La misma mirada que le dirige Jason es la misma que ella le sostuvo en su momento. Incluso para la llegada de esa confesión, la lluvia afuera de la estación, contrastando sus pesares y buscando el motivo necesario para hacer saber de la nostalgia y la melancolía. Los dos amigos observan el pasar del tránsito en aquella parte de Nueva York. Maya va por el segundo cigarro. Una vez contado lo necesario para Jason busca la forma de tratar de no pensar en él. Está precipitando las cosas. Lo hace y ella misma se vuelve cruel. Perdería los estribos en cuanto necesitara y viera que las cosas no serían de la manera en la que pensaba. Es siquiera doloroso pensar en los sentimientos de cada uno. Ahora que empiezan a nacer, a brotar de su pecho, distintos de la manera en la que quería. ¿Cómo podría hablar por los sentimientos de Maximiliano, ya no más su jefe por lo que quedaba del tiempo? No entendería nunca como las cosas pasaron de esta forma. Pero lo hicieron. Nada es igual. Ni ella, ni él.
Capítulo 79 Al instante de entrar deja sus cosas y el abrigo de Maximiliano en el perchero. Busca la forma de contener la calma en el momento oportuno en cuanto ya la vista de Nueva York en su momento se alza. El pequeño momento a solas la sobrecoge entre los pensamientos. Se ponen ni siquiera tan cerca como pretende y el velar de Maximiliano se adhiere a todo su sentir. Apenas esta mañana lo había visto, como era completamente. Apenas en la mañana vino a Diana a introducirse en la quimera que se encerraba y era presa de solo sus acaricias. En busca de alguna respuesta que le indique tener el control de todo esto, simplemente observa el paisaje, la perspectiva ahora de Nueva York. Una ráfaga de viento la rodea. No hace más que suspirar. Las voces de sus amigos se escuchan lejanas y por detrás. Es hora de concentrarse y Maya no pretende ni quiere tener algo que la lleve otra vez a pensar en Maximiliano. No se da cuenta que incluso se observa a Emilia llegando. Se acerca hacia ella par
Mason finalmente se descruza de brazos, con una mirada templada. Arrimándose hacia la mesa, toma un bolígrafo.—Tendremos entonces que creer en ti —dice, mirando el papel del contrato. Maya sonríe, maravillada. Un poco tímida, se cruza de brazos y asiente—. No hay nada mejor que eso. Se llama convicción. No lo ves todos los días porque la gente siempre teme.Mason le entrega una sonrisa segura—Tal vez ella te haga millonario —comenta Patrick a lo lejos, tomando la pluma también y empezando a firmar. Alza los ojos hacia Maya para verla sonreír. Él también brinda una agradable y segura sonrisa—. No está mal decir que si quieres estar en este mundo, lo mejor que puedes hacer es arriesgarte, y lo menos es dudar.Patrick se levanta y alza su mano para estrechársela, que la acoge a su vez y mantiene la mirada fija.—Será un placer seguir trabajando contigo, Maya —Patrick sonríe.—Al igual que yo, Patrick. Gracias —gratifica ella como respuesta. Mira a los demás también con una sonrisa. Alz
El coche de Chris se advierte por toda la avenida. Se da cuenta que pasan las calles que están cerca del hospital en cuanto nota la hora exacta. 1:14 am. Las manos precipitadas en el volante le hacen tener más que ansiedad. No sobrelleva bien la situación ahora pero se preocupa más en querer llegar ya al hospital. Y Chris hace el intento, el gran intento de ir lo más rápido.Entonces le da una ojeada al abrigo de Maximiliano que aguarda en su regazo y mientras lo abraza se siente capaz de imaginarlo cerca de él. Abrazándolo también. Sabe lo tan importante que es Giovanna para Maximiliano, y desde que ella había estado internada no la ha pasado bien. Contando los días necesarios para mirarla sana y salva, la situación de su hermana lo mantenía aún más en desvela. Ansioso al igual por su madre, la señora Miranda es quizás quién más sufre con toda esta situación y en realidad se siente impotente de no haber elegido estar más tiempo a su lado. En contra de este anhelo estaba en realidad c
