No sabe qué otra cosa hacer al momento pero carraspea, y se voltea. Sus pasos dan marcha por el otro pasillo.—Necesito hablar contigo.Es lo que dice Diana, poniéndose frente a sus ojos.Maximiliano se da la vuelta para mirarla una vez más.Qué extraño mirarla así, de esta manera…Tan cerca después de tanto, sin embargo, tan lejos después de toda su historia. Aunque su mirada le indica otro sentimiento a lo que él cree al principio. Se rasca el cuello. No duda de que ella hubiese estado con Maya. No duda tampoco que haya conversado sobre asuntos que no le conciernen. Tampoco niega que lo se haya dicho por su boca había hecho que Maya tomara la decisión de marcharse.—¿Qué le has dicho?Suelta de pronto.A su par, Diana escucha y al instante se le pone los cabellos de punta. Su mohín se retuerce por lo sucedido. Y se pone a suspirar una vez más.—¿Por qué crees que se marchó?Maximiliano le quita la mirada.—Deberías agradecerme —entonces suelta Diana, furiosa—. Te dejé libre el pas
Maximiliano le toma de los brazos—¡Yo no estaba pensando en nadie más! Entiéndelo, maldición. No sé qué es lo que tengas en contra de ella ahora pero Maya Seati no tiene nada que ver con lo nuestro. Nada, absolutamente. Diana desconfiaste de mí por algo que nunca sucedió. Lo único que tenías que hacer era hablar conmigo, sentarnos y hablarlo porque tú eres una adulta y yo también lo soy y eres consciente de las tantas y miles de veces que te pedí una explicación, pero —Maximiliano suspira—, pensaste lo peor de mí. Y te alejaste de mí. Y ahora me dices esto…—¡Mientes! —exclama Diana, tomando su bolso de lado y quitándoselo del hombro—. ¡Eres un cínico! ¿Cómo no te vas a dar cuenta? Querías casarte conmigo, ¿Para qué? ¿Para olvidarte de ella? ¿Solo por capricho…?—¡Diana, basta!Finalmente Maximiliano ruge con fuerza y sus ojos verdes se adhieren a la cólera de estos momentos. La paciencia ya lo deja ir y no puede mentir que la situación lo tiene colérico, nervioso y molesto. Diana s
La situación es crítica para cuando Maya llega justo a tiempo. La noche corrobora peor aún las cosas. Su proyecto al parecer no tiene todo lo necesario para presentarse el sábado. Es lo primero con lo que se encuentra en cuanto Chris apareció por aquella puerta, abrazándola.—¿Cómo está Giovanna?Inclina el rostro una vez que los ojos claros de su tan apreciado amigo se vieron afectados por la noticia.—Ella está bien…estaba en emergencias cuando dejé el hospital—No puede ser que esto le esté pasando a ella…—susurra Chris, tomándola del brazo y ayudándola a pasar entonces hacia su oficina.—Chris, sé que Giovanna estará bien porque nos dijeron que así será. Está fuera de peligro, ¿sabes? —reconforta Maya una vez que su oficina se observa.Tres personas están sentadas en una mesa, disfrutando de una charla. Cuando Maya se detiene es Chris quien la vuelve a ver, preguntándole qué ocurre—. Obsérvame, estoy cubierta de sangreMira su vestido y aunque no tuviera en ese momento ropa para
La noche la pasó como requirió. Se cambió de muda de ropa por una camarera que se ofreció a brindarle el uniforme ya que no tenían otra cosa para darle de cambiar y aceptó sin duda. Y por la misma camarera pudo ducharse en uno de los baños. Cuando daban ya las tres de la madrugada, Maya apenas había pegado el ojo en toda la noche. Se la mantuvo en realidad buscando la manera de ver todos los documentos necesarios y el portafolio con el que presentarían el proyecto.Para cuando dieron las cinco de la mañana, durmió hasta que fueron las nueve.El paso del tiempo fue agotador porque solamente trataba de pensar en lo que hora le ofrecería el destino. Y haciéndolo a su manera, Maya no tuvo de otra que pasar el domingo yendo a su casa, llamando a Jenny, que le dijo sobre su marcha también porque así le había pedido Maximiliano. Le preguntó si sabía otra cosa sobre Giovanna pero ésta negó. Y prometiendo para volver a ir al hospital, Maya regresó a su casa cuando dieron las tres de la tarde.
