Owen Kewlyn
A las siete y media en punto, bañado, cambiado con un traje azul marino, me dirijo hacia la casa de Olivia, eso nos da el tiempo suficiente para llegar con puntualidad. El trayecto no es muy largo, pero no sabemos que nos podamos encontrar en la carretera. Llego a la casa de Olivia y no sé si llamar a la puerta o mandarle un mensaje que la espero afuera. Opto por lo segundo. Busco su número entre mis contactos, escribo el mensaje y se lo envío.
Owen Kewlyn No había entendido porqué mi hermana llevándose las manos a la boca, intercambió miradas con Olivia, como si se enviaran una señal. De inmediato se levantaron de sus sillas corriendo hacia su habitación cerrando la puerta, mi madre socorriendo a papá en lo que se recuperaba de la crisis estomacal, Jeremy no dejaba de tronarse los dedos y pasearse de un lado para otro. Una cena que parecía marchar a pasos normales, se había sumido de repente en un pequeño caos.‒ ¿Y sí es cierto, que el bebé que está esperando Mirelle, es mi hijo? ¿Seré tan tonto para no haberme dado cuenta? ¿Y si, sí sucedió?, no puedo pensar.Creo que está hurgando en su cerebro por si de casualidad el evento si ocurrió; ponerlo en duda, también me hace pensar a mí que pudo haber sido cierto. Que el tonto n
Olivia Damschroder Me paré casi al mismo tiempo que Jillie, no pude esperar a ver la reacción de los chicos, ni siquiera me detuve a pensar lo que hacía, reaccioné por instinto. Se perfectamente lo que está pasando por su mente, las pruebas no pueden fallar o tal vez sea que no tiene la suficiente cantidad de hormona y esta prueba no lo detecte. O que de veras no esté embarazada. No le veía otra explicación. Pero de que se encontraba alterada, era una verdad absoluta.
Owen Kewlyn Primero Jeremy y ahora Jillie. Gabriel busca estar sentado al lado de mi hermana, le toma la mano y se la besa en repetidas ocasiones, tiene una cara de satisfacción, como lo dijo antes si ya está el bebé en camino no hay problema.‒ ¿Estás embarazada? ‒ pregunta Gabriel con emoció
Owen Kewlyn Su bolso de viaje queda olvidado en alguna parte de la antesala, nos encaminamos como dos locos besándonos en cada parada, en la entrada de la puerta, al subir las escaleras, al llegar a la puerta de la habitación, cuando estamos cerca de la cama nos detenemos sin dejar el abrazo, le doy dos besos pequeños en los labios.‒ ¿Vas a dejar hacerte lo que quiera?‒Hmmm ‒ cierra los ojos moviendo la cabeza en señal de afirmación.‒Esa no es una respuesta, quiero que me des tu consentimiento en voz alta, mírame-la emoción la siento en el cambio del timbre de mi voz.‒Sí ‒ abre los ojos.‒ ¿Sí qué? ‒ presiono, la abrazo fuerte para trasmitirle ánimo.‒Que voy a dejar que me hagas lo que quieras, como quieras y donde quieras.‒ ¿No vas a salir corriendo?‒Lo dudo.Quito mi saco y corbata dej&aacut
Owen Kewlyn Mis ojos están cerrados aun, me siento como en una nebulosa, como si estuviera en el aire, más de la nada se me eriza la piel, algo recorre mi pecho bajando a mi abdomen, un aliento cálido acaricia mi miembro. No le tengo que mandar ninguna señal ya mi miembro está preparado nuevamente. Lo toma en su mano moviéndolo de arriba hacia abajo, sé que está a punto de llevarlo a su boca, siento su aliento cálido muy cerca, pasa su lengua húmeda por la punta, es tan erótico, perfecto y pasional, en respuesta emito un pequeño gruñido, mi cuerpo se sacude, despertando a todas mis terminaciones nerviosas, desde la punta de mis pies hasta el pelo.‒ Nena ‒ le digo en un susurro, ahora ya estoy despierto por completo ‒ tienes que parar, mírame ‒ miro a sus ojos color caramelo derretido.Sus pupilas están dilatadas, sus mejillas sonrosadas y s
Olivia Damschroder Este hombre es tan hermoso cuando sonríe, la felicidad se refleja en sus grandiosos ojos azul aguamarina. Su trato tiene un lado tierno que me encanta, siempre trata de cubrir primero mis necesidades, espera a que obtenga la satisfacción completa y luego la de él. No es un egoísta que se olvida de que hay una persona aparte de él. De que somos dos en esta relación, sabe dar para poder recibir.Enciende la luz de la mesita de noche, iluminando gran parte de la habitación, ya está amaneciendo pero está un poco obscuro, me abraza como si de repente me fuera a ir a algún lado, sonrío porque en este momento no quisiera estar en ningún otro sitio, solo aquí, abrazada a él, sintiéndome protegida, sintiéndome correspondida. No todo el tiempo puedes encontrar a alguien que te complazca y puedas reciprocar la
Olivia Damschroder Llegamos a la casa de Owen, y no nos detenemos a ingerir los alimentos de la cena que ha dejado preparado Anna, somos un par de obsesos, la punta de su lengua entra en mi boca con lentitud buscando la mía, mientras una de sus manos se desliza por mi muslo llegando a mi trasero el cuan aprieta con dureza. No me quejo, me gusta su crudeza, es como si mi cuerpo lo pidiera, como si ya estuviera preparado para eso. El azote de sus caricias. Olivia Damschroder Voy hacia el buró encontrando acomodada la ropa interior y el pijama que empaqué, que no ha sido usado por obvias razones, lo saco, me he dado cuenta que de este lado dormir el día de ayer, me gusta su grado de atención. La curiosidad me gana y me dirijo a su vestidor, abro con cuidado las puertas blancas, me adentro y veo sus dimensiones, wow, si estaba sorprendida con los demás cuartos este se lleva la medalla.Es espacioso, tanto como el cuarto de baño, con varios closets con puertas trasparentes donde alberga su ropa, acomodadas por colores, sus corbatas y cinturones, una cómoda alta con sus fragancias arregladas de forma sencilla, un mueble donde tiene colocados sus zapatos, un gran espejo de cuerpo completo está en una de las esquinas, voy buscando en cada una de las puertas la poca ropa que traje, está colocada impecablemente incluida la que usé el díCapítulo 31