Como era de esperarse, Diego no objetó en lo absoluto, y Yulia, al enterarse de que irían a jugar afuera, no podía estar más emocionada. La familia se cambió emocionada, y fue entonces cuando Marina se dio cuenta de que Diego había preparado un armario entero con ropa coordinada para todos.Al ver las prendas a juego, Marina no pudo evitar sonrojarse, abrazó a Diego y le dio un ligero beso lleno de gratitud.Los tres, con el mismo diseño y estilo, se veían realmente encantadores juntos.Marina se encargó de preparar la manta y la comida para el picnic, mientras Yulia, llena de gran entusiasmo, fue a buscar sus juguetes.Diego y Marina decidieron no interferir en la elección de la pequeña.Por eso, cuando vieron que Yulia llevaba una jaulita con un patito, se produjo un breve momento de silencio.—Mamá, el patito también quiere ir a jugar —dijo Yulia, con la cabecita inclinada, buscando su aprobación—. ¿Puedo llevármelo?Marina no pudo evitar sonreír ante lo adorable de la situación, y
Leticia escuchó de repente a Eduardo preguntar por el álbum de fotos.Se quedó por un momento en blanco y, nerviosa, dejó caer sin querer el vaso que tenía en la mano.Luna llamó apresurada a la criada y le pasó unas servilletas a Leticia.—Perdón —dijo Leticia, claramente avergonzada.—No pasa nada. Leticia, ¿quieres cambiarte de ropa? Tengo vestidos nuevos, nunca los he usado. ¿Te gustaría ponerte uno? —la tranquilizó un poco Luna.—Solo me mojé un poco, no te preocupes —Leticia sonrió, algo apenada.Luna, al ver que su ropa no estaba tan mojada, no insistió y se giró hacia Eduardo.—¿Por qué de repente quieres ver el álbum de fotos?—Quiero verlo —respondió con indiferencia Eduardo. Habían pasado veinte años desde la última vez que hojeó el álbum que Luna había traído de su casa.En esa ocasión, solo se detuvo en las fotos de su esposa, ignorando por completo las demás.En casa, los álbumes rara vez se sacaban. La última vez, Luna solo ojeó unas cuantas páginas antes de que Leticia
—No llores, te doy un dulce —dijo una voz infantil, suave y tierna.Yolanda dejó de llorar al instante. Miró con ternura a la pequeña, cuyos ojitos brillaban mientras la miraba fijamente. El corazón de Yolanda se derritió por completo. Se inclinó y la abrazó con dulzura.Pensó: La niña de Marina es simplemente adorable. Qué ganas de llevármela. —Yulia, eres un verdadero amor. Mejor guarda este dulce para ti —dijo Yolanda, acariciándole suavemente la cabeza.—Tengo más, no te preocupes —respondió la niña con insistencia.Encantada, Yolanda aceptó el delicioso dulce.Cuando Marina terminó de bañarse, bajó con Diego y vio a Yolanda y Yulia jugando en el sofá como dos niñas. Al ver a Diego, Yolanda se incorporó nerviosa, sin atreverse a mirarlo. Desde la desaparición de Marina, hacía ya cinco años, la presencia distante de Diego, con su rostro siempre serio, la ponía algo incómoda.Yulia, que estaba jugando entretenida, se sentó erguida, imitando a Yolanda.Marina, divertida, le dio un
Yolanda intentó forcejear, pero la fuerza de él la superaba. Solo pudo mirarlo con furia, resignada a que la llevara.El recorrido fue en silencio total. Yolanda no quería hablar y Víctor tampoco parecía tener algo que decir.La dejó en el hotel y, aprovechando el momento, reservó una habitación para él también.Después dela bañarse, Yolanda se acostó en la cama, pero no podía dormir. Se revolvía incómoda, perdida en sus pensamientos.Víctor le había contado que, en el pasado, sus padres lo habían amenazado con la vida de su madre, obligándolo a irse. Eso lo comprendía, pero lo que no lograba perdonarle era otra cosa.Con un cojín sobre el rostro, trató de no revivir esos dolorosos recuerdos....Frente a Marina, Fernando le pasó los compromisos del día y agregó:—El asistente del señor Matías llamó esta mañana. Quiere agendar una reunión para hablar de una posible colaboración.Marina, sin dejar de revisar los documentos de la reunión anterior, respondió de forma contundente:—Ya deci