Es mucho peor para Maya sentirse así. Ella inclina la cabeza, suspirando. Porque lo único en que quiere pensar es en la situación de Giovanna y no en como sus labios parecen contenerse en llamar aún más la atención para cuando entiende lo dicho. No es una simple palabra. Es un compromiso. Uno real y serio. Y la situación apenas está llevándola al borde. Si pudiese dejar esos pensamientos a un lado y no pensar en las palabras de Diana hubiese respondido lo mismo. Sin embargo, el tormento es mucho peor. Y Maya pestañea, frunciendo las cejas con tristeza, suspirando. Ni siquiera quiere hacerlo, pero la situación no favorece este encuentro esperado. La realidad es austera y preocupante. El alrededor se le mueven aquellas personas que no dejan de pasar. Y no sabe si en cualquier momento pueden verlo de esa manera. No es que le importe, porque siente que la verdadera razón por la que está ahí es por ellos dos. Giovanna y Maximiliano. No obstante, Maya se aleja de él y deja sus manos fuera
Son sus palabras un clavo en su pecho. —¿Qué odio estar junto a ti? —devuelve, adolorida—. ¿Estás escuchándote?—Entonces ¿Por qué te alejas de mí?Maya balbucea. Y toma una inmensa respiración en cuanto puede entender la gravedad de las palabras que está a punto de decir. No puede contenerse. Tiene que cesar el tumulto de lágrimas para fingir que esto no le afecta.—Diana vino a mí.Se mojas los labios. Lo suelta. Le deja saber. Ya no puede cargar con esto.—Vino para decirme sólo una cosa.Le duele hablar de esto pero es peor incluso continuar haciendo todo a un lado, y no puede haber marcha atrás.—Yo no sé lo que estoy sintiendo. No sé si estoy segura de estar aquí delante de ti y decirte todo esto. Porque ella me dijo…—se detiene, en busca de aire— ella no quiere perderte. Que te preguntara. Que te pidiera una respuesta. Max, y yo no sé cómo es que puedo con todo esto. Me confunde tenerte así. Me confunde creer que aún sigues…que aún tú puedes…Maximiliano cierra los ojos.—¿Qu
Chris no mencionó otra cosa sino que para esa misma noche del jueves la llamará para volver a ir al hospital. Y Maya sin saber negarse a su propuesta, aceptó. Cuando dieron las cuatro de la mañana, le agradeció con una sinceridad cegadora. Le pidió quedarse en su apartamento si así lo deseaba, pero Chris rechazó su propuesta diciendo que no le causaría molestia, con una sonrisa. Maya lo dejó justo frente de su apartamento. Apenas Chris se marchó, se sintió vacía de una forma en la que no pudo describir. Se mantuvo en el recuadro de su hogar cuando mantuvo la mirada expuesta sobre su sofá, apenas claro. No iba a su casa desde hace un día. Momentos dificultosos y abruptos.Se quitó los tacones, jadeando por alivio. No tuvo más remedio que quedarse sentada, mientras las abstracciones surgieron una vez que la angustia de saberlo por completo. De pensarlo al instante. Apenas dormiría unas cuantas horas antes de ir a trabajar, pero preferiría eso. Tener la cabeza en otro lugar. La manera en
El sentir amargo traspasa su garganta. Del tiro tiene que pestañear confundida y tomar fuertemente del brazo a Jason. Es un mar incomprensible. Ni siquiera puede entender que todo es real. Que Jason se refiere a ella de todas las mujeres pasando una de las ceras de la ciudad de Nueva York y en su misma posición. No tiene la más mínima idea de conseguir que todo esto sea verdadero. No puede su amigo estar fijándose en ella…En Diana.Un torrente de saliva le hace doler la garganta. Su estómago se contrae y su pecho le produce solo arqueadas.—¿Es ella?Inquiere aún con la esperanza de que Jason esté equivocado. Que la mujer que observa es otra y no es la misma que está tan lejana a ellos dos. Sin embargo, para Jason aquella sonrisa no se esfuma y logra divisar otro centelleo de ilusión que hacen a Maya soltar su brazo, lentamente.—No sabía que estuviese por aquí. Pero quedamos no hace mucho en tomar algo…Maya contiene la respiración.—Es la mujer de cabello largo y cobre. Está parada