Mira su teléfono. Vuelve a perderlo ella también. Se siente una tonta por sentir esto, por sentirse impotente de no ir y recorrer a sus brazos, a su rostro.¿Qué significa todo esto? ¿Qué tiene que hacer ella para acaba con este mártir? Pero Diana está entre ellos dos…lo está. ¿Él seguirá enamorado de ella? Si es así, ¿Qué papel juega Maya entre todo esto? los sentimientos son sumamente despóticos, atosigantes. Si bien no quiere hacerle a entender a Diana que nada pasó entre ellos dos, pues, ahora sí. Y pasó mucho. Y si es verdad todo sobre lo que ella le confesó…Tiene todo en su contra.Ni siquiera sabe en qué momento llega la tarde. Pero menos le debe importar en cuanto baja las escaleras hasta el último piso y llega a la mesa de Jenny, que observa su teléfono con atención.—Oh, linda.—¿Me prometes dejarte por esta vez? Iré al hospital.—Ni lo menciones, yo tengo que quedarme un momento más porque Meredith no llegara hasta dentro de una hora. Maya, te lo ruego, no me dejes fuera
Desengancha despacio. Ha sido él.Maya quita la mano de su puerta y vuele a pegar la espalda contra el respaldar del asiento.—¿No es así? —lo mira de reojo. Sus ojos ambarinos le dejan a Maximiliano un deje de tristeza.—No —refuta al instante—. ¿Acaso crees soy capaz de eso?La voz de Maximiliano se presiona con los dientes. Por supuesto que está cabreado, y solo suspira, mirando hacia al frente. Su perfil reluce a su vez. Su barba de igual manera. Está más abundante desde la última vez que se puso a observarlo, mucho antes del incidente del beso, mucho antes del incidente en su departamento.Maya alza una mano, alzando los hombros. Le afecta hablar de esto.—No sé si pueda seguir trabajando con usted.Una vez más mira como su expresión cambia. Sus ojos verdes se dilatan, su ceño se frunce. Pero no la observa. Mientras tiene las manos al volante y la otra en su pierna, siente la impotencia que se infla sobre su pecho.—Antes no quería que te fueras —contesta. Suena completamente aba
Las manos se encuentran otra vez en su pecho.Como una ráfaga de viento que se mueve dentro, y ahora, en el vaivén del beso, entregado, y nuevamente, despótico. Ya no es ella quien lo hizo, quien se abalanza contra sus labios, pero no puede pensar en otra cosa que no pueda ser menos gratificante que aquello. Se sumerge en el abismo que le brinda su toque. Delicado. Soberbio. Otra vez es la misma sensación, pero aún más dispuesta, anhelada, porque los dos saben que no hay mejor entrega que la misma. El verdadero y allegado desliz que unen sus corazones de pronto. No hay motivo para volver atrás.Aferrándose a la idea de encontrar otro camino para sostenerse en aquella posición, porque no es suficiente, con sus manos y en la misma estancia que da su consentimiento para que los dos viajen al mismo lugar, no cree ver el motivo necesario, porque es más placentero ahora tenderse de esa manera.Para los dos, no es más que una ventura. Una vez más, Maya necesita respirar para volver a la real
Y niega con la cabeza. No puede pensar con claridad las palabras. En juego está su propia lealtad hacia Maya, que nada tiene que ver con sus propios pensamientos internos.Y sigue negando, alzando los hombros, finalmente, derrotado.—No sé qué es lo que me pasa…Los ojos rojos de Maya se ciernen a él, y aguanta la respiración. No puede entender el estado en el que él se encuentra. En lo que todo significaba. Las acusaciones propias de Diana. Y ahora Maximiliano confesando que sus sentimientos son sobre una causa en la que sólo ella está involucrada. Todas esas miradas, todos esos lindos gestos. Ella no la había visto como amabilidad.—¿No estabas siendo amable conmigo? ¿Pretendías otra cosa?—Es absurdo que a estas alturas pienses eso sobre mí —sisea Maximiliano. Sus ojos verdes se inclina sobre ella, moribundos. Tristes —. Mi relación contigo fue una cosa maravillosa. Fuimos un gran equipo. Siempre te respeté, te admiré. ¿Eso sólo significa para ti coqueteo? ¿Insinuación? Lo único que