Da la espalda hacia la oficina y sus ojos ahora están involucrados en mirar la calma que brinda el mar mientras está ligeramente con las dos manos cruzadas frente suyo. Un poco más, observa la hora, para visitar a Sean. Está esperando a alguien mientras aguarda en el lugar. Ha pasado ya una semana desde la última vez lo vio. Y aunque las cosas están bien a los momentos con el hotel, no parece ahora estar bien dentro. Ni en su mente, ni en su corazón. No sabe si puede controlar a los dos pero no es que sea una obligación, es una necesidad. Tiene cabeza para lo que tiene con su deber, pero con las penas que ahora carga en su corazón se doblega a ser una tonta. Falta menos para que la hora se acabe. Volviéndose entonces, toma su abrigo para salir de su oficina, que es una de las primeras obras en estar completamente finalizadas, y se dispone a ir hacia donde estén Chris y Roy Sidney para despedirse por los momentos. Mientras sale del pasillo para subir otro par de escalones, se deti
No ha tenido mejor semblante aquel día sino el mismo que tiene en su rostro una vez que Jenny entra por completo a la oficina.De igual manera tiene un semblante esperanzador y único: brillante y con dotes de felicidad. Está radiante. Al mirarla ya de cerca puede notar que no lleva sus lentes y tiene el cabello recogido. Tiene un vestido usual preferido por motivos de su embarazo y trae una pequeña cartera en su hombro. También lleva entre sus manos una caja blanca y mediana que se observa liviana. Rodea el escritorio con rapidez para darle una grata bienvenida, extendiendo los brazos.—¡Jenny!Su sonrisa se deja ver y al igual que la blanquecina de Jenny, obtiene el mismo gesto. Entretanto se acerca para atesorarla en un abrazo y luego le toma de los hombros.—¡Pero mírate! Estás esplendida —confiesa Maximiliano, admirando un poco el vientre abultado que sobresale de su vestido—. No sabe cómo me alegra que estés aquí. Todo el hotel te extraña.—Y a mí me alegra estar aquí. E
Perece al instante toda cavilación antes recreada. Es como si todo lo que le había prometido Elizabeth se hubiese esfumado, como si el mismo pasar de los recuerdos también hecho por Sean hubiesen tenido el mayor de los propósitos para este instante: descubrir ésta realidad. Como si el mismo instante también hubiese desaparecido y nada más existiese los ojos de su madre, siente el desgarre de esta verdad minuciosa. Y tanto parece sentirse traicionada, de los peores sentimientos nunca antes sentidos para manejar esta certidumbre. Y ahí se encuentran los ojos de su madre, que no pueden sentirse iguales a los de antes, a los mismo que por toda su vida han vuelto indispensables, con quien miró todos sus altibajos, con quien compartió sus ovaciones, y nadie más sabe sino ella lo tanto que había sufrido cuando su relación había terminado. Y ahora tiene esto. Frente a ella la verdad que no puede ser capaz de mantenerla en un estado normal. Maya finalmente ha dado un paso hacia su mad
Elizabeth inclina el rostro. —No me creas capaz de saber cuándo alguien es abusivo y que miente —Elizabeth toma una bocanada fuerte de aire y se mantiene serena ante los ojos furiosos de su hija—. Ni cuando sé cuándo una persona no es la correcta. Y si así fuera hace mucho tiempo hubiese desistido a sentir esto. Que no pude controlar, que sólo nació y ahora brota. Lo odié a él cuando te hizo lo que te hizo. Los años pasaron y hasta el sol de hoy me demostró ser alguien distinto. Tienes el derecho de estar resentida con él, pero ahora conoces la verdad y puede ser que no nos hables más. Hija, pero esta es la verdad —Elizabeth quiere acercarse pero Maya se aparta. Sus palmas se cierran y su entrecejo se curva por la tristeza—. No me hagas esto, Maya…Su hija tiene que rodearla, como si no comprendiera.—Así no eres tú, mamá. No eres así. Tú no eres así. Y lo acabas de decir, ¡Sabes lo que me hizo él a mí! ¿¡Crees que las personas pueden justificar una maldita infidelidad?! —Maya no
