Con una expresión de sobresalto, Maya profiere:—¿Cómo puedes pensar en eso? ¿Cómo acaso piensas que yo me he acostado con tu prometido? La mirada de Diana es ahora también de rabia, la mira de arriba hacia abajo.—Sé que Maximiliano pensaba en ti porque desde que empezaste a trabajar algo había cambiado. ¿Acaso no las visto?—¡No! No he visto nada porque ese hombre es mi jefe y siempre fue así.—¿En serio? —Diana parece inquirir con una voz socarrona— ¿Nunca te has besado con él? ¿Nunca?Y Maya cierra la boca de súbito. El aire se le atora en el pecho. Mueve el cuello, apretando los labios. Mirarla es lo último que quiere ahora.—Son un par de cínicos. Creyeron que yo no me iba a dar cuenta…—Detente —ruge Maya, acercándose—. No te voy a permitir que me insultes, Diana. Yo nunca tuve alguna otra intención con tu prometido, porque yo jamás haría una cosa igual. Respeto a ese hombre como no tienes una idea y jamás me propasaría con él. ¿Crees que él te engañó conmigo durante su compro
—¿Chris?—Los planes…—comienza en un momento—, han cambiado, Maya. Cambiaron las reglas por órdenes suyas. Más de trescientos participantes van a concursar aparte de nosotros y no veo otra posibilidad que comenzar ahora con todo esto. Sé que es duro ahora, en este momento. Maldición, como quisiera estar allá con ustedes. Pero…Maya, eh…hay otra cosa que debes saber. Quien estará ahora financiando el proyecto ganador será Roy Sidney, uno de los gerentes del BNY Mellon. Y adelantaron el concurso. No sé por qué, no sé tampoco cuál es la razón, Maya, pero será este mismo sábado.Ni siquiera la opresión en su pecho causado por la conversación con Diana se asemeja al agobio enfrentando de repente todo su pecho. Se le observa aguantar la respiración durante un instante.—¿Chris estás…? ¿Estás seguro?Sus ojos alcanzan su cartera, su abrigo y la caja estropeada de cigarrillos. Mantiene el contacto con Chris una vez que mira a Jenny. Y luego al hospital. La sensación que le brinda no es para
Pasa un pequeño momento para cuando Jenny nota un cambio en el rostro del señor D'Angelo.Mohines recios a la coyuntura que se precipita por verla marcharse.Sin ganas de volver a mirarlo, tal vez. Conoce profundamente el sentir de Maya, y no sabe cómo reaccionar a su marcha porque es peor pensar lo que tal vez ella está creyendo, y se le remueve el estómago. Sin embargo, toma la vista de la mujer, más pequeña que él también, y baja la mirada. De inmediato es Jenny quien le sonríe, un poco agitada. Apenas se había dado cuenta que Maya se marchó solamente al verla por la ventana del taxi, que ya andaba justo cuando él se detenía en hacerle frente a la realidad. Un tormento en sus profundos sentidos se mira de pronto, sin embargo, no lo deja ver porque consigue escuchar a Jenny en el momento que el taxi apenas da la vuelta y desaparece al instante.—Señor —pronuncia con cuidado, subiendo las escaleras—. Qué pena, por favor discúlpeme. No lo había visto.Maximiliano sostiene su mirada na
No sabe qué otra cosa hacer al momento pero carraspea, y se voltea. Sus pasos dan marcha por el otro pasillo.—Necesito hablar contigo.Es lo que dice Diana, poniéndose frente a sus ojos.Maximiliano se da la vuelta para mirarla una vez más.Qué extraño mirarla así, de esta manera…Tan cerca después de tanto, sin embargo, tan lejos después de toda su historia. Aunque su mirada le indica otro sentimiento a lo que él cree al principio. Se rasca el cuello. No duda de que ella hubiese estado con Maya. No duda tampoco que haya conversado sobre asuntos que no le conciernen. Tampoco niega que lo se haya dicho por su boca había hecho que Maya tomara la decisión de marcharse.—¿Qué le has dicho?Suelta de pronto.A su par, Diana escucha y al instante se le pone los cabellos de punta. Su mohín se retuerce por lo sucedido. Y se pone a suspirar una vez más.—¿Por qué crees que se marchó?Maximiliano le quita la mirada.—Deberías agradecerme —entonces suelta Diana, furiosa—. Te dejé libre el pas
