El coche de Chris se advierte por toda la avenida. Se da cuenta que pasan las calles que están cerca del hospital en cuanto nota la hora exacta. 1:14 am. Las manos precipitadas en el volante le hacen tener más que ansiedad. No sobrelleva bien la situación ahora pero se preocupa más en querer llegar ya al hospital. Y Chris hace el intento, el gran intento de ir lo más rápido.Entonces le da una ojeada al abrigo de Maximiliano que aguarda en su regazo y mientras lo abraza se siente capaz de imaginarlo cerca de él. Abrazándolo también. Sabe lo tan importante que es Giovanna para Maximiliano, y desde que ella había estado internada no la ha pasado bien. Contando los días necesarios para mirarla sana y salva, la situación de su hermana lo mantenía aún más en desvela. Ansioso al igual por su madre, la señora Miranda es quizás quién más sufre con toda esta situación y en realidad se siente impotente de no haber elegido estar más tiempo a su lado. En contra de este anhelo estaba en realidad c
Es mucho peor para Maya sentirse así. Ella inclina la cabeza, suspirando. Porque lo único en que quiere pensar es en la situación de Giovanna y no en como sus labios parecen contenerse en llamar aún más la atención para cuando entiende lo dicho. No es una simple palabra. Es un compromiso. Uno real y serio. Y la situación apenas está llevándola al borde. Si pudiese dejar esos pensamientos a un lado y no pensar en las palabras de Diana hubiese respondido lo mismo. Sin embargo, el tormento es mucho peor. Y Maya pestañea, frunciendo las cejas con tristeza, suspirando. Ni siquiera quiere hacerlo, pero la situación no favorece este encuentro esperado. La realidad es austera y preocupante. El alrededor se le mueven aquellas personas que no dejan de pasar. Y no sabe si en cualquier momento pueden verlo de esa manera. No es que le importe, porque siente que la verdadera razón por la que está ahí es por ellos dos. Giovanna y Maximiliano. No obstante, Maya se aleja de él y deja sus manos fuera
Son sus palabras un clavo en su pecho. —¿Qué odio estar junto a ti? —devuelve, adolorida—. ¿Estás escuchándote?—Entonces ¿Por qué te alejas de mí?Maya balbucea. Y toma una inmensa respiración en cuanto puede entender la gravedad de las palabras que está a punto de decir. No puede contenerse. Tiene que cesar el tumulto de lágrimas para fingir que esto no le afecta.—Diana vino a mí.Se mojas los labios. Lo suelta. Le deja saber. Ya no puede cargar con esto.—Vino para decirme sólo una cosa.Le duele hablar de esto pero es peor incluso continuar haciendo todo a un lado, y no puede haber marcha atrás.—Yo no sé lo que estoy sintiendo. No sé si estoy segura de estar aquí delante de ti y decirte todo esto. Porque ella me dijo…—se detiene, en busca de aire— ella no quiere perderte. Que te preguntara. Que te pidiera una respuesta. Max, y yo no sé cómo es que puedo con todo esto. Me confunde tenerte así. Me confunde creer que aún sigues…que aún tú puedes…Maximiliano cierra los ojos.—¿Qu
Chris no mencionó otra cosa sino que para esa misma noche del jueves la llamará para volver a ir al hospital. Y Maya sin saber negarse a su propuesta, aceptó. Cuando dieron las cuatro de la mañana, le agradeció con una sinceridad cegadora. Le pidió quedarse en su apartamento si así lo deseaba, pero Chris rechazó su propuesta diciendo que no le causaría molestia, con una sonrisa. Maya lo dejó justo frente de su apartamento. Apenas Chris se marchó, se sintió vacía de una forma en la que no pudo describir. Se mantuvo en el recuadro de su hogar cuando mantuvo la mirada expuesta sobre su sofá, apenas claro. No iba a su casa desde hace un día. Momentos dificultosos y abruptos.Se quitó los tacones, jadeando por alivio. No tuvo más remedio que quedarse sentada, mientras las abstracciones surgieron una vez que la angustia de saberlo por completo. De pensarlo al instante. Apenas dormiría unas cuantas horas antes de ir a trabajar, pero preferiría eso. Tener la cabeza en otro lugar. La manera en
