Capítulo 141
Después de solo tres horas de sueño, Mario despertó abrazando a Ana, cuyo camisón de seda se había desordenado ligeramente, dejando al descubierto su hombro. Bajo la luz matinal tenue, su piel brillaba suavemente. Ella todavía estaba en sus brazos.

Mario bajó la cabeza, apoyándola en el hueco del cuello de Ana. Después de un momento, se levantó de la cama. Tenía una importante reunión de licitación en la empresa esa mañana y no podía faltar.

Tras asearse y cambiarse de ropa, Mario regresó al dormitorio para ponerse la corbata.

Ana ya estaba despierta, sentada en la cama, absorta en sus pensamientos.

Al oír sus pasos, levantó la vista, encontrándose con la mirada de Mario.

Unos segundos después, como recordando la conversación de la noche anterior, Ana habló con tono sereno: —Mario, en realidad, la verdad ya no es tan importante. Ha pasado tanto tiempo, ya no me afecta tanto. Deberíamos seguir adelante.

La luz de la mañana la bañaba, suavizando su figura. Sus palabras sonaban lógicas:
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