Pero no puede responder y tiene que navegar en los innecesarios pensamientos que se vuelven fríos y huraños. Sabe que tiene Alejandra caminando a su lado mientras trata de no ver algo más sino como los ojos de Elizabeth la están viendo marcharse. Y no pone lugar ni sentido cuerdo ante esto. Y no puede lograrlo en realidad. Una vez puede sentir el aire de este día, cuando ya se ha soltado de los brazos de Alejandra, finalmente lo suelta. Deja en abandono todo lo que se había estado escondiendo frente a ellos dos. Y eso es el llanto. Que brota desde muy al fondo y se deja guiar conforme su silueta se agacha y se mantiene mirando hacia ningún punto y su lagrimas se acrecientan. Alejandra tiene que agacharse con ella para acariciarle los hombros. —Nena…—¿Por qué, Ale? ¿Por qué? —quiere oír algo sensato que provenga de Alejandra—. ¿Por qué lo ha hecho? ¿Por qué eligió a mi madre? Ale…Siente que puede obtener alguna respuesta de ella. Pero no la tiene. Y se pone a saborear sus labi
—Descuida. Vamos…Maya tiene que tomar un poco de aire antes de ver cómo Alejandra empieza a conducir. Se pone hacia el respaldar y deja caer la cabeza. Ya que no hay más nada que le interese sino calmar este revoltijo desde adentro hasta afuera. Mantiene fuerzas intentando apaciguarse. Y no puede dejar de recordar la mirada de su madre una vez más. No sabe cómo puede entender los pensamientos horrorosos que se les pasa por la mente. Ni buenos, ni malos…sólo insoportables de pensar. Escudriñando cada mirada que se dieron, cada abrazo…no puede imaginarlo con certeza pero la sola idea de tener a Sean de regreso como…la pareja de su madre es tan desabrida que no ve otra cosa sino como ahora será la relación con Elizabeth. Tiene que concentrarse en el camino. Le indica a Alejandra la dirección y al finalizar el recorrido deja sus cosas y sólo se lleva el teléfono, que lo guarda en su abrigo mientras no tarda en apartar la mirada de su amiga. —Ven, no te quedes ahí. Vamos a subir las
—Lo sabes —dice Maya.—Desde hace meses, sí —Mauricio responde y tiene que enderezarse y pegar su espalda hacia atrás.Maya mira hacia el suelo.—¿Y por qué seguían juntos? ¿Por qué seguiste con mi mamá si ella ya no te amaba?—Por ti, hija —suelta Mauricio con rapidez. Maya por su parte se apresura a sentirse fría por sus palabras. Su padre la mira también, pero en sus ojos se encuentran una caridad que siempre estaría ahí para ella—. Por ti.Para Maya es un balde de agua fría.—Sé que fuimos crueles en seguir con esto. La única que saldría lastimada serías tú y ahora reconozco mi error. Puedo comprender que te estés sintiendo muy mal. Pero tu madre y yo desde hace mucho dejamos de sentir lo mismo. Ella hacía sus cosas. Yo hacía la mía. Y ahora comprendo que la única manera de vivir en paz en haciendo esto. Sé que lo comprenderás, ¿verdad? Los años que tú tienes son los años que pude amar a tu madre más que a mi vida. Pero ella me dejó de querer como antes…y yo también, Maya.
Maya se voltea hacia Alejandra y le sonríe.—Si quieres puedo llevarte…—¿Tiene que ir algún lado? Yo puedo llevarla sin problema —dice Mauricio con rapidez.Alejandra le sonríe y luego a Maya.—Si necesitas irte rápido no te preocupes. Ve sin cuidado. Pero no quiero ser una molestia para el señor Seati. —¿Molestia? —Maya se apresura a darle un abrazo—. Nunca una molestia. Eres un ángel, gracias por venir. ¿Te pasó buscando más tarde? Para ir con Jenny.—Sí, ya sabes dónde estaré. No te olvides en llamarme Maya.—Y tú tampoco.Maya se acerca a darle otro despido y entonces, mirando a su padre y a Alejandra juntos, se da la vuelta para salir del lugar, mirando a los hombres ya bajando con las cosas. Se acerca para darle otro despido y entonces. Mirando a su padre y a Alejandra juntos, se da la vuelta para salir del lugar. Dentro de poco está oyendo la voz de Mauricio, que la hace voltearse a su llamado.—Antes de que te vayas —le pone una mano en su hombro y parece despué