FINAL DE LOS FINALES

Los mellizos fueron creciendo con el amor paternal y maternal, a pesar de que tenían nanas, porque ambos debían trabajar a full, pero siempre con el consejo de Dianne, que les dieran tiempo de calidad a sus hijos y que el domingo es sagrado para la familia, para conversar, jugar, divertirse, amar a sus hijos y pareja, paseos y demás.

A veces quedaban toda la familia para ir a una hacienda propiedad de los patriarcas Carter, allí montaban a caballo, ayudaban a dar el alimento a las reses, caballos y demás, hasta aprendieron a ordeñar vacas a lo rústico, porque usaban tecnología para eso.

Algunas veces jugaban a la carrera de la cuchara con un huevo y las risas eran contagiosas, los mellizos se reían de su abuelo Adam que siempre se le caía el huevo de la cuchara, pero su padre casi siempre ganaba, Él y Dianne siempre ganaban el uno o el otro y la competencia era muy reñida porque se empujaban entre ellos, pero alguno dejaba caer el huevo y el otro ganaba, las risas eran tremendas allí.
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