranquila.

—Lo sé.

Respondió Ana, su voz un murmullo cargado de deseo y súplica. En ese instante, todo lo que quería era abra
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