Luna acababa de entrar al baño cuando vio a una mujer regañando a Lidia.—¿Qué estás haciendo? —exclamó, indignada, mientras se le acercaba dando pasos seguros. Una corriente de enojo la invadió al ver cómo una adulta se atrevía a intimidar a una niña.De inmediato, colocó a Lidia detrás de ella para protegerla.Luna no conocía muy bien a Yolanda, pero esta la reconoció al instante, ya que había escuchado algunos rumores sobre la relación de pareja de los Cabello. Decían que su amor era inquebrantable, y, por curiosidad, había investigado algo más sobre ellos.—Ella empujó a mi pequeña. ¿Es mucho pedirle que se disculpe? —dijo Yolanda con tono grave, mientras acariciaba con dulzura el cabello de Yulia para calmarla.Luna la miró con cierta desconfianza, claramente incrédula.—Eso es imposible. Lidia siempre se comporta muy bien. No haría algo así sin una razón evidente.Su mirada reflejaba total desconfianza.El baño no tenía cámaras de seguridad, lo que complicaba aún más esclarecer l
Cuando Martina notó que todas las miradas se fijaban en ella, mordió su labio inferior, algo preocupada.No sabía si debía hablar o mejor quedarse callada.Marina y los demás esperaban pacientemente, sin interrumpir, esperando que continuara.Finalmente, después de lanzar una mirada rápida a Luna y recordar a Matías, Martina decidió hablar:—En realidad, yo lo vi. La hija de la señora Leticia iba caminando tranquila, y la hija de la señora Marina, que iba saltando, la empujó. Fue ella quien se cayó sola.Al escuchar esto, la expresión de Marina se ensombreció. Una corriente de ira contenida la invadió. Su mirada, tensa y llena de reproche, se fijó en Martina.Martina, al sentir la intensidad de esa mirada, se sorprendió y respondió con seguridad:—Estoy diciendo la verdad. ¿Qué pasa? ¿No puedo ser honesta?—¿Estás segura de lo que viste? —preguntó Marina, con un tono de voz molesta y seria.—Claro que sí. Solo estoy diciendo lo que vi, aunque no me crean —respondió Martina, soltando un
¿Qué podía hacer para evitar que Marina sacara las pruebas?Mientras Leticia se veía claramente preocupada buscando una solución, Marina, bajo la mirada de todas, sacó el celular del bolso.—¿Sabes por qué le pusieron D&M Gourmet a este restaurante? Porque Diego usó nuestros nombres para crear el nombre —dijo con calma y un tono de voz tranquila.Leticia se quedó mirando a Marina, los ojos abiertos de incredulidad.—Tal vez no lo sepan, pero en la puerta del baño de D&M Gourmet hay una cámara oculta. Este restaurante pertenece a Diego, el papá de Yulia. Voy a llamarlo para que venga ahora mismo —añadió Marina, con una tranquilidad que desconcertó por completo a todas.Su tono sonaba confiable, seguro, pero sin mostrar emoción alguna. No soportaba que hablaran mal de su hija.Miró a Martina con una expresión sombría. Martina dio un paso atrás, sorprendida. Al escuchar el nombre de Diego, sus ojos se agrandaron al instante.¿La niña que Marina llevaba en brazos no era… no era la hija de
Diego regresó a casa a toda velocidad.Al entrar, encontró a Marina sentada intranquila en el salón, con una expresión tan seria que parecía estar a punto de estallar.El corazón de Diego dio un giro repentino.Durante el recorrido, Daniel ya había hablado con el gerente del restaurante y le había informado de lo sucedido, por lo que Diego tenía una idea bastante clara de lo ocurrido.Cada vez que pensaba en Leticia y los demás, no podía evitar sentirse molesto.Se sentó cuidadoso junto a Marina, y con un tono cauteloso, le preguntó:—Marina, ¿dónde está Yulia? ¿Qué pasó? Te veo tan molesta…Marina le respondió con una sonrisa irónica y una mirada sombría:—Yulia está dormida. ¿Y todavía me preguntas qué pasó? ¿No te lo conté ya por el celular? Yulia dice que Lidia la empujó, pero Lidia asegura que fue Yulia quien la chocó y luego se cayó sola.Se levantó de golpe, mirándolo fijamente con una mezcla de rabia y frustración total, bajando la voz para no despertar a su hija:—¡Diego! ¿A q