El sentir amargo traspasa su garganta. Del tiro tiene que pestañear confundida y tomar fuertemente del brazo a Jason. Es un mar incomprensible. Ni siquiera puede entender que todo es real. Que Jason se refiere a ella de todas las mujeres pasando una de las ceras de la ciudad de Nueva York y en su misma posición. No tiene la más mínima idea de conseguir que todo esto sea verdadero. No puede su amigo estar fijándose en ella…En Diana.Un torrente de saliva le hace doler la garganta. Su estómago se contrae y su pecho le produce solo arqueadas.—¿Es ella?Inquiere aún con la esperanza de que Jason esté equivocado. Que la mujer que observa es otra y no es la misma que está tan lejana a ellos dos. Sin embargo, para Jason aquella sonrisa no se esfuma y logra divisar otro centelleo de ilusión que hacen a Maya soltar su brazo, lentamente.—No sabía que estuviese por aquí. Pero quedamos no hace mucho en tomar algo…Maya contiene la respiración.—Es la mujer de cabello largo y cobre. Está parada
Dan las ocho y media de la mañana cuando pone un pie en el Livende. Le sonríe como puede a Johnny, el guardia de seguridad que le abre la puerta en cuanto la observa. Apenas entiende que el alrededor continua.Mira a la recepción y no encuentra a Jenny, solamente observa al nuevo hombre que da la bienvenida. Tenía la esperanza de aunque sea mirarla y decirle todo lo que había pasado. Pero eso también involucraba mencionar a Maximiliano, de cierta manera. Esto ya no puede seguir de esta forma.Llega al instante a su escritorio. Las cosas están iguales a como las dejo ayer y observa el papel que el tal “periodista” había dejado. Tampoco eso lo había hablado con Maximiliano, y no comprende si es bueno, o necesario, angustiarlo con otra cosa. Lo deja y lo guarda en su gabinete, porque tampoco puede pasarlo por alto. Así que Maya decide que, después de una larga charla con su…aún jefe, le comentaría sobre él. No puede pasar por alto una cosa como aquella, en lo absoluto. Aún más cuando sin
Es ardor que yace entre sus sentidos.La fogosidad recorre sus cuerpos. Sus respiraciones. Sus sentidos.No han iniciado aun cuando quien toma el primer incentivo de continuar baja por su cuello y crea sensaciones superiores que se clavan en acaloramiento, palpitando, queriendo ir por más, que se atraviesa en las sensaciones nuevas que se aferran por todo su cuerpo. Más de lo que anhela porque las intenciones vivas y necesitadas que ahora siente, entonces, al sentir sus manos recorriendo sus más íntimos tramos. Dispuesto a sostenerse entre sus manos. Devora sus labios con no más que el deseo intentando sucumbir en todo su sentir. Fiel a lo que siente, porque no se deja ver antes más lo que necesita tenerlo de esa manera para cerciorar que sólo anhela tocarlo de esa forma.Y yendo a lo que los dos quieren en ese instante, le desabotona más de lo que quiere su camisa, buscando su manera de querer acariciarlo cuanto más pudiese. Sentirlo entre sus manos la hace volverse loca en uno de lo
Una y otra vez. Impaciente. Extasiados. Se buscan entre sus besos y el peso cae en el vidrio. No importa lo que sucede. Sólo el sentir de sus palpitaciones, encontrándose al instante. En ese vaivén que se vuelve más abrasador mediante avanzan. Maya tiene que agarrarse de él para no caer y Maximiliano la sostiene para seguir tomándola con el anhelo que ha caído entre los dos. Ella suelta sollozos entre su cuello y niega por la sensación que la recorre de arriba hacia abajo. Sus piernas tiemblan. El sonido de sus caderas chocan contra la de él y se siente ciega por el placer que le brinda. No para una vez que los suspiros se envuelven con él. Maximiliano tiene que agarrarla fuerte para sentirla más a fondo, y mientras lo hace sabe que Maya está oprimiendo y consigue velar en no sucumbir ante la sensación celestial que ella le brinda con cada espasmo. Bajan y suben sus respiraciones. Llenas de aquel lascivo arrebato que se encuentran cada vez. Roza su entrada con el punto más frágil y no