Capítulo 138
Mario estaba absorto en sus pensamientos, reflexionando sobre las palabras recientes de Ana. Al oír abrirse la puerta, pensó que Ana había vuelto y, sin poder evitarlo, dijo con emoción: —Ana, ¿alguna vez formé parte de tus sueños?

El rostro de Cecilia se volvió pálido. No podía creer lo que escuchaba. Oyó a Mario hablar casi como una declaración de amor hacia Ana, con un tono de voz suave que nunca había usado con ella. No hubo respuesta en la puerta durante un largo rato.

Mario levantó la vista y entonces vio a Cecilia. En ese instante, sus ojos reflejaron cansancio y, reclinándose hacia atrás, dijo con voz apagada: —¿Eres tú? Es muy tarde, deberías volver a tu habitación a descansar.

Cecilia se sintió profundamente herida. Tras un largo momento mirando a Mario, finalmente reunió el coraje para preguntar: —¿La quieres mucho, verdad?

Mario no respondió.

Cecilia, a punto de llorar, pero intentando mostrarse fuerte, dijo: —No importa, señor Lewis. Solo me alegraré por ti. Pero sería aún
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