Cuando Martina notó que todas las miradas se fijaban en ella, mordió su labio inferior, algo preocupada.No sabía si debía hablar o mejor quedarse callada.Marina y los demás esperaban pacientemente, sin interrumpir, esperando que continuara.Finalmente, después de lanzar una mirada rápida a Luna y recordar a Matías, Martina decidió hablar:—En realidad, yo lo vi. La hija de la señora Leticia iba caminando tranquila, y la hija de la señora Marina, que iba saltando, la empujó. Fue ella quien se cayó sola.Al escuchar esto, la expresión de Marina se ensombreció. Una corriente de ira contenida la invadió. Su mirada, tensa y llena de reproche, se fijó en Martina.Martina, al sentir la intensidad de esa mirada, se sorprendió y respondió con seguridad:—Estoy diciendo la verdad. ¿Qué pasa? ¿No puedo ser honesta?—¿Estás segura de lo que viste? —preguntó Marina, con un tono de voz molesta y seria.—Claro que sí. Solo estoy diciendo lo que vi, aunque no me crean —respondió Martina, soltando un
¿Qué podía hacer para evitar que Marina sacara las pruebas?Mientras Leticia se veía claramente preocupada buscando una solución, Marina, bajo la mirada de todas, sacó el celular del bolso.—¿Sabes por qué le pusieron D&M Gourmet a este restaurante? Porque Diego usó nuestros nombres para crear el nombre —dijo con calma y un tono de voz tranquila.Leticia se quedó mirando a Marina, los ojos abiertos de incredulidad.—Tal vez no lo sepan, pero en la puerta del baño de D&M Gourmet hay una cámara oculta. Este restaurante pertenece a Diego, el papá de Yulia. Voy a llamarlo para que venga ahora mismo —añadió Marina, con una tranquilidad que desconcertó por completo a todas.Su tono sonaba confiable, seguro, pero sin mostrar emoción alguna. No soportaba que hablaran mal de su hija.Miró a Martina con una expresión sombría. Martina dio un paso atrás, sorprendida. Al escuchar el nombre de Diego, sus ojos se agrandaron al instante.¿La niña que Marina llevaba en brazos no era… no era la hija de
Diego regresó a casa a toda velocidad.Al entrar, encontró a Marina sentada intranquila en el salón, con una expresión tan seria que parecía estar a punto de estallar.El corazón de Diego dio un giro repentino.Durante el recorrido, Daniel ya había hablado con el gerente del restaurante y le había informado de lo sucedido, por lo que Diego tenía una idea bastante clara de lo ocurrido.Cada vez que pensaba en Leticia y los demás, no podía evitar sentirse molesto.Se sentó cuidadoso junto a Marina, y con un tono cauteloso, le preguntó:—Marina, ¿dónde está Yulia? ¿Qué pasó? Te veo tan molesta…Marina le respondió con una sonrisa irónica y una mirada sombría:—Yulia está dormida. ¿Y todavía me preguntas qué pasó? ¿No te lo conté ya por el celular? Yulia dice que Lidia la empujó, pero Lidia asegura que fue Yulia quien la chocó y luego se cayó sola.Se levantó de golpe, mirándolo fijamente con una mezcla de rabia y frustración total, bajando la voz para no despertar a su hija:—¡Diego! ¿A q
—Sigan adelante, no se preocupen por nosotras —dijo Marina mientras cubría rápidamente los ojos de Yulia. Con una sonrisa cargada de frustración, abrazó a la pequeña y salió del lugar con prisa.Yolanda, sonrojada por completo, apartó a Víctor de un empujón.¡Qué bochorno tan grande, que Marina la hubiera encontrado en una situación como esa!Víctor, con su habitual aire despreocupado, se pasó la lengua por el labio herido por la mordida.Con toda naturalidad, le acomodó un mechón de cabello a Yolanda mientras decía:—Ahora vivo al lado. Si necesitas algo, o te asusta la noche, no dudes en buscarme.—Lárgate —respondió Yolanda, fulminándolo de inmediato con la mirada.Víctor, sin perder la sonrisa, acarició el borde del ojo enrojecido de Yolanda con el pulgar. Justo cuando ella estaba a punto de estallar, él se dio media vuelta y salió disparado.Yolanda, frustrada, se frotó el rostro y llamó en ese momento a Marina.Mientras tanto, Marina subía apresurada las escaleras con Yulia en br