Maximiliano le toma de los brazos—¡Yo no estaba pensando en nadie más! Entiéndelo, maldición. No sé qué es lo que tengas en contra de ella ahora pero Maya Seati no tiene nada que ver con lo nuestro. Nada, absolutamente. Diana desconfiaste de mí por algo que nunca sucedió. Lo único que tenías que hacer era hablar conmigo, sentarnos y hablarlo porque tú eres una adulta y yo también lo soy y eres consciente de las tantas y miles de veces que te pedí una explicación, pero —Maximiliano suspira—, pensaste lo peor de mí. Y te alejaste de mí. Y ahora me dices esto…—¡Mientes! —exclama Diana, tomando su bolso de lado y quitándoselo del hombro—. ¡Eres un cínico! ¿Cómo no te vas a dar cuenta? Querías casarte conmigo, ¿Para qué? ¿Para olvidarte de ella? ¿Solo por capricho…?—¡Diana, basta!Finalmente Maximiliano ruge con fuerza y sus ojos verdes se adhieren a la cólera de estos momentos. La paciencia ya lo deja ir y no puede mentir que la situación lo tiene colérico, nervioso y molesto. Diana s
La situación es crítica para cuando Maya llega justo a tiempo. La noche corrobora peor aún las cosas. Su proyecto al parecer no tiene todo lo necesario para presentarse el sábado. Es lo primero con lo que se encuentra en cuanto Chris apareció por aquella puerta, abrazándola.—¿Cómo está Giovanna?Inclina el rostro una vez que los ojos claros de su tan apreciado amigo se vieron afectados por la noticia.—Ella está bien…estaba en emergencias cuando dejé el hospital—No puede ser que esto le esté pasando a ella…—susurra Chris, tomándola del brazo y ayudándola a pasar entonces hacia su oficina.—Chris, sé que Giovanna estará bien porque nos dijeron que así será. Está fuera de peligro, ¿sabes? —reconforta Maya una vez que su oficina se observa.Tres personas están sentadas en una mesa, disfrutando de una charla. Cuando Maya se detiene es Chris quien la vuelve a ver, preguntándole qué ocurre—. Obsérvame, estoy cubierta de sangreMira su vestido y aunque no tuviera en ese momento ropa para
La noche la pasó como requirió. Se cambió de muda de ropa por una camarera que se ofreció a brindarle el uniforme ya que no tenían otra cosa para darle de cambiar y aceptó sin duda. Y por la misma camarera pudo ducharse en uno de los baños. Cuando daban ya las tres de la madrugada, Maya apenas había pegado el ojo en toda la noche. Se la mantuvo en realidad buscando la manera de ver todos los documentos necesarios y el portafolio con el que presentarían el proyecto.Para cuando dieron las cinco de la mañana, durmió hasta que fueron las nueve.El paso del tiempo fue agotador porque solamente trataba de pensar en lo que hora le ofrecería el destino. Y haciéndolo a su manera, Maya no tuvo de otra que pasar el domingo yendo a su casa, llamando a Jenny, que le dijo sobre su marcha también porque así le había pedido Maximiliano. Le preguntó si sabía otra cosa sobre Giovanna pero ésta negó. Y prometiendo para volver a ir al hospital, Maya regresó a su casa cuando dieron las tres de la tarde.
Mira su teléfono. Vuelve a perderlo ella también. Se siente una tonta por sentir esto, por sentirse impotente de no ir y recorrer a sus brazos, a su rostro.¿Qué significa todo esto? ¿Qué tiene que hacer ella para acaba con este mártir? Pero Diana está entre ellos dos…lo está. ¿Él seguirá enamorado de ella? Si es así, ¿Qué papel juega Maya entre todo esto? los sentimientos son sumamente despóticos, atosigantes. Si bien no quiere hacerle a entender a Diana que nada pasó entre ellos dos, pues, ahora sí. Y pasó mucho. Y si es verdad todo sobre lo que ella le confesó…Tiene todo en su contra.Ni siquiera sabe en qué momento llega la tarde. Pero menos le debe importar en cuanto baja las escaleras hasta el último piso y llega a la mesa de Jenny, que observa su teléfono con atención.—Oh, linda.—¿Me prometes dejarte por esta vez? Iré al hospital.—Ni lo menciones, yo tengo que quedarme un momento más porque Meredith no llegara hasta dentro de una hora. Maya, te lo ruego, no me dejes fuera