Después de todo, no sería apropiado que alguien oyera sus gritos y malas palabras.—¡Papá! —La voz suave y dulce de Yulia atravesó al instante el celular, llegando directo a los oídos de Diego.Tan pronto como escuchó a su hija, la expresión seria de Diego se suavizó, transformándose en una sonrisa amable y llena de ternura.—Yulia —respondió con un tono bastante cariñoso.—Papá, buenas noches. ¡Te mando un besito! ¡Mua! —dijo Yulia con total seriedad, como si fuera una misión importante.Su vocecita infantil llenaba el ambiente de dulzura.—Buenas noches. ¿Y tu mamá? —preguntó Diego, preocupado por saber cómo se sentía Marina.—Mamá está trabajando.—Por favor, dile que se acueste temprano y no se quede trabajando hasta tarde, ¿de acuerdo?—¡Claro! Cumpliré la misión —aseguró Yulia con gran entusiasmo.Desde un rincón, Armando observaba a su hijo con una mezcla de asombro desconcierto, como si estuviera presenciando algo fuera de lo común.La llamada duró solo unos cuantos minutos. Di
—¿Mandarlos al extranjero?—Sí, prepárate, porque no te va a dejar ver a Lidia y Augusto tan fácilmente.Leticia agradeció a Vera antes de colgar, apretando el celular con tal fuerza que ni siquiera sintió el dolor en las manos. De repente, su rostro se ensombreció, mostrando una ira reprimida. Al instante, con un movimiento brusco, barrió la mesa, haciendo que los objetos cayeran al suelo de un golpe.—¡¿Cómo puede Diego querer mandar a Lidia y Augusto al extranjero?! —gritó, llena de furia.Las lágrimas empezaron a caer sin control alguno por sus mejillas. Ese hombre era verdaderamente cruel con ella. ¡Esa maldita de Marina no debería haber regresado con vida!¡Que se preparen!No iba a permitir por ningún motivo que fueran felices. ¡Jamás!...A la mañana siguiente, Leticia llegó a la casa de los Cabello, con el rostro visiblemente demacrado. Al verla, Luna quedó asustada por su aspecto. Con total preocupación, se acercó y le preguntó:—Leticia, ¿qué te ha pasado?Antes de que Luna
Luna tomó de inmediato su celular y marcó el número de Matías.—Matías, necesito que me hagas un gran favor. Llama a Marina y dile que quiero verla mañana —dijo, molesta.Matías, algo desconcertado, le respondió con un tono relajado:—¿Y qué quieres de Marina?Luna soltó un suspiro cargado de frustración y fue directa al grano:—Diego quiere mandar a Lidia y Augusto al extranjero. Está protegiendo a Marina y a su hija.—¿Diego y Marina? —Matías, más preocupado por los asuntos de la empresa que por los detalles personales, no estaba al tanto de la situación. Miró de reojo el reloj; tenía una reunión importante a la que no podía demorarse—. Bueno, la llamo después.Cuando Marina recibió la llamada, no pudo evitar sorprenderse. ¿Por qué Luna querría verla de repente?Después de revisar atenta su agenda con Fernando, aceptó la cita. Ambos fijaron el día y la hora.Al colgar, Marina se quedó algo pensativa, acariciándose el mentón. Sabía que Luna quería hablar de Leticia.—Presidenta, el di
Diego observó cómo Marina lo ignoraba por completo, como si no lo conociera. Sintió un fuerte nudo en el estómago.Instintivamente, echó un ligero vistazo al hombre que la acompañaba y lo reconoció al instante: Álex, el jefe del Grupo Horizante.—Diego —dijo Álex, sorprendido al verlo, lo saludó con calidez.—Álex.Ambos se estrecharon la mano, con familiaridad.Diego y Álex ya se conocían bien de trabajos previos.Marina no tenía ni idea de esto.Diego, con una ligera sonrisa, extendió caballeroso la mano hacia Marina, actuando como si no la conociera. —Señora Marina.El gesto fue cortés, pero Diego roció ligeramente su pulgar sobre el dorso de la mano de Marina.Marina sintió la cercanía de su toque y la calidez de sus dedos, y su rostro se tiñó de un leve rubor. Maldijo en silencio el asombroso descaro de Diego.—Buenas noches, Diego —respondió, con una sonrisa controlada.Lo que originalmente iba a ser una tranquila cena entre Marina y Álex se transformó, de manera inesperada, en